Manizales: Semana social con aroma de café

Desde los primeros años del Opus Dei, en la academia DYA, san Josemaría invitaba a la realización de actividades sociales para que los estudiantes entendieran el mensaje del Opus Dei

Por Andrés Felipe Suárez

Es un secreto a voces: Colombia produce el mejor café suave del mundo y en el Centro Universitario Palogrande, de Manizales, y el Centro Roble Claro, en Pereira, los muchachos que participan en las diferentes actividades que se adelantan allí, organizaron un campamento para adentrarse en el mundo de la solidaridad, en el corazón de los sembrados de café, cerca de cientos de familias que viven de ese cultivo.

Aprovecharon las vacaciones para visitar la vereda La Rica, en el municipio de Anserma en el departamento de Caldas, para vivir unos días alejados de sus casas y ciudades, entre matas de plátano, gigantescos árboles que les dan sombra a los cafetales: jugaron fútbol con niños de la zona, capacitaron líderes y convivieron con los campesinos de la región y acompañaron a algunos enfermos. “Cuando fuimos a visitar a los enfermos de la vereda descubrí un nuevo mundo. El de la solidaridad, que es una virtud que debemos extender entre los compañeros de universidad, amigos y familiares. El mundo requiere ese ecosistema”, puntualizó Brayan.

El P. Diego Giraldo, párroco de la vereda dio la bienvenida a los 15 jóvenes que tomaron parte del llamado Campamento 2019. Los vecinos del lugar los recibieron con la amabilidad y cariño que caracteriza a la gente de la región.

Cuando llegaron, todo se desarrolló entre el griterío y la alegría de los partidos de fútbol del torneo del municipio.Se trataba de pasar unos días de descanso,pero también de oración y cercanía con Dios; se vivieron esos días entre el entusiasmo del fútbol y la piedad: gambetas y charlas de formación se alternaron alegremente. “Yo no sabía el reglamento de fútbol y me convertí en árbitro en cuestión de minutos. Los niños me perdonaron muchos de mis errores y entre todos nos reímos”, manifestó Pipe, estudiante del Gimnasio Horizontes, de Manizales.

Los jóvenes no daban muestras de cansancio. Cuando tenían algunos descansos, los empleaban para recorrer los vericuetos por entre cafetales y platanales, charlar con los niños o admirar la naturaleza, mientras conocían nombres de plantas, de flores o de montañas.“Fue una experiencia renovadora, desde aprender sobre nuestro excelso producto, hasta ingeniarnos cómo construir una cruz que requería la iglesia, o cómo manejar el sonido y juegos para entretener a 50 niños”, comentó Andrés, uno de los jóvenes voluntarios.

Aprendieron sobre los procesos del café, del secado, de la carga y de cómo se lleva este producto a muchos rincones del mundo.

Poco o nada les importó que debieron dormir en el suelo de un coliseo, ni que a veces el frío mañanero los acompañaba hasta despertarlos. Eran momentos para aprender y para poner en práctica esas “pequeñas obras de misericordia” de las cuales tanto ha recomendado el Papa Francisco en sus diversas alocuciones. “La misericordia –nos ha dicho el papa Francisco-- es la virtud que nos lleva a sentir con el que sufre, a solidarizarnos con el que padece, a no ser indiferentes. “Miser” viene de una palabra latina que significa miseria, pobreza., y “cordia” de otra que significa corazón. Es tener un solo corazón con el que te necesita, sentir con el que sufre, hacerte uno con el necesitado. Muy semejante a la palabra com-pasión: “padecer-con”.

Volvería con alegría a un campamento para colaborar, para enseñar y para contribuir contantas cosas que requiere el mundo”, agregó otro Andrés.

Desde los primeros años del Opus Dei, en la academia DYA, san Josemaría invitaba a la realización de actividades sociales para que los estudiantes entendieran el mensaje del Opus Dei. Los estudiantes debían priorizar su estudio porque San Josemaría les decía que era su obligación, aquello que Dios les pedía. Pero tenían que darse cuenta también de que para servir a Dios con su inteligencia necesitaban tener sensibilidad social, no podían quedarse encerrados en un mundo académico ajeno a los problemas de los hombres, ese mensaje sigue vigente y estos jóvenes lo pusieron en práctica.

Andrés Felipe Suárez