Reto COVID-19: Vida ordinaria con frutos extraordinarios

Para sobrevivir amablemente en tiempos de cuarentena, hace falta un poco de “vida normal”: charlas, círculos virtuales, conversaciones y clases, los recursos virtuales nos han ayudado mucho.

Familia que se ha beneficiado de la donación de mercados

Por: Rosalba Beltrán

Para sobrevivir amablemente en tiempos de cuarentena, hace falta un poco de “vida normal”. Soy Numeraria Auxiliar, vivo en un Centro del Opus Dei, y trabajo en el mantenimiento de otro Centro Cultural, desde el comienzo del confinamiento hemos afrontado grandes y pequeños retos que nos han ayudado a crecer mucho.

Cuando fuimos notificadas de la primera etapa de la cuarentena, hicimos un acuerdo entre las que residimos aquí: mantener nuestras actividades cotidianas viviendo cada día el presente, con el mayor grado posible de normalidad. Claramente, sin dejar de estar al tanto de la situación mundial y sin descuidar las medidas de prudencia y auto cuidado para evitar el contagio.

Desde el comienzo contamos con un doble golpe de suerte: por una parte, tener la Santa Misa y la comunión diaria —lo cual es un privilegio en esta época de cuarentena— y por otra, tener completa la plantilla de trabajo. Dos residentes pudieron seguir laborando sin ningún riesgo de contagio pues viven con nosotras, aunque no hacen parte de la Obra.

Parte del acuerdo inicial fue enriquecer la vida en familia durante estos días. Las dificultades para salir de la casa pueden generar tensión e intensificar el cansancio y, como el espacio en el que vivimos es tan reducido, el bienestar físico y mental han sido una prioridad. Por eso, en las tertulias del mediodía los aeróbicos se han convertido en nuestro mejor aliado para mantenernos en forma y despejar la mente.

Por las noches entra en juego la creatividad de todas: tertulias de lectura con música clásica, concursos de “alcance la estrella” acerca de la Obra, favores de nuestro Padre, Don Álvaro y Guadalupe, y juegos recreativos como romper la piñata y ponerle la cola al burro, nos han ayudado a desconectar un poco al final de la jornada y a descansar juntas. Angie y Luz Marina, las residentes, han participado activamente de todo esto; así se han empapado bastante del espíritu de la Obra y han encontrado maneras de sobrellevar la cuarentena con serenidad y alegría, aunque a veces cueste.

Mayo: ¡a propagar el contagio!

Empezamos el mes de mayo con la ilusión de contagiar el amor a la Virgen y de hacer algo por los más necesitados. Al principio del mes hicimos una romería por la casa con las residentes, en la que repetimos el recorrido de altares que habíamos organizado durante el curso de retiro. La ofrecimos por las intenciones del Papa y del Prelado de la Obra, y por toda la Obra. Tuvimos también el Retiro Mensual de San Rafael. Entre las tres que somos de la Obra nos distribuimos para atenderlo, con ayuda de los recursos disponibles en la página del Opus Dei.

En honor a la Virgen reforzamos también las visitas a los pobres de modo “virtual”: enviar mercados y ayudas económicas a personas y familias que por la pandemia han encontrado obstáculos para suplir sus necesidades básicas. En esta iniciativa se involucraron muchas personas; entre ellos, algunos de nuestros proveedores a los que les contamos sobre familias conocidas a las que quisieron ayudar con insumos: verduras y frutas, pollo, pulpas de fruta y otros productos.

Los vecinos de las familias beneficiarias fueron un gran apoyo para distribuir los mercados. Como nosotras no podíamos salir de la casa, ellos recogían las cosas para llevarlas a sus destinatarios. Así se formó una cadena de “contagio” de solidaridad, que cada vez crece más, pues en los días siguientes han seguido ayudando con más alimentos para repartir.

Un familiar cercano, que tiene licencia para salir de la ciudad, nos ayudó también a distribuir comida en mi pueblo natal, Vergara, un municipio ubicado a 2 horas de la capital. Como él, distintas personas se han ofrecido a colaborar de alguna manera para transportar las donaciones.

Las familias beneficiadas han mostrado un profundo agradecimiento por la ayuda recibida. Los proveedores están muy conmovidos con sus reacciones: cómo no tienen forma de pagarles materialmente, les han ofrecido un agradecimiento a través del rezo del Rosario en familia, por la productividad de sus pequeñas empresas.

En el condominio donde reside una de esas familias, se reúnen a diario los vecinos a rezar desde los balcones de las casas. Una de las principales peticiones en esa oración —después de rezar por el Papa— ha sido por esos pequeños empresarios para que no tengan muchas pérdidas durante la cuarentena.

Los donantes han manifestado que perciben los frutos de esa oración, pues efectivamente han podido mantener estables sus negocios y han descubierto que Dios no se deja ganar en generosidad: tenían preocupación de que disminuyeran sus pedidos debido a la cuarentena, pero en realidad los ingresos han aumentado. Y se han removido al ver a las familias necesitadas, que son muy piadosas y siempre recalcan en sus agradecimientos que las oraciones son su modo de retribuir la ayuda recibida; con esto, se han planteado ideas profundas y se han acercado más al Señor.

Comida que prepararon los beneficiarios con los donativos de alimentos

Nuestras dos residentes también se han dejado contagiar con ese impulso de solidaridad. Angie tuvo la iniciativa de ayudar a una familia que está pasando apuros, con una aportación económica para el pago de los servicios de la casa, y Luz Marina también quiso ayudar económicamente a una señora que está muy enferma y no tenía los recursos necesarios para comprar su medicamento.

Fuego imparable

Desde que empezó el confinamiento se ha percibido un aumento de trabajo en mi Centro, pues como las personas de la Residencia permanecen en la casa —teletrabajo, estudio virtual, etc. — es más intenso el ritmo de los distintos servicios y no siempre damos a basto en la Administración. Físicamente es exigente, pero nos sostiene la ilusión de mantener vibrante el apostolado personal con nuestras amigas y conocidas, que están muy removidas espiritualmente con la situación mundial, y quieren seguir recibiendo formación a pesar de las circunstancias.

Charlas, Círculos virtuales, conversaciones y clases han encontrado cabida en algún espacio de la semana. Los recursos virtuales nos han ayudado mucho: los retiros mensuales de la página de la Obra, las Velas virtuales con el Santísimo, el video live de la Cripta de Don Álvaro en el día de su fiesta, etc. A través de ellos hemos podido ayudar a las personas a mantenerse cerca de Dios y de la Obra.

Foto del curso de retiro presencial con las residentes

Las clases virtuales de cocina merecen una mención especial: tengo dos amigas que fielmente se conectan conmigo para aprender nuevas recetas. Al finalizar me envían las fotos de los postres que elaboraron o decoraron con dedicación; manifiestan su agradecimiento y motivación por seguir aprendiendo, a través de mensaje escritos y notas de voz. Han descubierto el valor de servir a los demás a través de la cocina, y de crear espacios familiares entrañables en torno a la mesa, para estrechar los lazos con sus hijos y esposos. Pero, sobre todo, han descubierto la grandeza del cuidado del hogar como una manifestación auténtica de amor y como una ciencia que hay que aprender, para poder practicarla de modo profesional.

Fotos de las clases virtuales de cocina

Esto ha durado poco tiempo, pero ya se siente la gracia de la oración de toda la Obra y los frutos empiezan a verse. Se percibe la acción de Dios en las reflexiones personales de cada una de nuestras amigas en torno a la cuarentena y sobre las cosas esenciales de la vida. Los frutos de la solidaridad, la inquietud de la gente por mantener viva su fe y hasta un favor grande del Beato Álvaro han sido parte de esta aventura inesperada en la que nos embarcamos de repente sin saber muy bien cuál sería su desenlace ni cuando llegaría.

En nuestras residentes también se palpa la gracia del Espíritu Santo a través de las circunstancias actuales. Han recibido varias luces a través de este tiempo de convivencia más intensa y ahora están deseosas de recibir más formación para fortalecer el alma.

Rosalba Beltrán