Los creyentes saben que la oración unida y perseverante puede alcanzarlo todo. Esta confianza en el poder de la oración ha sido comentada con frecuencia por el Papa, quien pide periódicamente que los cristianos recen por intenciones particulares.
Al mismo tiempo, la oración y la acción son inseparables: las intenciones de la oración se traducen en un profundo trabajo apostólico en los diversos ambientes.
Por este motivo, desde mediados de los años cincuenta san Josemaría comenzó a proponer una intención mensual que fuese el objeto de la oración, estudio y trabajo apostólico de muchas personas.
El fundador del Opus Dei –y posteriormente sus sucesores– han ido sugiriendo intenciones específicas por las que rezar y actuar. De algún modo, san Josemaría pretendía que todos sintieran las necesidades de la Obra, de la Iglesia y del mundo, y rezaran y trabajaran todos a una.
Con el paso del tiempo, la costumbre de la intención mensual se ha concretado en la Prelatura de diferentes maneras y duraciones (varios meses, un año, etc.).