¿Por qué la Virgen ocupa un lugar central en la vida de los cristianos?

Para venir al mundo, Dios quiso contar con la libre cooperación de una criatura, María, para que fuera madre de su Hijo, por la acción del Espíritu Santo.

“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”, son palabras de María en el Magnificat, reconociendo lo que Dios ha hecho en ella: “La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano”. La Santísima Virgen es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios", bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades.

El amor de los cristianos a la Virgen y el culto que se le profesa aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo. El amor a la Virgen es camino para llegar a Dios y encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios presentes en todos los pueblos y en la oración mariana, como el Santo Rosario, "síntesis de todo el Evangelio". Catecismo de la Iglesia Católica 971

Textos de san Josemaría para meditar

¿Cómo se comportan un hijo o una hija con su madre? De mil maneras, pero siempre con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, unas palabras expresivas (…) Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el hábito de saludar —no hace falta la palabra, el pensamiento basta— las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren.
Es Cristo que pasa, 142
Si estás orgulloso de ser hijo de Santa María, pregúntate: ¿cuántas manifestaciones de devoción a la Virgen tengo durante la jornada, de la mañana a la noche? Forja, 433

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