Padre Germán Arbeláez, "Con los pies en la tierra aunque la mirada está en el cielo"

Así recordamos hoy al Padre Germán, fallecido el pasado 2 de enero: lleno de detalles, pletórico de cariño, servicial hasta morir, cercano a cada alma y a cada corazón.

Padre Germán Arbeláez Arango, sacerdote numerario del Opus Dei.

Me parece estarlo viendo llegar a Cartagena, del Nevado del Ruiz o de la fría Bogotá. El calor en un principio no fue su mejor amigo, pero al poco tiempo ese amor a Dios y a su misión sacerdotal parece que transformó el clima de Cartagena, porque con su firmeza en el andar, su pausa en el hablar y su calidez en el trato a todos, emprendió una vertiginosa misión en la atención de alumnas, padres de familia, profesoras y personal de servicios generales. Con una prodigiosa memoria para llamar a cada persona por su nombre y para preguntar por cada miembro de la familia de las personas con las que trabajaba o conocía. El padre Germán en corto tiempo fue entrando a formar parte de todaslas familias de nuestra ciudad.Su disposición para impartir los sacramentos, para dar un consejo, para compartir una anécdota o para asistir a cuanta charla o conferencia o invitación que se le hiciera, no tenía límite. Su agenda se multiplicó en muchas ocasiones porque siempre estuvo dispuesto para SERVIR a cada uno de los que se lo solicitaban.

Sacerdote cálido, por la fuerza acogedora que irradiaba en su vocación. Cariñoso en su trato, dulce y familiar en sus consejos, siempre buscaba acercarnos más a los sacramentos, mostrándonos a un Dios-Padre que nos complace, que nos perdona, que nos quiere. Sus conocimientos en educación lo hacían cada día un gran maestro, cada clase de doctrina y teología eran verdaderas experiencias de metodología, didáctica, herramientas de aprendizaje, porque con el padre Germán aprendíamos hasta de los muñequitos con los que ambientaba sus presentaciones.

Las actividades escolares en las que participaba quién fue nuestro capellán se fueron convirtiendo en un caudal de creatividad, dinamismo, y pequeños detalles en los cuales cada uno de los integrantes aprendía de mil maneras. Fue un pedagogo muy especial pues su creatividad, cariño, trato amable y paciente, permitía que la más lenta o la más lúcida nivelaran sus estilos de aprendizaje para que las clases o meditaciones fueran una experiencia enriquecedora.

La suavidad en su trato y en su carácter no fueron obstáculos para sostener con firmeza sus consejos y posiciones frente a situaciones que se le presentaban. Disfrutaba mucho el ambiente escolar porque a pesar de su alma de apóstol (sacerdotal), su corazón laical era definitivamente de maestro. Sabía traducir al entendimiento de su público difíciles temas de fe o de teología, y armonizaba perfectamente con el ritmo de aprendizaje de cada uno. Por esa razón se ganaba tanto el aprecio de las personas.

Padre Germán Arbeláez Arango, sacerdote numerario del Opus Dei.

Alguna vez le pregunte a mi esposo: ¿te gustan las meditaciones del padre Germán? Me respondió: ¡Claro! Él es muy centrado, explica con los pies en la tierra aunque la mirada está en el cielo. Yo le respondí: ¡Ah! Yo pensaba que él era experto en predicar sólo a mujeres.

La única vez que lo vimos triste fue con el secuestro de su hermano y el fallecimiento de su madre. Fueron momentos difíciles. Pero esto también nos unió a él, porque en esos instantes de dolor familiar pudimos acompañarlo tanto en la oración y en la Eucaristía, con lo que, sin proponérnoslo, nos acercamos más a Dios.

Así recordamos hoy al Padre Germán, fallecido el pasado 2 de enero: lleno de detalles, pletórico de cariño, servicial hasta morir, cercano a cada alma y a cada corazón. De su mano fueron muchos los cartageneros que crecimos espiritualmente, porque su ejemplo, su testimonio, sus ideas y sus actividades trataron siempre de transmitir ese amor a Dios que cultivó su generoso corazón. Cuando se fue de Cartagena se marchó con termostato costeño porque ya el calor no le afectaba, el ruido del mar le agradaba y el ritmo pausado y lento de esta tierra se le había metido definitivamente en el corazón.

Soraya Jaime de Espitia, Directora del Gimnasio Cartagena de Indias