Neiva: donde caben 10, caben 14

​Belén es madre de 11 hijos, rectora de un colegio en Neiva, Huila; directora de la Fundación Social Amor y Vida e imparte charlas de formación a presidiarios. Afirma que su fuente de inspiración ha sido el mensaje del Opus Dei.

Belén es madre de 11 hijos y, además de atenderlos, le queda tiempo para muchas otras cosas. Es rectora de un colegio en Neiva, directora de la Fundación Social Amor y Vida, que atiende a jóvenes en estado de desescolarización; imparte charlas de formación a presidiarios; socorre a los más necesitados porque según sus palabras: “hay que trabajar para el bien con alegría para Dios”.

Aunque la pandemia le limita salir a la calle, no dejó los acompañamientos a las cárceles, donde ha ayudado a facilitar la presencia de un sacerdote para que asistan a la Santa Misa y llevarles también implementos de aseo.

Los tiempos de cuarentena le han abierto nuevas formas de pensar en los demás. Hace unas semanas la llamó su segunda hija para contarle que estaba esperando otro bebé. Belén, sin dudarlo le dijo: “Vente para la casa con tu esposo y los niños”.

Unos días después la llamó una amiga que vive en Estados Unidos, un poco afligida, pues su nieto de 15 años, después de ir unos días a Colombia, para cambiar de ambiente por una situación de mucho dolor con su madre, no podía regresar por la suspensión de los vuelos internacionales. Le pedía que lo llamara para consolarlo y, además, le contó que parte de su aflicción era porque debía suspender la preparación para su Primera Comunión.

Belén le propuso una mejor solución: “si te parece, me gustaría traérmelo para la casa. No te preocupes que yo me encargo de continuar con la preparación para su Primera Comunión”.

A los dos meses del nacimiento de su octava nieta, su hija le comentó una preocupación: “Me gustaría bautizar a Mía, pero me imagino que debemos esperar a que termine el confinamiento”.

Belén se quedó con la inquietud y llamó a un sacerdote amigo de la familia. Le comentó que en su casa tenía un bebé para bautizar y dos niños para recibir la Primera Comunión, pues otro de sus nietos se animó adelantar la preparación y el deseo de recibir a Jesús.

El sacerdote le dijo que de eso se encargaba él. Que ella terminara de preparar a su hija y yerno y a los dos niños, mientras él organizaba una mañana para celebrar, en una misma ceremonia en casa de Belén, el bautizo y la primera comunión.

Cuando llegó esa mañana, el sacerdote tuvo que añadir a la administración de esos sacramentos, la Confesión de las 20 personas que en ese momento estaban en la casa. Belén comentaba con gracia: “menos mal el sacerdote aceptó la invitación a almorzar, porque estuvo mucho tiempo”.

¿Qué lleva a esta Belén a salir de sí misma y estar pendiente de los demás? Su respuesta es: “trabajar bien y con alegría para Dios. Además, Dios nos permite, en situaciones como esta del aislamiento preventivo, generar con creatividad modos diferentes de seguir ayudando. ¿Cómo no iba a recibir en mi casa a mi hija, y a Ángel, el hijo de mi amiga? Sabía que era algo que me pedía Dios”.

“Así es Dios. Te va pidiendo cosas. Solo debes responder que sí, y Él se encarga de todo, incluso en tiempos de pandemia”, añadió.

También ayudó rezando con fe y haciendo gestiones para conseguir un cupo en uno de los vuelos humanitarios para que Ángel, el joven de 15 años, regresara a Estados Unidos. “Me cuenta su abuela que llegó todo un señor, le hizo mucho provecho el cambio de ambiente. Les dijo que aprendió a valorar la vida, amar a Dios y a María Santísima”.

Belén afirma que su fuente de inspiración ha sido el mensaje del Opus Dei. “No sé qué sería de mi vida sin la Obra. Trabajamos para Dios, he seguido siempre los ejemplos de san Josemaría”, dice.