Mi nombre es Gustavo Martínez, soy estudiante de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Distrital F. J. de C. Actualmente trabajo como secretario general del Centro Cultural Colinas –centro del Opus Dei en Bogotá–.
En este lugar conocí la Obra. Desde el momento en que uno comienza a tener un director espiritual, uno se empieza a evaluar realmente sobre todos los aspectos de la vida: la familia, los amigos, la universidad, el trabajo, el descanso, etc. Porque uno se da cuenta –como nos enseñan que cada momento es ocasión de tener un buen trato con Dios.
En la Obra uno conoce gente fenomenal, de distintas profesiones, distintas formas de pensar y de actuar. Pero lo interesante en cada persona –cada uno con su tema– es que intentan vivir cara a Dios. Entonces, cada momento es único, desde un partido de fútbol, una excursión, hasta tomar una cerveza, se convierten realmente en ratos especiales, porque se comparte con gente de gran calidad humana.
El Opus Dei me ha cambiado la forma de ver el mundo, porque es eso, una forma de ver el mundo y un camino personal de trato con Dios. Se trata no solo de ver el mundo, sino de actuar para cambiarlo, de cambiar personalmente para poder ayudar a los que lo necesitan, aunque ellos no lo sepan. Cuando uno lucha por hacer bien las cosas, parece como si
uno no hubiese hecho nada.