Las jaculatorias, una devoción de ayer, hoy y siempre

La jaculatoria está compuesta por una frase corta: “Tú eres, oh Dios, mi fortaleza”.

Por Víctor Rodríguez

La voz “jaculatoria” es una palabra que actualmente está confinada al mundo de lo religioso. Proviene de la lengua de los latinos, ese pueblo que vivía en la región italiana donde fue fundada la ciudad de Roma. Estos habitantes utilizaban la raíz de lo que hoy es nuestra palabra “jaculatoria” para denominar el dardo, la flecha o cualquier otro objeto que tuviera como finalidad el ser lanzado con fuerza a la distancia.

Su actual significado guarda una estrecha relación con el sentido originario porque hoy utilizamos esa voz para referirnos a las cortas exclamaciones o plegarias que el amor y la confianza del cristiano le envía, como pequeñas flechas o saetas, al Señor, a la Santísima Virgen o a los Santos. “La jaculatoria, como la flecha o el dardo, es rápida. Como la flecha y el dardo pretende entrar en lo más profundo de Aquel a quien la dirigimos”.

La jaculatoria está compuesta por una frase corta: “Tú eres, oh Dios, mi fortaleza”; “Ruega por nosotros Santa Madre de Dios” o por un pequeño verso, un poema en miniatura: “!Oh María madre mía! Sé mi guía noche y día”; el beato Álvaro del Portillo en una entrevista que le fue hecha sobre el fundador del Opus Dei citó varias jaculatorias que rezaba San Josemaría y una de ellas era: “Tuyo soy, para ti nací, ¿qué quieres Jesús de mí?”.

En esa entrevista el Beato Álvaro contaba: “Al pedir la admisión en la Obra, nuestro Fundador me explicó el espíritu del Opus Dei, y me aconsejó rezar muchas jaculatorias, comuniones espirituales... y ofrecer numerosas mortificaciones pequeñas durante el día. Al hablarme de las jaculatorias, me explicó: Hay autores espirituales que recomiendan contar las que se dicen durante la jornada, y sugieren usar judías, garbanzos o algo por el estilo; meterlas en un bolsillo e irlas pasando al otro cada vez que se levanta el corazón a Dios, con una de esas oraciones. Así pueden saber cuántas han dicho exactamente, y ver si ese día han progresado o no. Y añadió: Yo no te lo recomiendo, porque existe también el peligro de vanidad o soberbia. Más vale que lleve la contabilidad tu Ángel Custodio.

Y continua diciendo el Beato Álvaro: “Evidentemente, el Padre utilizaba en Perdiguera aquella "industria humana" para ver cómo iba en la presencia de Dios. Después abandonó esta contabilidad, probablemente por el mismo motivo que me explicó.”

Pero en verdad el Padre, como se le solía llamar a San Josemaría entre los suyos, abandonó la contabilidad, no la costumbre de rezar jaculatorias. El Beato Álvaro en la entrevista mencionada decía que San Josemaría “sacaba las jaculatorias de la Escritura o del tesoro de la tradición cristiana, y estaban siempre estrechamente relacionadas con su vida interior”.

Para apoyar la oración en ciertas circunstancias, el fundador del Opus Dei recomendaba en el punto 92 de Camino: “ …cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes echar en el fuego troncos olorosos echa las ramas y la hojarasca de pequeñas oraciones vocales, de jaculatorias, que siguen alimentando la hoguera”.

​Por Víctor Rodríguez