La Primera Comunión de San Josemaría

San Josemaría hizo la Primera Comunión el 23 de abril de 1912, justamente a los diez años de haber sido bautizado. Siempre recordó con fervoroso candor los aniversarios de esa fecha, en que el Señor, como decía: quiso venir a hacerse el dueño de mi corazón.

San Josemaría hizo la Primera Comunión el 23 de abril de 1912, justamente a los diez años de haber sido confirmado. Siempre recordó con fervoroso candor los aniversarios de esa fecha, en que el Señor, como decía: quiso venir a hacerse el dueño de mi corazón.
Era la fiesta de san Jorge, patrono de Aragón y Cataluña, y día tradicional para la ceremonia, que tuvo lugar en la iglesia del colegio de los Escolapios. En el momento de recibir la Sagrada Comunión pidió por sus padres y hermanas, suplicando a Jesús que le concediese la gracia de no perderlo nunca.
En España no solían hacer los niños la Primera Comunión hasta haber cumplido los doce o trece años, costumbre seguida también en otros muchos países. Fue en virtud de un decreto de san Pío X, en 1910, cuando se rebajó esa edad al momento en que se alcanzase el uso de razón, alrededor de los siete años.
Un religioso escolapio, el padre Manuel Laborda de la Virgen del Carmen —el "padre Manolé", como le llamaban con afectuosa jovialidad los alumnos—, se ocupó de preparar a Josemaría. Y, en tanto llegara el tan esperado día de la Primera Comunión, le enseñó al niño unaoración que mantenía vivo su deseo: —«Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos». Oración que, desde entonces, recitó con mucha frecuencia.
La víspera del día señalado se llamó al peluquero para que le arreglase el peinado; pero al ir a cogerle un mechón de pelo con las tenacillas ardiendo, para hacerle un bucle, le produjo una quemadura en la cabeza. Aguantó el niño sin quejarse, para evitar una regañina al peluquero y no causar un disgusto. Más adelante terminaría descubriendo su madre la cicatriz de la quemadura. Y desde entonces, en los días de fiesta, el Señor anunciaría su presencia a Josemaría con el dulce criterio del dolor o de la contradicción, como una caricia.
Del libro: Vázquez de Prada, A.: El Fundador del Opus Dei. Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer, Vol. I: ¡Señor, que vea!, Rialp, Madrid 1997, Cap. I.

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