Iván: Un hombre de campo y escultor que ofrece su trabajo a Dios

Iván es, desde hace unos 25 años, agregado del Opus Dei. En su labor en el campo o en el taller sigue las enseñanzas del Evangelio, convive con sus padres y adelanta su apostolado con sus vecinos.

En Pacho, Cundinamarca, en el centro del país, existe una variedad de naranjas reconocidas por su tamaño, su color y su dulzura. Es una tierra templada por el clima y su vegetación.

En ese paraíso tropical vive Iván Linares.

Dos cosas le apasionaron desde niño: el trabajo en el campo y hacer esculturas. Sus conversaciones van desde cómo seleccionar semillas, cómo bajar del árbol las naranjas, cómo cortar agapantos y las heliconias o aves del paraíso en su mejor momento, cómo cargar una mula, cómo desgranar arveja y fríjol o cómo enfrentar una serpiente.

Pero se extiende en palabras cuando el tema es cómo diseñar, crear y levantar esculturas. Gasta horas cuidando cada detalle.

Tiene, hasta ahora, una colección de más de mil obras que adornan calles, jardines de conjuntos residenciales o puertas de ingreso de grandes edificios.

De manos fuertes y andar presuroso, quiso conocer más de Dios. Recibió de unos parientes unos libros y unas estampas de san Josemaría Escrivá de Balaguer. Un día, en uno de esos viajes a Bogotá, pasó por Hontanar, un centro del Opus Dei. “Yo quiero que me hablen de sus labores y mirar qué puedo hacer”, le dijo a la persona que lo atendió.

El Opus Dei –le comentó-- se propone promover entre personas de todas las clases de la sociedad el deseo de la perfección cristiana en medio del mundo. Es decir, el Opus Dei pretende ayudar a las personas que viven en el mundo —al hombre corriente, al hombre de la calle—, a llevar una vida plenamente cristiana, sin modificar su modo normal de vida, ni su trabajo ordinario, ni sus ilusiones y afanes”.

--Eso me gusta, contestó.

-- Bueno, acá hay diferentes medios de formación como charlas, cursos, círculos, retiros espirituales y otras ayudas para vivir la fe en medio del mundo.

-- Es que yo solo soy bachiller, por ahora trabajo como electricista y lo que me gusta es el campo adonde pronto espero volver.

-- Es perfecto.

-- Pero, además, un escultor.

--Todas las personas, en medio del mundo, en la vida corriente pueden ser del Opus Dei.

La charla vino con preguntas y respuestas e Iván se interesó aún más.

Mira, le dijo el interlocutor, San Josemaría, en una de sus homilías, “Amar al mundo apasionadamente”, recordó que “Dios nos llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir”.

Iván es, desde hace unos 25 años, agregado del Opus Dei. En su labor en el campo o en el taller sigue las enseñanzas del Evangelio, convive con sus padres y adelanta su apostolado con sus vecinos.

Hemos de ser santos, continúa San Josemaría, como hombres que tienen la gracia de Dios, porque sin la gracia divina y la protección de la Madre de Dios no haríamos más que bobadas: como un niño pequeño sin el cariño de la madre, sin el cuidado del padre, sin la protección del padre no haría nada, no podría defenderse”.