El 23 de mayo de 1953, a los 23 años, Helenita -como la solían llamar- se casó con Eduardo Borda Camacho, médico pediatra de gran prestigio. Tuvieron seis hijos: Eduardo, Manuel Antonio (que estos últimos años vivió con ella y la cuidó), Ana María, Juan Pablo, Miguel y Laura.
Helenita Soto de Borda, tenía un tono humano alto y gran cultura. Era elegante, fina, tierna y delicada en el trato.
La familia era una de sus prioridades. Fue muy "mimada", especialmente por la rama paterna y por su marido; también muy querida por sus hijos. Estaban muy unidos. Eduardo decía que ellos nunca habían discutido; cuando le preguntaban cómo había hecho para lograrlo, respondía: "decirle a todo que sí"...

Eduardo y ella fueron uno de los primeros matrimonios jóvenes que apoyaron el inicio de muchas labores apostólicas del Opus Dei en Bogotá. Eduardo fue supernumerario desde muy joven. Ella más adelante, ya casada; pidió la admisión en la Obra el 31 de mayo de 1963.
Ellos y otros matrimonios amigos (los Escallón, los Lozano, los Vargas...) son los que, en 1970, viajaron a México para ver a San Josemaría y en la salida de Montefalco protagonizaron el “famoso asalto” (escondidos, salieron de repente obstruyendo el paso del carro del Padre para saludarlo. Este hecho se recoge en un escrito que explica ese viaje del Fundador, con fotos y todo).
Helena, a su vez, fue un apoyo para su esposo siempre. Uno de los momentos álgidos fue cuando él y otros supernumerarios fundaron la Universidad de La Sabana, obra corporativa que actualmente cuenta con 181 programas y más de 12.000 estudiantes. Helena contaba que se lanzaron a esa "locura" en una reunión en el salón de su casa. Otro momento especial fue cuando él dejó el buen trabajo que tenía para iniciar la facultad de medicina de esta Universidad.
También ellos fueron fundadores y promotores de ASPAEN, una asociación de padres de familia que cuenta hoy con más de 30 colegios en todo Colombia (y que son obra corporativa o labor personal). Concretamente, Helena junto con otras supernumerarias muy amigas, Cecilia Escallón (quien además era su prima) y Marisa de Ortega, entre otras, iniciaron el Gimnasio Iragua. Estaban muy pendientes tanto de lo material como de la atención de los padres.
Cuando se buscaba un lote para construir una casa para actividades, en un paseo familiar descubrieron un terreno y avisaron al consiliario. Ahí se encuentra Torreblanca, la actual casa de retiros cercana a Bogotá.
Desde la fundación del Opus Dei, san Josemaría recordó que el matrimonio cristiano es un camino de encuentro con Dios a través del amor humano. Podcast, videos, textos y libros para navegar por las distintas etapas de esta aventura que se llama “familia” https://t.co/jvXrU8v2ZQ
— Opus Dei Colombia (@OpusDeiColombia) May 31, 2025
Aunque los hechos anteriores ya lo muestran, cabe destacar que tenía un profundo amor al Opus Dei. Vivió con fidelidad el espíritu de la Obra. Fue celadora muchos años (este encargo tiene ese nombre porque requiere velar por las otras supernumerarias del grupo). Llevaba a sus amigas y parientes a las clases de artesanías que se daban en su centro, El Nogal, como medio para que también se acercaran a Dios.
Cuando falleció su esposo Eduardo, el 4 de julio de 2019, fue un golpe durísimo para ella. Poco a poco se fue deteriorando cognitiva y físicamente, y ya no pudo asistir a los medios de formación en el centro. Cuando las de la Obra la visitaban, las recibía con un cariño inmenso, "de punta en blanco". Un sacerdote de la Obra acudió en diversas ocasiones a su casa, para administrar los sacramentos; lo hizo recientemente, cuando enfermó de neumonía y su hijo Manuel Antonio avisó enseguida a las del centro para solicitarlo. Además, de la parroquia le llevaban la comunión con cierta frecuencia.
Los últimos meses se fue debilitando. El sábado -día de la Virgen-, 26 de julio -fiesta de san Joaquín y santa Ana-, Dios la llamó a su presencia.
La Misa de exequias tuvo lugar el martes, 29 de julio. Estuvieron presentes personas de la familia, de la Obra, de la Universidad, amistades... Fue preciosa y entrañable; llena de agradecimiento. El sacerdote de la Obra que celebró destacó cómo, gracias a la fe y a la fidelidad, este matrimonio hizo verdaderos milagros... Y fue detallando los hechos narrados en esta nota... Incluimos una cita de la homilía, que lo expresa mejor:
"Esta mañana volví a escuchar esta frase de San Agustín, refiriéndose precisamente al Evangelio de San Juan que narra la resurrección de Lázaro: “Los milagros de nuestro Señor y Salvador Jesucristo impactan a todos los que los escuchan y los creen. Ciertamente, a unos de una manera y a otros de otra”. Y san Josemaría decía: "No soy «milagrero». —Te dije que me sobran milagros en el Santo Evangelio para asegurar fuertemente mi fe. —Pero me dan pena esos cristianos —incluso piadosos, «¡apostólicos!»— que se sonríen cuando oyen hablar de caminos extraordinarios, de sucesos sobrenaturales. —Siento deseos de decirles: sí, ahora hay también milagros: ¡nosotros los haríamos si tuviéramos fe!" (Camino n. 583).
La vida de Eduardo y Helenita es eso. Un milagro de vida, de una vida matrimonial llena de amor a Dios y de fe. Permitamos que “Los milagros de nuestro Señor Jesucristo nos impacten porque los escuchamos y los creemos. Quizás los que no hayan conocido a Eduardo y Helenita, me podrán preguntar: Padre, ¿y cuál es el milagro? Y les respondo nuevamente con San Josemaría: “Ya sabéis cuáles son los milagros grandes en el Opus Dei: la fidelidad, la perseverancia en nuestra vida ordinaria, ofreciéndosela continuamente al Señor”.
Respondiendo al amor (la vocación matrimonial)
Y al final de la Misa, Laura, la hija menor de Eduardo y Helenita, en nombre de toda la familia, leyó unas palabras de acción de gracias, especialmente por el amor recibido de su mamá y la educación recibida de sus papás
“En nombre de la familia Borda Soto, hijos, nietos y bisnietos, queremos agradecerles a todos por estar acá, acompañándonos en esta despedida, por sus oraciones, su solidaridad y su cariño.
Hoy me cuesta encontrar las palabras, porque ¿cómo se despide uno de su mamá, de quien le dio la vida, el amor más puro e incondicional? Mamá, Sotico, abuela, abuelita, Mamama, Soto, Helenita.
El cielo está de fiesta con tu llegada. Ya estás de nuevo con tu Bordita del alma para toda la eternidad. Eso nos hace felices, saberlos juntos de la mano, al lado de Nuestro Señor y de Mamá linda y cuidándonos desde el cielo.
¡Hoy estamos celebrando el grado de tu vida! Una vida ejemplar, santa, llena de Amor, fe, generosidad y bondad. ¡Tu ternura, tu vanidad y tu consentimiento!! ¡Nuestra consentida!
Nuestro refugio, guía y ejemplo.
Solo tenemos palabras de agradecimiento por TANTO amor, por estar ahí siempre, con tu fortaleza y entereza única. Valiente, luchadora, guerrera, emprendedora. Cualidades que cada una de las mujeres de esta familia te heredó, a mucho honor.
¡Qué orgullo ser tu hija!
Papi y tú nos han dejado el legado más espectacular donde el amor siempre prima, donde los valores, el respeto y dar ejemplo es lo más importante, donde todo se hace en manos de Dios.
Donde hacer feliz a Bordita y a Sotico era el éxito de su matrimonio. Y sí que lo lograron. 7 años de novios y 66 de casados... para ahora seguir juntos toda la eternidad.
Gracias, mamá, por cada gesto de ternura, por sufrir en silencio, por enseñarnos lo que es el amor verdadero. Tu ausencia se siente inmensa, pero tu huella es eterna. Hoy no te decimos adiós, sino hasta que nos volvamos a encontrar y como recordar es vivir, te recordaremos siempre y estarás viva en nuestros corazones.
Vuela alto, descansa en paz, mamá.
Te amo con todo mi corazón.”