Entrevista al nuevo Vicario para Colombia y Ecuador

"La condición de Vice Gran Canciller es más de estímulo, de orientación respecto al espíritu que anima el quehacer de la Universidad de La Sabana. En ese sentido, el reto será la cercanía con las personas y alimentar el estudio de las realidades de este mundo".

Esta entrevista fue publicada en el periódico Campus de la Universidad de La Sabana (Link para la descarga de la entrevista en Campus Universidad de La Sabana)

- ¿Cómo se define Jorge Mario Jaramillo?

Soy un caleño que, gracias a la Providencia divina, he tenido ocasión de vivir en lugares distintos por temporadas más o menos largas: además de Cali, he vivido en Bogotá, donde he pasado la mayor parte de los últimos 25 años, en Pittsburgh (Estados Unidos), Cartagena de Indias, Barranquilla, Roma y Sevilla (España). Esas experiencias han forjado un modo de ser adaptable a circunstancias cambiantes y dispuesto a la aventura.

Soy un sacerdote ordenado hace no muchos años, pero el Señor venía preparando mi corazón desde hace tiempo para este don tan grande. He podido comprobar la alegría de personas de todas las edades y condiciones al recibir la gracia o la asistencia espiritual, y no hago más que agradecer la condición de instrumento de Dios para esa tarea.

Soy una persona de espíritu universitario. Durante mi carrera de Derecho participé intensamente de la vida universitaria como monitor y representante estudiantil. Después de graduarme, fui profesor de asignaturas de Derecho en la Universidad del Norte y en la Universidad de La Sabana. Luego tuve la experiencia de cursar la Licenciatura y el Doctorado en Teología en la Universidad de la Santa Cruz, y ahora he tenido la fortuna de volver a las aulas como profesor de la Maestría de Teología en esta universidad.

Me considero sabanero de corazón, pues desde el año 2004 me vinculé como Director de Desarrollo Institucional, luego fui Secretario del Consejo Fundacional y ahora Dios me ha querido otorgar el honor de ser Vice Gran Canciller de la Universidad de La Sabana.

- Mucha gente se pregunta hoy por las vocaciones. ¿En dónde están las vocaciones?

Las vocaciones están en todas partes, porque cada persona ha sido llamada a la existencia por el amor de Dios o, como decía el Papa Benedicto XVI, cada uno de nosotros es fruto de un pensamiento divino y, por lo tanto, estamos en este mundo con un propósito.

Pero las vocaciones de entrega al Señor para misiones particulares dentro de la Iglesia surgen como consecuencia de procesos espirituales de distinta naturaleza: hay vocaciones que brotan en algunos desde pequeños, otras que llegan como algo repentino o fruto de una conversión más llamativa. Lo más habitual es que el encuentro con personas o situaciones que nos ponen cerca de Dios permiten que vaya madurando en nosotros una vocación específica.

En este último caso, que es el más común, juega un papel fundamental la formación religiosa, ética y humana que recibimos en la familia. Por eso me atrevo a decir que, en general, las vocaciones están dentro de las familias. Es muy importante que los padres estén abiertos a acompañar a sus hijos de tal modo que Dios pueda sembrar en ellos inquietudes de entrega.

Pbro. Jorge Mario Jaramillo Echeverry, nuevo Vicario Regional y Mons. Hernán Salcedo Plazas, ahora Vicario Secretario

- ¿Cuáles son los principales retos que asumirá en esta nueva posición en la Universidad de La Sabana y la circunscripción Colombia-Ecuador?

La premisa de todo es que contaré con la gracia de Dios, con el apoyo y la disponibilidad de muchas personas cercanas a los apostolados del Opus Dei. El principal reto será dejar actuar a Dios y estimular la iniciativa individual o colectiva tal como se vaya presentando.

Como Vicario regional del Opus Dei en Colombia y Ecuador, un primer reto es conocer las personas y las labores -sobre todo de Ecuador, porque las de Colombia las he venido conociendo en los últimos años-, para poder estar cerca de todos y alentar lo que ya se está haciendo. El paso siguiente será favorecer posibles sinergias y compartir buenas prácticas entre un país y otro. Estoy seguro de que el enriquecimiento será mutuo.

La condición de Vice Gran Canciller es más de estímulo, de orientación respecto al espíritu que anima el quehacer de la Universidad de La Sabana. En ese sentido, el reto será la cercanía con las personas y alimentar el estudio de las realidades de este mundo, para abrir perspectivas respecto al modo como una universidad de inspiración cristiana puede aportar a la sociedad en que vivimos.

- Teniendo en cuenta el ritmo tecnológico en el que avanza la sociedad y los nuevos dilemas que surgen con cada nuevo avance, ¿cuál debe ser el papel de la Universidad de La Sabana en las siguientes décadas?

La tecnología es una realidad que, desde que hizo su aparición de modo más intensivo, no ha hecho más que acrecentarse a un ritmo cada vez mayor. Por lo tanto, la sociedad no se puede concebir de aquí en adelante sin esa dimensión de la cultura humana.

La universidad es una sede fundamental donde la tecnología nace, se desarrolla o alcanza nuevas virtualidades. Por eso, la formación universitaria no sólo debe contar con los avances tecnológicos, sino que está llamada a producirlos, en colaboración con otras personas e instituciones.

Pero como es una realidad humana, la tecnología no se puede considerar sólo desde el punto de vista científico o instrumental, sino que requiere una asimilación desde perspectivas éticas, psicológicas o espirituales. Las ciencias humanas, la filosofía o la teología, por mencionar algunas, tienen que ofrecer respuestas a los interrogantes y retos que plantea la tecnología al ser humano. Esa reflexión debe darse en el ámbito universitario.

La Universidad de La Sabana ha venido avanzando en estos aspectos, mediante la creación o el fortalecimiento de programas de pregrado y posgrado donde se producen desarrollos tecnológicos, pero también cuenta con una facultad de Filosofía y Ciencias humanas, con un departamento de Teología y con valiosos recursos formativos como el Core curriculum. La importancia que viene dando al aprendizaje mediante proyectos de relevancia práctica es fundamental. Tal vez el reto de los próximos años, además de seguir consolidando lo que existe, es incrementar el nivel de interdisciplinariedad, en el que se incluyan más decididamente las perspectivas filosóficas y teológicas, y se cuente más con la empresa y el sector público.

- ¿Cuál debe ser el papel de la Universidad de identidad cristiana y centro del saber superior en medio de la convulsión y los desafíos actuales que presenta una sociedad como la colombiana?

Los desafíos actuales de la sociedad colombiana tienen causas complejas y diversas: una inequidad que se ha acrecentado cada vez más, la polarización de las posturas políticas que tienen su origen desde el momento mismo de la conformación de la Nación, o la corrupción y el narcotráfico, por mencionar sólo algunas. La universidad está llamada a reflexionar sobre estos problemas y ofrecer soluciones.

Pero la respuesta no puede ser solamente intelectual, sino que es fundamental una conversión del corazón. Cada uno de los que edifica esta sociedad está llamado a preguntarse cuál debe ser su contribución personal porque, como señalaba San Josemaría, un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo.

Muchos coinciden en que el papel de los jóvenes es decisivo para la construcción de un país donde haya acuerdos fundamentales sobre la dignidad humana, la repartición de la riqueza o las oportunidades para todos. La universidad es un entorno compuesto principalmente por gente joven, de modo que allí deben surgir propuestas y liderazgos relevantes. Los que surjan en una universidad de identidad cristiana deben llevar la impronta del mensaje de Jesucristo. Pienso que la lectura de la Encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco puede aportar grandes luces para hacer el diagnóstico de lo que está sucediendo y para emprender acciones concretas.

Desde hace tiempo, además, he albergado el deseo de que la Universidad de La Sabana acompañe más decididamente la formación de quienes se dedican a la función pública en Colombia. Sé que ya se viene haciendo desde distintas unidades, mediante programas interdisciplinares, pero todavía hay mucho por aportar en esta materia.

- ¿Qué podemos aprender de esta época de pandemia?

Nada de lo que sucede en este mundo, en esta historia, es ajeno a la Providencia divina. El Señor saca cosas buenas incluso de circunstancias tan negativas como las que hemos tenido que vivir por la pandemia del Covid-19, y hemos de aprender de ellas.

Hemos reconocido el enorme valor de la familia, ya que el aislamiento forzoso nos ha permitido convivir más con nuestros seres queridos. También entendimos la importancia de las relaciones de amistad y de parentesco, al experimentar la reducción de encuentros personales. Y, desde luego, nos hemos vuelto mucho más adaptables a los cambios y mejores usuarios de la tecnología.

En el campo espiritual, las personas han aprendido a valorar la oración personal y los sacramentos, a los que muchas veces no han podido acudir de modo presencial. Muchas personas han tenido que pasar por el dolor de la enfermedad o de perder a un ser querido, y todos hemos procurado reaccionar confortándolos a través de la oración y de la cercanía.

Por otra parte, ha salido a relucir el heroismo de la vida ordinaria de tantos que han dado lo mejor de sí para contener los efectos negativos de la pandemia. En particular, quienes se dedican a profesiones de servicio o al sector de la salud nos han dado ejemplo de solidaridad.

Pensando en el futuro, una enseñanza fundamental es la que mencionaba el Papa Francisco en los primeros meses del aislamiento: que todos en este mundo estamos conectados por los lazos de la solidaridad humana, y que no podemos seguir edificando esta sociedad sobre el paradigma del individualismo. Si lográramos dar pasos decididos en esta dirección, la pandemia no habría carecido de sentido.

- ¿Qué representa esta unión entre Colombia y Ecuador para la prelatura del Opus Dei? ¿Por qué y para qué estos cambios? ¿Qué implicación tiene para la Universidad?

El Prelado del Opus Dei, como resultado de un proceso sereno de reflexión en el que ha contado con el parecer de muchas personas, ha considerado que la reducción de estructuras organizativas sería beneficiosa para el desarrollo de las labores, puesto que permitiría disponer de más personas para atender directamente las necesidades de la gente. El aprendizaje de las competencias de gobierno, el desarrollo de instrumentos tecnológicos que facilitan la presencia remota y la facilidad de los viajes, hacen hoy posible este tipo de integraciones.

En el caso de Colombia y Ecuador, son dos países con orígenes históricos comunes, con características culturales similares y con un desarrollo de las labores de la Prelatura relativamente homogéneo. Por lo tanto, la integración del gobierno es razonable.

La Universidad de La Sabana se beneficiará de las buenas prácticas que puedan reconocerse en las labores corporativas del Opus Dei en el país vecino. Es posible que, además, se produzca un intercambio enriquecedor de personas para proyectos determinados. Desde hace años, en Ecuador existe una escuela de negocios parecida al Inalde que se llama IDE Business School, con sedes en Guayaquil y Quito, y una universidad de similares características que es la Universidad Hemisferios, con sede en Quito. Varios profesores de esos planteles son actuales o antiguos profesores de La Sabana.

- ¿Qué estrategias propondría para acercar a los jóvenes de la comunidad universitaria a Dios? ¿Cómo le explicaría a un joven lo que es el Opus Dei?

Un modo particularmente adecuado para acercarse a Dios es vivir la experiencia de la necesidad y el dolor ajenos. Por eso, las iniciativas de solidaridad son fundamentales en la evangelización de los jóvenes.

Por otro lado, todos sentimos vacíos, soledades o perplejidades en cualquier momento de la vida. Los jóvenes no son ajenos a estas vivencias. Incluso me atrevo a decir que son más vulnerables, en una sociedad que favorece ciertas actitudes individualistas. Acompañar a esos jóvenes a través de la amistad o de espacios como la asesoría académica personalizada son otro modo de que experimenten el amor de Cristo.

Gracias a Dios, en la Universidad de La Sabana existe una cultura de cuidado de los lugares sagrados: acudir al oratorio a rezar, buscar el consejo del capellán, prepararse para recibir los sacramentos, son medios a la mano de todos los estudiantes.

Para explicar el Opus Dei a los jóvenes se podría disponer de más recursos audiovisuales, ojalá interactivos, en las plataformas virtuales. Pero el principal modo de explicarlo es a través de la amistad y del ejemplo.

Por definir el espíritu del Opus Dei en una frase que pueda ser relevante para un joven diría que para vivir el mayor ideal al cual puede aspirar un ser humano, que es el amor a los demás, hay un camino totalmente confiable: el encuentro con Jesucristo. Ese amor se puede realizar de modo pleno cuando lo descubrimos en las cosas de cada día.

- ¿Cuál es el mayor aprendizaje y legado que ha tenido del padre Hernán Salcedo durante estos años y quien además continuará acompañándolo muy de cerca en su labor?

Cuando pedí la admisión en el Opus Dei, en el año de 1994, el padre Hernán Salcedo era ya el Vicario regional. Por lo tanto, para mí siempre ha sido un referente y así lo seguirá siendo.

En los años que he compartido con él como miembro de los consejos que ayudan al Vicario regional en el gobierno, he aprendido muchas cosas. Si tuviera que sintetizarlas en pocas palabras, diría que me gustaría tener su capacidad de acoger la riqueza de los demás y ponerlas al servicio de una persona o de un proyecto, respetando la iniciativa individual. Tiene la virtud de reconocer la profundidad de los problemas, aportar unas luces que ensanchan la perspectiva y dejar que cada uno ponga sus propias capacidades para resolverlos.

Me siento muy agradecido por contar con él como colaborador en esta nueva etapa, porque aportará la experiencia, la serenidad y la profundidad espiritual que han caracterizado su desempeño como Vicario regional durante casi 30 años.

- ¿Los valores compartidos de las personas que hacen parte de las organizaciones suelen ser determinantes en la cultura y planteamientos estratégicos, ¿de qué forma los valores convertidos en hábitos y virtudes pueden influir en la transformación y evolución de una organización como la Universidad de La Sabana?

La pregunta me recuerda una frase de Juan Pablo II que, refiriéndose a la fe de los creyentes, afirmaba que una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida. Sólo cuando incorporamos a nuestra vida personal unos determinados valores e ideas, entonces se pueden convertir en agentes de cambio a través de la propia conducta. Y los cambios que se consiguen individualmente, son verdaderamente transformadores cuando son compartidos por otros, que a su vez aportan su propia riqueza al conjunto. En la medida que esos cambios colectivos alcanzan estabilidad en el tiempo, se convierten en cultura. Y a partir de allí se sigue replicando el círculo virtuoso de la transformación.

En la Universidad de La Sabana puede suceder lo mismo si en cada uno arraiga el espíritu que mueve a esta institución, que es el deseo de hacer una contribución en el ámbito del saber superior animado por el mensaje de Jesucristo. Es un aporte que se da no solamente en la dimensión intelectual, sino a través de la conducta vivida.

Pido a Dios, por intercesión de San Josemaría que, como fruto de la coherencia personal de los miembros de la comunidad universitaria, el aporte de la Universidad de La Sabana tenga un impacto cada vez más amplio en la sociedad.

Esta entrevista fue publicada en el periódico Campus de la Universidad de La Sabana (Link para la descarga de la entrevista en Campus Universidad de La Sabana)