En Ibagué, apostolado “cibernético”

No se pierde el espíritu ni la energía, se habla de proyectos y de metas cumplidas, se comparten experiencias de cómo rezar el Rosario en familia, de hablar de Dios en medio de las circunstancias y de planear nuevas reuniones de formación.

Por Guillermo Romero

Ibagué es la capital del departamento del Tolima. Clima templado, de abundante vegetación colorida y de cielos donde el azul se estrella con el verdor de las montañas. Ciudad de personas trabajadoras y comprometidas con el desarrollo del país.

Desde hace varios años, algunos fieles del Opus Dei adelantan allí una labor apostólica, en la que cada mes viajan desde Bogotá para reunirse con muchas personas ansiosas de crecer envida espiritual y participar en los retiros mensuales.

Foto de la última reunión antes de la Cuarentena

Monseñor Miguel Fernando González, actual administrador apostólico de la ciudad contribuye también dando atención espiritual y catequesis. Las reuniones se suelen tener en algún salón de la Parroquia María Reina del Vergel, donde llegan comerciantes, estudiantes, abogados, músicos, administradores, periodistas, vendedores, en fin, todo tipo de personas que buscan solamente crecer y fortalecer su fe.

Mes a mes, desde hace tres años, asisten a las charlas de formación, personas como Santiago, César, Carlos, Jairo, Armando, Eduardo, Fernando, Néstor y tantos otros, que, además invitan a los amigos siguiendo el ejemplo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, que decía en Camino: “Las vocaciones de apóstol las envía Dios. Pero tú no debes dejar de poner los medios: oración, mortificación, estudio o trabajo, amistad, visión sobrenatural..., ¡vida interior!”.


Con motivo de esta pandemia –que obliga al encierro—también hace que surja la creatividad y por eso nuevas maneras para estar en contacto, para no perder el hilo del apostolado: los portales virtuales han sido un medio eficaz para las reuniones. Por medio de estas redes se han seguido teniendo las charlas doctrinales, los círculos de formación espiritual o, simplemente, compartir unos con otros, para saber cómo están y qué nuevos planes tienen. Paradójicamente, ahora en cuarentena, hay más actividad que antes, y las charlas de formación pasaron de ser mensuales a semanales.

No se pierde el espíritu ni la energía, se habla de proyectos y de metas cumplidas, se comparten experiencias de cómo rezar el Rosario en familia, de hablar de Dios en medio de las circunstancias y de planear nuevas reuniones de formación.

Crecen las tareas y surgen más y más ideas para desarrollar.

Como en los tiempos de Isidoro Zorzano

Se oyen ejemplos como las historias del venerable Isidoro Zorzano, uno de los primeros fieles del Opus Dei, que trabajaba de mil maneras para continuar con la labor apostólica en plena Guerra Civil Española, con una persecución religiosa, balas de un lado y otro, escases económica, peligros de asaltos, pero él buscaba mil maneras para llevarles alimentos, encargos, misivas o razones a los miembros del Opus Dei que estaban escondidos, o a quienes estaban presos o enfermos.

Por su condición de extranjero, recorría Madrid llevando comida, medicinas y víveres, pero le preocupaba que todos recibieran una formación espiritual impartida en ese momento por san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Contaba el beato Álvaro del Portillo, que «el Padre (san Josemaría) nos hacía todos los días la meditación, mañana y tarde. Uno de nosotros [...], en cuanto terminaba la media hora de oración, la recomponía por escrito. Procuraba ajustarse cuanto podía a las palabras, al estilo del Padre. Y cuando venía Isidoro, se llevaba las oraciones escritas, para, en su casa de la calle de Serrano, hacerlas con otros de la Obra que podían andar por la calle».

Según relato de José Miguel Pero-Sanz, a Vicente Rodríguez Casado le lleva Isidoro esos textos a la Legación Noruega: «Nos metíamos», cuenta Vicente, «en el garaje y allí hacíamos la oración [...] con lo que el Padre había dicho al dirigir la meditación».

El venerable Isidoro no deja de ser fuente de inspiración en estos momentos de pandemia para miles y miles de personas que esperan ansiosas palabras de aliento y el mensaje del Evangelio.

En Ibagué se encomiendan al venerable Isidoro para que les ilumine con ideas y les permita seguir adelante, así sea con un apostolado virtual.

Guillermo Romero