Ecos de la visita del Prelado del Opus Dei a Colombia

Profundizar más en el amor de Dios, rezar por la Iglesia y por las intenciones del papa Francisco, cuidar a la familia, leer más el Evangelio: estos y otros temas aconsejó el Prelado en su visita a Colombia.

Profundizar más en el amor de Dios, rezar por la Iglesia y por las intenciones del papa Francisco, cuidar a la familia, leer más el Evangelio, estudiar el Catecismo, acrecentar las labores de apostolado, pedir por las conversiones, querer la Santa Misa y “sed enteramente marianos”: estos y otros temas aconsejó en muchas de las reuniones que sostuvo entre el 10 y el 16 de agosto Monseñor Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei ,en su visita apostólica al país.

La noticia de su viaje a Colombia se confirmó el 24 de julio y se anunció que, después de pasar por República Dominicana y Trinidad y Tobago, llegaría a Bogotá el 10 de agosto.

Tenía muchos deseos de venir a Colombia”, fueron sus primeras palabras al arribar al aeropuerto El Dorado.

Hacía 14 años que no pisaba tierras colombianas. Durante estos 7 días, además de las tertulias que tuvo en Bogotá, Medellín y Chía, el Prelado sostuvo reuniones con la mayoría de los fieles del Opus Dei, atendió a decenas de personas que querían saludarlo; agradeció a quienes lo atendieron y visitó algunos enfermos.

Unas 20 mil personas tuvieron la oportunidad de conocerlo y escuchar sus enseñanzas sobre el amor a la Virgen, la vida corriente y la santidad, el trabajo ordinario, la juventud, la familia, el apostolado y las nuevas vocaciones.

La primera tertulia la realizó en la mañana del martes 11 de agosto con unos 150 sacerdotes, tanto de la Prelatura, como de otras circunscripciones, que vinieron a escucharlo y les pidió a todos su bendición, los animó a ser fieles a la Iglesia, a amar cada día a la Virgen, a dedicarle más tiempo al Evangelio y a permanecer más horas en el confesionario. También les pidió oraciones por el Sínodo de los Obispos que se tendrá en Roma el próximo mes de octubre.

Comentó a los sacerdotes presentes que San Josemaría hacía un apostolado profundo con la piedad como celebraba la Santa Misa y animaba para que cada instante fuera, para quienes asistían, un momento para tener la máxima presencia de Dios. Recordó la importancia de leer más el Evangelio y no conformarse con los pasajes que se leen en las lecturas diarias de la Misa, sino que también es bueno dedicar algunos minutos para saborear las palabras de Jesucristo y meterse en cada una de los escenas.

Luego, en la tarde, en Chía, en la Universidad de La Sabana, al norte de Bogotá, se congregó con unas 7 mil personas, entre ellas estudiantes, profesores, directivos y amigos de la Universidad de La Sabana a las que pidió dedicar más tiempo al estudio y a la vez no descuidar el tiempo previsto para el descanso y la familia.

Fue un encuentro cercano con los asistentes, de quienes recibió varias preguntas sobre situaciones cotidianas. La primera llegó de un médico, profesor investigador, quien dijo ser cuestionado por su libertad en el manejo de cátedras e investigaciones, por el hecho de trabajar en una universidad de inspiración cristiana. Monseñor Echevarría insistió en la libertad y la búsqueda de la verdad encaminada al servicio y el bien.

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Otro médico, que se identificó como profesor, esposo y padre, musulmán practicante, le consultó cómo fortalecer el diálogo interreligioso y superar la intolerancia de la sociedad. “En 1950, san Josemaría Escrivá habló con la Santa Sede sobre la posibilidad de nombrar cooperadores de otros cultos”, recordó Monseñor Echevarría. El Prelado insistió en que se debe respetar la fe de los otros, “porque somos hermanos y acá siempre encontrarán comprensión”.

Además llamó a mantener la unidad familiar y reclamó la necesidad de que los padres compartan tiempo con los hijos. Así respondió el tercer interrogante, también de una docente de la universidad, que pidió una guía sobre cómo hablar con los hijos temas sobre la familia que a veces en casa suelen no tocarse. “Si quieren a sus hijos, tienen que arrancar tiempo de sus ocupaciones. Por ejemplo, es mucho más importante sentarse alrededor de la mesa a hablar de cómo les fue en el día, que ver la serie de televisión”, señaló.

Se refirió también al matrimonio: “No hay vínculo como el compromiso. Lo lógico es que nos queramos hasta el final de la vida. Ese compromiso nos obliga a cuidar y amar a la pareja. Al mismo tiempo, que nos demos cuenta de que los hijos han sido fruto de ese amor y no de una cuestión fisiológica”.

La tertulia concluyó con una oración por el papa Francisco, las autoridades del país y de la universidad.

El miércoles 12 viajó a Medellín, donde se reunió con más de 4 mil personas en el Centro de Convenciones Plaza Mayor. La cita estaba programada a las 6 de la tarde, y el Padre, como se le dice cariñosamente en el Opus Dei al Prelado, llegó con antelación. El inicio fue puntual y nada más subir a la tarima preparada para que todos los asistentes pudieran verle, sorprendió a los asistentes con el saludo a “los paisas y a las paisas”, como se les llama a los antioqueños.

Un fuerte aplauso se escuchó tras el saludo tan afectuoso. El Padre habló unos minutos sobre el perdón, la reconciliación y el deseo de paz para todos los colombianos. Luego vinieron las preguntas: sobre la educación de los hijos en la fe, sobre el deber de llevar almas a Dios y la importancia de hacer apostolado; una a una, el Padre fue respondiendo y haciendo bromas a los asistentes, contando divertidas anécdotas. Con ese ambiente alegre se pasaron cincuenta minutos en los que el Padre animó a todos a seguir a Jesús y a llevar su mensaje a todos los hombres.

Como es habitual en las reuniones de familia que sostiene en todos los lugares que visita, terminó pidiendo oraciones por el Papa; además, en esta ocasión como en Bogotá, insistió que se rezara especialmente por el sínodo de la familia que tendrá lugar en octubre. Antes de marcharse recomendó a todos, y recordó que él lo hace, estudiar el Catecismo de la Iglesia, donde está recogida la doctrina segura sobre la fe católica.

Les habló sobre la manera como san Josemaría era práctico a la hora de dar consejos: por ejemplo, les decía a las parejas: “Tenéis que quereros cada día más. Cuando vuelvas a casa, le decía a ella, prepárate un poquito, sacas del bolso la polvorera y delante del espejo te pones guapa y entras en la casa con una sonrisa muy grande que no quepa ni en el portal ni en la habitación que ocupáis. Algo similar para ellos. ¡Bendito matrimonio! y pedid por todos los matrimonios y también por el próximo Sínodo para que se confirme –que se va a confirmar—lo que es la doctrina de la Iglesia, matrimonio indisoluble, uno con una y para siempre, para siempre y para siempre”, manifestó.

El viernes después de su regreso a Bogotá, se reunió con más de 400 jóvenes en la Biblioteca del Gimnasio de Los Cerros a los que les pidió que no tuvieran miedo de lanzarse al mundo para hablar de Dios y para hacer apostolado. “No desanimarse si alguno no quiere seguir a Dios; hay millones en el mundo, dispuestos a darlo todo por Él”, les comentó.

Les recordó la historia de la conversión de un carpintero que en México debió restaurar un crucifijo y, mientras le daba un martillazo para clavarlo de nuevo en la cruz, sintió los deseos de cambio y transformar su vida.

Ante la pregunta de un joven universitario que dedica parte de las tardes de los sábados a hacer labores sociales como dar catequesis o acompañar ancianos y enfermos, les habló del año de la Misericordia que el Papa Francisco ha convocado para el próximo año.

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En Bogotá, a un grupo de mujeres, les solicitó estar pendientes de la educación de los hijos, de la labor apostólica de la Iglesia y de cuidar los detalles en el matrimonio.

Al celebrar la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, en una tertulia con más de 700 fieles del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría recordó las enseñanzas de san Josemaría Escrivá de Balaguer sobre su amor a la Virgen, de sus permanentes jaculatorias a lo largo del día y de cómo el 15 de agosto de 1958, en Londres, en el puerto de Dover, se despidió de sus hijos con un “Sancta Maria, Regina Angliae, filios tuos adiuva!, Santa María, Reina de Inglaterra, ayuda a tus hijos”.

Dos jóvenes fieles del Opus Dei le solicitaron un abrazo y él accedió con el mayor de los gustos. Pidió aumentar los esfuerzos para crecer la labor apostólica en Colombia

El domingo 16, horas antes de despedirse de Colombia, pidió a los más de 7 mil asistentes a la reunión en la Universidad de La Sabana no escatimar esfuerzos para el amor.

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Amor por la Iglesia, por el Papa, la Virgen, el matrimonio, los hijos, los hermanos, los padres, los amigos: “En Colombia tenéis un gran corazón, por eso os digo: quereos mucho, que os queráis, que sea con el mismo amor de Jesucristo, como decía san Josemaría, porque nada es difícil para el que quiere, para el que ama”.

Al finalizar, un grupo de jóvenes le cantó la canción “El regreso”; esto le dio pie en la despedida a decirnos: “La Obra de Dios se ha extendido por el mundo entero y este es uno de los setenta países donde se encuentra, y despedirse es un momento difícil. Recuerdo cuando san Josemaría se despedía de un hijo suyo que tendría que irse a otro lugar, a iniciar una labor o a su trabajo, le decía que cuando fuera en el avión, rezara por la gente de aquellas nuevas tierras. Así será mi despedida: me llevaré a Colombia como presencia de Dios y me acordaré de cada uno y de cada una de vosotros porque me llevo vuestro cariño y sólo puedo deciros: gracias, gracias, gracias”, concluyó e impartió su bendición luego de rezar el Ángelus con todos los asistentes.