"Basta, hay que hacer algo"

Decenas de personas acuden diariamente al comedor de la parroquia de Belén y San Roque de Jaén (España) en busca de la única comida caliente del día. Cada vez son más las familias que acuden en busca de un plato de garbanzos, de lentejas o de arroz.

José María Pardo, promotor de este comedor junto con otras personas, nos cuenta cómo nació.

Un día de junio de 2009 al entrar en mi parroquia de Jaén, dedicada a Nuestra Señora de Belén y San Roque, miré de un modo especial a los pobres sentados en las escaleras. Me afligía el corazón verles allí sentados agotados por el calor andaluz. Varios mendigos tenían la mano extendida y yo pasaba cada día intentando cerrar los ojos. “Déjate de sentimientos, que te vas a complicar la vida”, me decía, hasta que el corazón dijo: “basta, hay que hacer algo”.

Pensé que debía buscar dinero para que esas personas pudieran comer algo saludable... Por mi parte, soy arquitecto y quizá tengo la vida resuelta (con los problemas cotidianos de cualquiera), pero al hacer la oración diaria en esa parroquia meditaba la vida de San Josemaría y su encuentro con los necesitados. Descubrí que el fundador de la Obra se enfrentaba a la realidad buscando soluciones positivas en su trato directo con los enfermos y pobres de Madrid en los comienzos del Opus Dei. Así que yo tampoco me podía quedar tranquilo viendo los sufrimientos de las personas de mi ciudad. Y recordaba cuánto bien me hicieron –como estudiante de arquitectura en los años 60 en Madrid– aquellas visitas a personas desfavorecidas en el barrio del Pozo del Tío Raimundo, acompañado por amigos y colegas que frecuentábamos Gurtubay, un centro de la Obra. Nació en mí una semilla social que yo aprendí en el Opus Dei y que me hizo impartir clases nocturnas a personas sin estudios en ese barrio por algunos años…

José María Pardo, arquitecto, promotor de este comedor junto con otras personas, relata los comienzos de esta labor social en Jaén.

Me reuní con mi viejo amigo Paco ese mismo día y planteamos a nuestro párroco una posible solución. Una solución alimenticia al problema de la crisis y de las personas que no tenían pan. “Necesitamos un comedor grande donde quepa todo desamparado”, dije al párroco. Ciertamente, nuestro comedor no era inmenso. Teníamos un espacio de ocho metros cuadrados de superficie, con cuatro paredes y un tejado. Pero suficiente para empezar a distribuir bocadillos, batidos y fruta a nueve personas.

Pero no sólo das comida. Das cariño a la soledad. Quizá todo se resume en tener paciencia... Paciencia porque la masiva afluencia de personas necesitadas nos hizo pensar en una ampliación de la cocina y del comedor. Redactamos un proyecto y lo pusimos en manos del párroco. Al llegar a oídos del obispo quiso conocer el comedor de primera mano y nos visitó. Todos quedamos contentos y el obispo –muy emocionado– nos animó a continuar. Días después nos dieron la licencia para las obras del nuevo comedor, que hemos inaugurado antes del comienzo de la campaña de la recogida de la aceituna, momento en el que más personas necesitados acuden a Jaén en busca de trabajo. Hoy, tras cuatro años, hemos pasado de nueve a un centenar de personas a las que ofrecemos un plato caliente cada día. Ahora somos una familia algo más grande, como señalan algunos en la prensa . Todos cabemos. Y nosotros estamos contentos con el trabajo de voluntarios, amigos y parientes que ponen gran ilusión. Ofrecemos cocido, alubias con oreja y chorizo o sabrosos macarrones con tomate. La comida la conseguimos del Banco de Alimentos (muy generosos con nosotros) o de panaderías, lecherías del barrio y fábricas de embutidos de la zona. Y también gracias a donativos anónimos que nos dan dinero para comprar productos básicos.

Aunque me cuesta abandonar la oficina de arquitecto, donde me reclaman mil asuntos, trato de servir al prójimo más necesitado. Aprendo de la generosidad y dedicación de los voluntarios. Por eso, sólo puedo dar las gracias a mi párroco y a San Josemaría por haber puesto en mi vida la semilla de la pobreza y la responsabilidad social.