«Señora, su marido es un milagro, créalo»

​Hace poco más de tres años, me encontré de repente, sin saber por qué, debatiéndome entre la vida y la muerte, en una batalla brutal y frontal. Durante el tiempo que duró esta larga batalla, le vi la cara a la muerte. Pero, ¿qué fue lo que pasó? Os lo cuento gracias al beato Álvaro del Portillo.

Era el domingo 9 de agosto del 2015 e íbamos a llevar a mi hermano desde León, donde estábamos comiendo tranquilamente, hacia Aguascalientes, donde él vive. Partimos poco antes de las 22:00 h. mi esposa, mi hermano y yo, en una camioneta. En el tramo de carretera de León-Lagos de Moreno, yo iba manejando por el carril de alta velocidad a unos 100 km/h., cuando de repente, salió un caballo desde el muro de contención por una pequeña separación que dejaron en el muro, exactamente en el momento que nosotros íbamos pasando.

El caballo alcanzó a golpear el costado de la camioneta del lado del piloto y el poste del parabrisas pegó en el cuello del caballo, por lo que chicoteó la cabeza, rompiendo el parabrisas y golpeando contra mi cabeza, destrozándome la mitad del cráneo (...). Gracias a Dios, esto sucedió en una recta y mi hermano venía adelante de copiloto, por lo que como pudo, logró enfrenar y orillar la camioneta.

Me llevaron en ambulancia a la clínica más cercana, que era en Lagos de Moreno, donde diagnosticaron “hundimiento parietal derecho, edema cerebral, Trauma Cráneo Encefálico Severo, NSA Fisher IV y trauma cerrado de tórax” y ahí me trataron de estabilizar durante 11 horas, ya que todos mis signos vitales estaban al mínimo. Me estaba muriendo.

Mientras tanto se notificó del accidente y corrió la voz entre familiares y amigos, por lo que se formaron, desde el primer día, varias cadenas de oración a través de grupos de WhatsApp, donde pedían con profunda fe mi completa recuperación, por la intercesión del beato Álvaro del Portillo, a la misma hora todos los días en diferentes ciudades y países.

Por el tipo de cirugía que yo requería de urgencia, me tuvieron que trasladar en otra ambulancia a un hospital de León (...). Al llegar al hospital de León, comentaron que hubo una importante crisis en el camino y me tuvieron que reanimar, dejando claro el peor de los pronósticos.

Ocho horas de cirugía, una semana en coma y dos en terapia intensiva

Ya en el hospital de León, inmediatamente ingresé a quirófano donde me realizaron una craneotomía descompresiva (...). Durante las ocho horas que duró la cirugía, los médicos que entraban y salían apostaban a que yo no salía con vida. Y las cadenas de oración seguían con más intensidad. Posteriormente a la cirugía me dejaron una semana en coma y dos semanas en terapia intensiva en observación, para ver si despertaba y cómo despertaba, ya que el médico neurocirujano que me operó pronosticaba muchas secuelas si lograba despertar, como, por ejemplo, afectación en la movilidad de piernas y brazos, no acordarme de nada, ni de nadie, imposibilidad de hablar y escribir, etc.

Durante el tiempo que estuve en terapia intensiva recibí la Unción de los enfermos, llegaron muchos familiares y amigos y llenaban las salas de espera y las cadenas de oración seguían con fuerza. Después de seis días me desperté del coma como si nada hubiera pasado, con perfecta movilidad, recordando a toda mi familia y con hambre, pero molesto porque estaba amarrado de pies y manos y no me podía persignar. Salí de terapia intensiva y me tuvieron que realizar otra cirugía en un ojo el 27 de agosto del 2015. Y las cadenas de oración seguían con mucha intensidad.

“Señora, su marido es un milagro, créalo”

Después de un mes del accidente, salí del hospital caminando para continuar con mi recuperación en casa, pero con cuidados excesivos, ya que tenía que dar tiempo al cerebro y duramadre (capa protectora del cerebro) a recuperarse, por lo que durante ese año tuve que traer un casco de bicicleta como protección y medicina anticonvulsiva, sin poder trabajar, estudiar o estresarme. Y las cadenas de oración seguían con mucha intensidad.

El subdirector de la clínica de Lagos de Moreno (donde me atendieron en un inicio), después de un mes, se comunicó con mi esposa para dar seguimiento a mi caso y, al enterarse que ya había salido del hospital, que todo iba bien, que no tenía secuelas, es decir, que caminaba y hablaba perfectamente, comentó: “Señora, su marido es un milagro, créalo. Su marido estaba en la línea entre la vida y la muerte”.

Cadena de oración por intercesión del beato Álvaro del Portillo

Finalmente, después de un año, me programaron para otra cirugía el 2 de agosto del 2016, donde me colocaron (...) una malla de titanio con una resina epóxica encima (...). Y las cadenas de oración seguían con mucha intensidad. Todo salió perfecto en la cirugía y en tres días salí del hospital nuevamente para continuar con mi recuperación en casa, y seguí yendo al hospital, pero solo para revisión y seguimiento del doctor.

Aunque acepto que durante todo este tiempo pasamos altibajos emocionales, estaba completamente seguro de que, con el gran equipo de oración que se formó, algún día abrazaría por completo la victoria. Y, por fin, el 8 de septiembre del 2018 me dieron mi alta definitiva, por lo que ya me dieron permiso de regresar a mis actividades normales tanto de trabajo, como de estudios.

Agradezco al beato Álvaro del Portillo por su intercesión para mi completa recuperación, y a mi familia y amigos que hayan formado desde el primer día las cadenas de oración para que esto se concrete. Algunas permanecen vigentes hasta el día de hoy, ya que viendo los resultados extraordinarios, ahora continúan para pedir por cualquier otro enfermo, accidentado o petición especial de la familia.

J.C.B.C., México


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