Una JMJ preparada con mucha oración por el Papa Francisco, ya comienza a dar frutos: los miles de jóvenes que abarrotan las calles de Río desbordan alegría y piedad y comienzan a percibir en sus almas que éste no es un viaje más. Ellos son atraídos por los brazos del Cristo Redentor, quienes como dice el Papa “quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: Vayan y hagan discípulos a todas las naciones”.

  De ello dan cuenta un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de los Andes que se encuentran en Río con profesores y uno de los capellanes y que buscan estar en sintonía con el itinerario de ya casi treinta años de las Jornadas mundiales de la juventud queridas por el próximo aclamado santo, Juan Pablo II.

Ellos quieren, como lo señaló el Papa Francisco en su último Ángelus antes de partir a Río ser: «Los protagonistas en esta semana (…). Todos aquellos que vengan a Río quieren escuchar la voz de Jesús, escuchar a Jesús: Señor, ¿qué debo hacer con mi vida? ¿Cuál es el camino para mí?».

Para Andrés Siles, alumno de IV año de Derecho: "lo que más me ha impresionado es el ambiente de la jornada...  En el sentido de la universalidad de la Iglesia, que es realmente Católica". 

Juan Pablo Larraín, también de Derecho, agrega que le ha impactado: " la cantidad de gente que ha venido... El que la Iglesia se está apagando no es cierto... La Iglesia está más viva que nunca". Y añade también que todo el esfuerzo ha valido la pena: falta de sueño, pasar un poco de hambre, todo es poco “si venimos a ver al Papa”. Así es como estos jóvenes se han sentido atraídos por ese mensaje que entrega el Obispo de Roma “con Cristo en el corazón no se envejece jamás, aunque se tenga 70 u 80 años”

  Ricardo Toloza, alumno de enfermería, añade que “destacaría la unidad... Tantas culturas distintas que venimos por lo mismo".

Así lo recalca también el Papa Francisco en la encíclica Lumen Fidei en relación a otras jornadas mundiales de la juventud, “se unen a manifestar la alegría de la fe, el compromiso de vivir una fe cada vez más sólida y generosa. Los jóvenes aspiran a una vida grande”

Este es el testimonio de un puñado de jóvenes que son solo un botón de los miles y miles que acompañan estos días al Papa, que como les señaló en el largo trayecto desde Roma a los periodistas que le acompañaron en el avión: «Este primer viaje es justo para encontrar a los jóvenes −dijo −, pero encontrarlos no aislados de su vida: sino que quisiera encontrarlos en el tejido social, en la sociedad. Porque cuando aislamos a los jóvenes cometemos una injusticia: les quitamos su pertenencia. Los jóvenes tienen una pertenencia: una pertenencia a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe... ¡Tienen una pertenencia y no debemos aislarlos! ¡Pero, sobre todo, no aislarlos de toda la sociedad! Ellos −¡de verdad!– son el futuro de un pueblo: ¡eso es verdad! Pero no sólo ellos: ellos son el futuro porque tienen fuerza, son jóvenes, van hacia adelante»