Una vocación joven y bien pensada

Nini Izcue tiene 24 años y es la mayor de 7 hermanos. Estudia Administración de Servicios y si bien su vocación es reciente, el camino para encontrarla comenzó hace algunos años. La novena protagonista de la serie 9 mujeres en los 90 años del Opus Dei, nos relata cómo Dios, a pesar de las dificultades, no la dejó sola en este proceso.

Nos cuenta Nini:

“A mi mamá le costó mucho tener hijos en su primera etapa de matrimonio, (se ríe) y en ese entonces mi abuelo les dijo a mis papás que le rezaran a don Álvaro del Portillo, quien había muerto hacía poco tiempo. Con mucha devoción toda la familia se encomendó a él y con su gracia, aquí estoy. Mis papás le tienen muchísimo cariño y le agradecen que yo haya nacido y, además, haber tenido después ¡otros 6 niños! Yo también lo quiero mucho, y de chica mi mamá le puso Álvaro a mi ángel de la guarda.

El último año de colegio coincidió con la beatificación en Madrid de don Álvaro y tuve la inmensa suerte de asistir a la ceremonia. ¡Fue una experiencia inolvidable! Me impresionó el ambiente de alegría, la diversidad cultural, ver a tanta gente reunida para celebrar la vida santa de un sacerdote, y agradecí mucho a Dios poder estar ahí.

Al volver del viaje tenía que dar la PSU y una prima me dijo que fuera a estudiar a Espoz, un centro de la Obra, porque era un buen lugar para poder concentrarme. Al año siguiente empecé a ir a círculo con un grupo de amigas y cuando supe que habría una convivencia de formación yo quise ir a pesar de no saber de qué se trataba. Lo impresionante es que de las que fuimos, al volver, algunas de ellas pidieron la admisión al Opus Dei. Después supe que varias de ellas habían ido para pensar bien su vocación. En mi caso, me sirvió para darme cuenta de que ‘algo pasaba’ y tenía que averiguarlo.

En 2017 yo tenía 21 años y veía claramente que esa inquietud interior iba tomando más forma y que no podía seguir evadiéndola. Tenía dirección espiritual y en septiembre de ese año me di cuenta de que quizás Dios me pedía más de lo que yo estaba dispuesta a ‘ofrecer’; fueron unas semanas de mucha oración, conversación y de estar dispuesta a ‘lo que Dios quiera’. Un mes antes de la venida del Papa Francisco, en enero 2018, ya había concretado que mi vocación era de supernumeraria.

Hace algunos años, Nini y su familia.

Dudas e inquietudes

Ese verano fui a misiones y luego me hice cargo de un grupo de jóvenes para ayudar en la venida del Papa. Durante esos días nos alojamos en la residencia universitaria Araucaria y fue entonces cuando me bajó una gran inseguridad respecto a la vocación, tanto que incluso me costaba estar a cargo de ese grupo. Pasó el verano y me alejé del centro y del Opus Dei, hasta el punto que nunca más contesté un whatsapp de las amigas del centro. Sin embargo, como no quería quedarme sin formación, me uní a un grupo de charlas en una parroquia.

Mi vocación me ayuda a encontrar a Dios en el trabajo diario y me da fuerzas para ser coherente con lo que pienso y enfrentar todas las dificultades que se me presentan.

Luego de un tiempo me di cuenta que era necesario retomar mi dirección espiritual y en agosto de 2018 volví al Opus Dei; y ya tenía claro cuál era mi camino. La directora del centro al que voy, Rocalta, que queda junto a la Clínica de la Universidad de los Andes, me dijo que a raíz de todo el proceso por el que había pasado, sería mejor esperar un poco antes de escribir la carta pidiendo la admisión al Opus Dei. Pero yo estaba muy decidida, por lo que seguí insistiendo una y otra vez hasta que un día la directora me dijo: “Cuando haya brócoli de comida en la casa, ese día, hacemos la carta”. ¡Qué me han dicho! Al día siguiente le llevé un brócoli y, entre risas, me dijo: Ya, escríbela. Fue el 15 de mayo del 2019, día internacional de la familia. Me gustó mucho haberlo hecho en esa fecha, ya que me confirmó que con mi vocación voy a santificarme en la familia.

Flo Donoso y Nini en Londres cuando asistieron en 2019 al congreso de la IFFD.

Proyecto Personal

En marzo de 2019 una amiga, Flo, me contó que en la IFFD, organización internacional dedicada al desarrollo de la familia, querían comenzar en Chile unos cursos de Proyecto Personal* para jóvenes entre 23 y 28 años. Me gustó mucho la idea de formar parte y tuve la suerte de partir en octubre a Londres al congreso internacional de la IFFD. Ahí tuvimos reuniones con jóvenes a cargo de Proyecto Personal en todo el mundo y nos hicimos muchos amigos, especialmente de los de Latinoamérica.

Soy joven, sigo estudiando, la vida está llena de incertidumbres, pero sí tengo una cosa clara: hay un norte al que apuntar que es Dios.

En marzo, con la llegada del coronavirus, hicimos nuestro primer curso online y participaron 40 jóvenes de 6 países. Las temáticas de los seis cursos que realizamos durante el año fueron Comunicación afectiva, Libertad y Responsabilidad, Trascendencia, entre otros. Está dirigido a quienes están terminando sus estudios o que ya comienzan a trabajar, solteros o pololeando, porque es una etapa de la vida en que las decisiones ya son propias y, por lo tanto, hay que ser responsable y consciente de sus consecuencias.

Siempre me ha movido el tema de cuestionarse, del fundamento detrás de cada decisión y de ayudar a que no se tomen ‘a tontas y a locas’, sino pensando y conociendo las consecuencias que tienen. Lo mejor es que el curso te ayuda a hablar de temas obvios con tus amigos o tu pareja, pero que muchas veces no te das el tiempo de hacerlo.

Con su grupo de amigas del colegio. “Algunas veces cuando voy a ir a confesarme invito a mis amigas. Siempre hay alguna que me pide que la pase a buscar”.

Soy muy feliz, mis amigas se dan cuenta de eso a pesar de que muchas no entienden mi decisión, pero la gracia de la vocación me ayuda a estar firme con lo que creo. Soy joven, sigo estudiando, la vida está llena de incertidumbres, pero sí tengo una cosa clara: hay un norte al que apuntar que es Dios. Siempre se puede volver a empezar, el camino está marcado, y el final es muy claro”.

*Para más información sobre los cursos de Proyecto Personal puedes escribir a imarraztoa@iffdchile.cl