Un gran salto profesional

Papa Francisco: “Necesitamos edificar, crear, construir, una cultura del encuentro. Porque el encuentro multiplica la capacidad del amor”.

El ESE Business School de la Universidad de los Andes, cuyo fin es formar líderes que aporten un impacto positivo en la sociedad, apoya también a emprendedores para ayudarles en su gestión y abrirles nuevos horizontes. Paula, Marcelo, Eduardo, Mauricio y Macarena necesitaban herramientas que les permitieran dar un salto en su incipiente emprendimiento. Gracias a las gestiones de la Fundación Nocedal pudieron cursar el Diplomado de Gestión de Negocios en el ESE, que les otorgó la experiencia necesaria para dar el salto profesional con el que soñaban.

Alimentando esperanza

A Paula Serrano, apoderada del Colegio Puente Maipo, ubicado en Bajos de Mena, en el extremo surponiente de Puente Alto, se le presentó hace tres años la oportunidad de vender sándwiches a la hora del desayuno a los profesores de ese establecimiento, para así solventar algunos gastos básicos de su día a día.

Luego de unos meses y de haber prestado un excelente servicio, le preguntaron si podía encargarse de entregar el almuerzo al personal auxiliar y administrativo del colegio. No fue una decisión fácil, puesto que uno de sus hijos, Vicente, se encontraba hospitalizado en estado grave. “Recuerdo que pasaba la noche en el hospital y cada mañana le pedía a las enfermeras que lo acompañaran, mientras iba al colegio a entregar los almuerzos. Luego volvía a cuidar a mi hijo”, cuenta emocionada.

Un tiempo después el Colegio Trigales le presentó un nuevo desafío: “La directora, Andrea Gumucio, confió en mi competencia profesional y me solicitó brindar el servicio de alimentación también a ese colegio”.

Paula entiende que el rato de almuerzo es un tiempo de encuentro para la comunidad escolar: “todas mis preparaciones siempre llevan como ingrediente principal el cariño, para que sea un momento reconfortante en medio de la jornada. A la vez, me llena de alegría poder brindar oportunidad de trabajo a algunas personas, y en un ambiente tan cordial como el que existe en los colegios de la Fundación Nocedal, lleno de valores y cercanía a Dios. El diplomado del ESE me ayudó en la logística:adquirí herramientas que me permitieron crecer sin descuidar la calidad de la atención”.

Paula asegura: “Podemos lograr nuestros sueños y, a la vez, servir a las personas si trabajamos con esfuerzo, constancia y perseverancia”.

Devolviendo conocimientos

Marcelo Figueroa, Eduardo Herrera y Mauricio Chávez son viejos conocidos. Exalumnos del Colegio Nocedal, han permanecido unidos por la pasión de la tecnología. Actualmente son fundadores de “Mem Control”, empresa que crea soluciones tecnológicas.

“Necesitamos edificar, crear, construir, una cultura del encuentro. Porque el encuentro multiplica la capacidad del amor”. Papa Francisco.

Con su trabajo quisieran retribuir a la sociedad las oportunidades que el colegio les brindó: “Nunca hemos perdido el contacto con Nocedal”, señala Marcelo. Eduardo agrega: “los tres fuimos parte de la orquesta del colegio, por lo que tuvimos la oportunidad de viajar y conocer ambientes diferentes. Eso nos abrió nuevos horizontes y permitió que nos diéramos cuenta que hay otras realidades afuera de la población”.

Marcelo y Eduardo esperan que la empresa Mem Control crezca para dar trabajo y práctica a los alumnos de Nocedal.

Actualmente su producto estrella es un robot que puede armarse y desarmarse fácilmente por piezas, ideal para enseñar en los colegios los conceptos de robótica.“Al ser un producto nacional es más barato que importarlo. Ya le hemos vendido doce al Colegio Nocedal. Es muy bonito poder trabajar junto a ellos, pues ahora nosotros podemos devolverle la mano”, explica Marcelo.

Alentados por sus estudios en el ESE, hacen planes para expandir su trabajo: “queremos llegar a la mayor cantidad de escuelas posibles. Mostrar que esto no solo es tecnología, sino un arte. Un arte que tiene un gran futuro, que no tiene techo”.

Madre, bióloga y apasionada

Macarena Barra, conoció a su marido en el “Centro Internacional de la papa”, en Perú. Luego de terminar sus respectivos doctorados se vinieron a instalar a Chile. Compatibiliza su vida de esposa y madre con su trabajo profesional. Escribe papers académicos, aunque lo que más le apasiona es el cultivo de plantas in vitro, con el fin de crear semillas de papas certificadas. “Estamos en la etapa inicial, realizando un proyecto piloto. Digo “estamos” porque quiero que sea una empresa familiar; mi familia cree y me anima en lo que estoy haciendo”.

Macarena ha convertido su casa en un laboratorio, donde realiza los cultivos y hace los experimentos. Para combinar los horarios, “trabajo de nueve a una de la mañana, y el resto se lo dedico a la familia, a mi guagua y a mi otra hija que llega a la hora del almuerzo del colegio”.

Una de las virtudes que desataca de su trabajo es la meticulosidad: “Soy bien estructurada y hago las cosas paso a paso, no quiero fallarle a alguien que ha confiado en mí”.

Macarena no duda en develar la importancia de sus investigaciones para la sociedad “en un tiempo más y por el cambio del clima, Chile va a requerir de este tipo de trabajo. Además, quiero que sea una ayuda real para los pequeños agricultores que no pueden comprar en grandes cantidades”.

Macarena ha convertido su casa en un laboratorio.

Macarena valora la ayuda que le dio el ESE, particularmente en cuanto a proyectar un plan de negocios sustentable. A su vez, ella colabora en el Colegio Trigales, donde estudia su hija.Recientemente ha participado en la feria científica, realizando experimentos con las alumnas y ha capacitado a los apoderados y profesores en el uso de los nuevos invernaderos que han instalado en el colegio.