Taller San Gregorio: “Donde el agua se convierte en vino”.

Ubicado en una de las poblaciones emblemáticas de Santiago, en La Granja, el Centro San Gregorio ofrece talleres de lunes a jueves para mujeres de diversas edades. Además de aprender oficios y recibir formación cristiana, han establecido una comunidad propia, caracterizada por la contención y mutua amistad.

Antes de comenzar su taller semanal, un grupo de asistentes intercambian prendas de vestir y una pequeña colación.

Cuando los entuertos familiares ahogan…

Durante su visita en el mes de enero a nuestro país, el Papa Francisco coronó tres veces a la Virgen bajo la advocación del Carmen; en Temuco, Santiago e Iquique, hablando especialmente de la devoción mariana del pueblo chileno: “Y así María anda por nuestros poblados, calles, plazas, casas, hospitales. María es la virgen de la Tirana; la Virgen Ayquina en Calama; la Virgen de las Peñas en Arica, que anda por todos nuestros entuertos familiares, esos que parecen ahogarnos el corazón para acercarse al oído de Jesús y decirle: “Mira: no tienen vino” [1]”.

Los testimonios de las mujeres que se reúnen periódicamente en lo que era originalmente un centro de madres en la antigua chacra San Gregorio, comuna de la Granja, hablan a veces de esa “falta de vino” que la Virgen María viene a solucionar: “María, mujer de pocas palabras, pero bien concretas, también se acerca a cada uno de nosotros a decirnos tan solo: ´Hagan lo que Él les diga´”[2].

Un centro de madres campesino inserto en un populoso barrio

Detalle de macetas de cardenales, helechos y cactus ubicados a las afueras de la sede.

Al interior de un pasaje de una de las calles principales de la comuna de la Granja, ubicada al sur de la Región Metropolitana, se encuentra una casa de material ligero. Hace unas cuatro décadas, la dueña del antiguo campo, le pidió a Gabriela Mönckeberg, supernumeraria, que se hiciera cargo de la labor que allí se hacía. Desde ese día, el Centro se ha mantenido activo.

Pilar Batlle, supernumeraria y una de sus directoras explica: “Además de darles formación, se ha convertido en un lugar de descanso para las señoras: salen de su realidad a través de clases de manualidades o de cocina; una charla explicativa del Evangelio, un juego de bingo y una buena conversación. A veces, vaya o no la voluntaria encargada, se reúnen igual”. Actualmente los talleres se imparten de lunes a jueves. Las asistentes, cuyas edades fluctúan entre los 25 y 90 años, se han asociado de una manera tan estrecha, que han conseguido fondos de la Municipalidad para comprar un horno industrial para la cocina, convirtiéndose en una verdadera comunidad.

Actualmente los talleres se imparten de lunes a jueves. Las asistentes, cuyas edades fluctúan entre los 25 y 90 años, se han asociado de una manera tan estrecha, que han conseguido fondos de la Municipalidad para comprar un horno industrial para la cocina, convirtiéndose en una verdadera comunidad.

Pilar cuenta que este año abordaron un nuevo desafío: visitas a ancianos postrados que se encuentran en condiciones de semi abandono y atención de un comedor comunitario, labor en la que participan activamente apoderados y alumnos del Colegio Cordillera.

Mes de María en el taller de cocina

Paula Mainguyague es una de las voluntarias que realiza semanalmente un taller. Sus alumnas lo bautizaron: “Fiesta la Granja” debido a la alegría que allí se desbordaba. Como en los demás que se imparten, la tónica consiste en combinar el aprendizaje práctico con la lectura del Evangelio y una charla formativa. “Ellas han descubierto gracias al Evangelio,una realidad nueva: un tesoro que les da sentido a sus vidas”, resume Paula.

Durante este Mes de María, el curso estuvo especialmente centrado en la Virgen, a través de clases sobre sus diversas advocaciones y elaboración de rosarios.

Florentina Oliva, de 67 años de edad, llegó al sector en 1959 y asiste al Centro San Gregorio desde hace casi tres años. Allí, los problemas familiares que ahogan el corazón, el agua de la que hablaba el Papa Francisco, parecen convertirse en vino: “He encontrado la solidaridad de la gente, pues cuando uno tiene problemas los puede resolver y comentar. Además, recibes ánimo, compañía y contención. Nos sentimos como iguales, conversamos de tú a tú. Se caen las etiquetas de quién tiene o no tiene dinero”, destaca.Florentina siente más paz gracias a las clases sobre Jesús y la Virgen que ha recibido. “Me han pasado miles de cosas, como un hijo que cayó en el flagelo de la droga, pero aquí recibo fuerzas para salir adelante”, recalca.

Florentina posa en el altar dedicado a la Virgen y a san Sebastián, ubicado en el salón principal del taller.

Eliana Sepúlveda tiene 42 años, llegó hace más de cuatro años al curso de cocina, a través de otro taller llamado “Naciendo en Belén” dedicado a ayudar a mujeres con problemas de autoestima durante el embarazo. “Venir aquí para mí es sinónimo de amistad y lealtad. Venía con muchos problemas y me sacaron adelante. Fui criada por mi abuela; mi mamá me abandonó cuando tenía dos meses de vida, por lo que tenía mis heridas”. Respecto al Mes de María, comenta: “Hemos aprendido más sobre esta mamá que tenemos en el cielo, que nunca nos deja, y le he hablado especialmente de mi familia, pidiéndole por mis hijos, esposo y nieto”.

“Venir aquí para mí es sinónimo de amistad y lealtad. Venía con muchos problemas y me sacaron adelante".

Cecilia Mercado junto a Paula Mianguyague y otra de las asistentes rezan el Rosario en el Santuario de la Medalla Milagrosa como parte de las actividades del taller de cocina durante el Mes de María.

Cecilia Mercado es oriunda de La Serena y tiene 65 años. “Me gusta mucho venir porque la solidaridad es muy grande. Aquí he aprendido a compartir y convivir con los problemas de las otras chicas. En mi familia éramos de tradición agnóstica, aunque mi papá me pedía que lo llevara a la Catedral a ver una imagen delCristo crucificado. Según su sabiduría popular, cuando tenía las rodillas con sangre era porque las cosas estaban mal.De esa piedad de infancia conservo recuerdos de niña, pero con las charlas que aquí recibo, he vuelto a los brazos de la Virgen y a sentir paz interior”.

Las declaraciones de estas mujeres que se han encontrado con ellas mismas y con la dulzura del amor de Dios, recuerdan las palabras de san Josemaría en el Vía Crucis: “Si somos almas de fe, a los sucesos de esta tierra les daremos una importancia muy relativa, como se la dieron los santos... El Señor y su Madre no nos dejan y, siempre que sea necesario, se harán presentes para llenar de paz y de seguridad el corazón de los suyos[3]”.

[1] Homilía del Papa Francisco en Santa Misa de la Virgen del Carmen en Iquique 18 de enero 2018.

[2] Ibídem.

[3] Via Crucis> IV Estación: Jesús encuentra a María, su Santísima Madre> Cap 4