José Ignacio y Pilar siempre quisieron una familia grande, y nunca pensaron que tendrían que enfrentar el dolor de varios embarazos que no llegaron a término. Cuenta que se casaron hace 10 años y que esperaban con ilusión que vinieran varios niños. Los primeros dos hijos murieron antes de nacer y luego Pilar supo que tendría mellizos de los que sólo sobrevivió Lucía. Tenerla significó una inmensa alegría para los Rojas Fuentes. Cuando la niña cumplió un año, Pilar quedó nuevamente embarazada, pero a las 22 semanas de gestación hubo que hospitalizarla ya que se había adelantado el parto. Le rezaron al beato Álvaro del Portillo y, según relata José Ignacio, fue un milagro ya que Isabel nació sana y de 37 semanas.
Durante los casi cuatro meses que Pilar estuvo hospitalizada esperando a Isabel, José Ignacio se hizo cargo 100% de Lucía: la llevaba al trabajo –es martillero público–, la cuidaba en la casa y, sobre todo, no dejó un solo día de ir con ella a la clínica para que estuviera con su mamá. Si bien contó con la ayuda de su suegra y su madre, recuerda que le sirvió mucho para valorar especialmente el trabajo y el rol de la mujer en el hogar y admirar la capacidad de ternura y alegría incansables que tienen las madres. Además, por circunstancias familiares, debió preocuparse al mismo tiempo de su mamá. “Las cosas no siempre salían como quería, pero la Providencia se encargaba de darme fuerzas. En esos momentos le rezaba mucho a San José porque a él le tocó muchísimo más complicado y sacó adelante a la Sagrada Familia”, relata José Ignacio.
Luego del nacimiento de Isabel, su esposa sufrió la pérdida de otros dos embarazos y hace un año y medio, nació Guillermito, como le dicen con cariño a su hijo menor. “Aprendí a quererlos mucho; sabemos que nuestra familia es un regalo de Dios y estamos felices”.
Los hijos me recuerdan la generosidad que tuvo Dios con nosotros al darnos esta familia
Pilar es enfermera en un colegio y con la emergencia sanitaria dejaron de tener ayuda en la casa. “A pesar de que los niños son chicos –cuenta José Ignacio–, nos hemos arreglado para que este tiempo también sea un recuerdo alegre para ellos. Hemos hecho campamentos en la terraza del departamento, comidas de países, fiestas con disfraces, etc. Todos aportamos para que la vida familiar se enriquezca con optimismo y alegría”.
“Mi cariño a nuestro Patrono”
“En mi familia somos cinco hermanos y todos llevamos el nombre de José, porque mi papá lo nombró ‘nuestro Patrono’. Ese cariño lo he transmitido a mis hijos e incluso tenemos una jaculatoria muy especial que decimos cada vez que necesitamos ayuda: ‘San José, San José, hazlo tú que yo no sé’”.
Para José Ignacio San José es un modelo a imitar en el día a día de la vida familiar. Dentro de las características que señala el Papa Francisco en la carta apostólica Corazón de Padre –Patris corde–, destaca la de Padre en la ternura. “Quisiera que el motor que me mueva en el trato con Pilar, con los niños, con la familia, sea precisamente la ternura de San José”.
“En eso la crianza me ha ayudado; además que recé tanto por tener hijos que ¡cómo no ser tierno y cariñoso y no disfrutar estos tremendos regalos!”, dice emocionado. Al mismo tiempo señala que, “al hacer entre los dos las cosas de la casa, siempre pienso en San José, que debe haber sido tan ‘partner’ de la Virgen María, y eso me ayuda a ponerle mucho corazón, a hacer las cosas felices y no con desgano”, concluye.
Palabras de aliento en el trabajo
A José Ignacio le toca estar cerca de personas que sufren situaciones muy dolorosas, ya que por su trabajo como martillero público le corresponde liquidar bienes de particulares y empresas en quiebra. Cuando se da la oportunidad, conversa con aquellos que están tristes o preocupados y les entrega unas palabras de aliento y cariño.
La mayor parte del tiempo puede trabajar desde la casa, por lo que Guillermito lo acompaña todo el día. Cuando llegan las niñitas del colegio, les prepara almuerzo y juega con ellas un rato. En la tarde, cuando Pilar vuelve de su trabajo, hacen el relevo en el cuidado de los niños. “Durante el día busco ratos para estar con Dios, para mantener su presencia. Así, tanto el trabajo como los hijos me recuerdan la generosidad de Dios con nosotros al darnos esta familia. Y eso llena de alegría la vida”.
Mira el video que le hicieron a Pilar en la Clínica Universidad de los Andes cuando estuvo hospitalizada.