“La confirmación me permite convalidar mis creencias respecto a la presencia de Dios en mi vida”

María Jesús Slater, kinesióloga, sufrió dos accidentes automovilísticos que cambiaron su vida para siempre. Mientras se recuperaba, tomó la decisión de confirmarse para reafirmar sus creencias y solidificar su relación con Dios.

Para María Jesús, los accidentes que ha sufrido son pequeños signos que la empujaron a tomar la decisión de preparar el sacramento.

La vida de María Jesús Slater, 29 años, cambió radicalmente hace dos años, cuando sufrió un accidente automovilístico que la mantuvo alejada de su trabajo mucho tiempo. Durante los meses de recuperación, que pasó gran parte en Rancagua, su tierra natal, realizó múltiples terapias de rehabilitación, que le permitieron, con esfuerzo y paciencia, incorporarse nuevamente a trabajar en la Clínica de la Universidad de los Andes. Pero pronto sufrió otro golpe. Sólo tres meses después, luego de tomar desayuno con su papá, iba camino a la clínica y volvió a tener un accidente automovilístico. “Sólo sé que iba manejando, que tuve un borrón y acto seguido estaba en la ambulancia”, cuenta. Los exámenes médicos arrojaron que, fruto del primer impacto, María Jesús desarrolló una epilepsia y que aquel lapsus que tuvo mientras manejaba se debía a las convulsiones que sufrió en el trayecto.

Sin embargo, todo ese tiempo de recuperación no fue en vano. Luego del primer accidente, recibió un correo de la clínica que fue una verdadera luz de esperanza, pues era una invitación a prepararse para recibir los sacramentos. Si bien María Jesús estaba bautizada, sentía que algo le faltaba para reafirmar sus creencias. Estando hospitalizada, habló con un sacerdote y le preguntó si se podía confirmar y qué debía hacer para ello. “Me dijo que no había ningún problema y me explicó cómo”, comenta. Mientras reflexionaba al respecto, le pidieron ser madrina de uno de sus sobrinos. Aquello fue el último empujoncito que la llevó a tomar la decisión de confirmarse. “Quiero poder entregarle a mi ahijado todo lo que conlleva el cristianismo”, explica.

El estar con licencia no fue un impedimento para su preparación, a cargo de Orietta Queirolo, pues pudo realizar los cursos de forma remota. “Con las clases he aprendido cosas que no sabía que podía hacer. Desconocía, por ejemplo, que sólo por estar bautizada ya podía confesarme. Me gusta aprender de lo que tengo poco conocimiento. Además, todo esto me aporta cosas buenas que me hacen pensar no solamente en mí, sino también en las demás personas”, reflexiona.

Sus padres, hermanos y sobrinos han sido un pilar crucial en su vida, sobre todo el último tiempo. De su primera hospitalización, que duró dos meses y medio, ella sólo recuerda dos semanas. “Mis papás estaban todos los días conmigo”, cuenta. La han acompañado en sus hospitalizaciones, rehabilitaciones, terapias y, también, en los momentos más duros. Confiesa que lo sicológico ha sido lo más difícil de llevar porque –explica– como tiene una forma de ser reservada, le cuesta mucho ser el foco de la atención, sobre todo cuando, de regreso a su trabajo en la clínica, las personas la abrazaban, emocionadas de volver a verla. “Para mucha gente esto fue un milagro; me costó que todos estuvieran tan pendientes de mí. No me gusta ser centro de atención y nunca la había llamado tanto como ahora”, confiesa.

La familia de María Jesús ha estado con ella en todas sus hospitalizaciones, rehabilitaciones, terapias y, también, en los momentos más duros.
María Jesús junto a sus compañeros de trabajo y personal de la clínica.

Se sabe una regalona de Jesús. “Gracias a Él estoy viva, siempre me ha cuidado”, dice con total certeza. Cuenta que no es la primera vez que ha estado al borde de la muerte, ya que, a los cinco años, se electrocutó. “He tenido una vida un poco accidentada, pero siempre he sabido que Él existe y que está conmigo”, asegura. Se siente tranquila, como quien sabe que está tomando el camino correcto. Para ella, los accidentes que sufrió fueron pequeños signos que la empujaron a tomar esta decisión. “Siempre he creído en Dios y confirmarme me permite convalidar mis creencias respecto a la presencia de Jesús en mi vida”, explica.

Aunque confiesa que no ha visto demasiados cambios en su interior aún, tiene la certeza de que se irán viendo los frutos. “Con cada decisión que uno toma, se siente un cambio en el momento correspondiente. Todo a su tiempo”, reflexiona.

A la izquierda, María Jesús con su amiga Trinidad Grassi, madrina de confirmación.

Por lo pronto, espera aportar el mayor bien posible a las personas con las que se rodea. Confía hacer aún mejor su trabajo como kinesióloga: “La mayoría de la gente es católica; ahora puedo tener una mayor conexión con el paciente. Me gusta ayudar a las personas y aportar el mayor bien a todos, no sólo a los más cercanos”, cuenta.

El día del sacramento fue muy especial para María Jesús, momento en que estuvo acompañada de su familia. “Estoy muy agradecida de la Universidad de la cual egresé y de la Clínica donde trabajo, por darme la oportunidad de recibir mi primera comunión y confirmación, y así poder estar cada vez más cerca de Dios y guiar a más personas en la fe cristiana”, dice.

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