¿Qué haría Cristo en mi lugar?

En agosto, mes de la Solidaridad, tiempo en que la Iglesia chilena subraya la figura de san Alberto Hurtado, diferentes grupos de universitarias hicieron vida el lema del fundador del Hogar de Cristo que motiva este mes: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? En lugares como Marchigüe, Inca de Oro, Chiu-Chiu y Paraguay pusieron a disposición su alegría y vocación de servicio en pos de los más necesitados.

Cristal Aguayo y Nina Martin con niños de Chiu Chiu. Al fondo, la Iglesia San Francisco de Chiu Chiu.

Todas las carreras son útiles a la hora de servir a una comunidad. Así lo comprobaron un grupo de universitarias de Residencias de Estudio y Trabajo y del Centro Cultural Las Arenas que, por segundo año consecutivo, asistieron a la localidad de Marchigüe, ubicada en el valle de Colchagua. Las más afines a carreras artísticas realizaron un mural en el cementerio del lugar, mientras las estudiantes de Enfermería y Medicina participaron en una ronda para atender a adultos mayores de pueblos apartados; además, realizaron apoyo a la catequesis de jóvenes, en parroquias que se preparan para recibir el sacramento de la Confirmación.

Violeta Ramírez (derecha) junto a María José Véliz conversan con una señora durante una ronda de visitas a los habitantes de Marchigüe.

Violeta Ramírez, estudiante de Medicina, a cargo de la Pastoral de Enfermos del Centro Cultural Las Arenas, destacó la importancia de transmitir calidez y cariño: “Visitamos personas postradas y muchas veces la ayuda material que podíamos dar no valía tanto como una sonrisa y un rato de compañía, pues quedaban muy felices”. La estudiante se conmovió al comprobar que “la gente se acordaba de nosotros con muchísimo cariño”. Destacó también la generosidad de personas que aportaron con diversas donaciones para la comunidad. Violeta fue doblemente afortunada: a la vuelta del voluntariado tuvo la oportunidad de estar con el Prelado del Opus Dei, en su reciente visita a Argentina, y regalarle una de las poleras que diseñaron especialmente para los trabajos.

Mons. Fernando Ocáriz muestra la polera que le entregó Violeta durante su reciente estadía en Argentina. En el centro, la Cruz; al lado izquierdo unas latas de pintura y pinceles aluden al trabajo que realizaron en Marchigüe; a la derecha, tres libros simbolizan la importancia del estudio para servir a la sociedad.

Más sonrisas para Chile

Inca de Oro es un antiguo pueblo minero ubicado al noreste de Copiapó, hacia la cordillera. Su población asciende a poco más de 400 habitantes, en su mayoría adultos mayores. Claudia Cristoffanini, profesora de la Facultad de Odontología de la Universidad de los Andes lidera un equipo que, desde el año 2015, asiste a esta comunidad. Este año atendieron a 67 pacientes, en solo cuatro días. Luisa Santander, encargada de preparar el material de atención, destacó la satisfacción de las personas beneficiadas: “Aquí funciona el programa Más Sonrisas para Chile, que consiste en restituir la armonía facial, mediante prótesis dentales, a personas que han sufrido la pérdida dentaria”. Por ahora, el programa ha ofrecido este servicio solo a mujeres. Sin embargo, “los hombres de la localidad estaban felices de haber sido diagnosticados y preparados para la próxima visita dental”, cuenta Luisa.

Una paciente muy agradecida les regaló un Brazo de Reina, preparación típica de nuestro país, hecho de bizcochuelo relleno con manjar. Las futuras dentistas lo disfrutaron tras una maratónica y alegre jornada, en la que no faltó la asistencia a Misa y un rato de meditación con Dios.

Grupo de voluntarias de Odontología a las afueras e interior de la Posta de Inca del Oro.

La casa más importante del pueblo

Las estudiantes que reciben formación en la Residencia Araucaria y en los Centros Aconcagua y Espoz decidieron dirigir sus esfuerzos a prestar ayuda en Chiu- Chiu, pueblo ubicado en el Altiplano en la zona norte de Chile, a 30 kilómetros de Calama. Esta localidad posee una Iglesia dedicada a San Francisco que es un hito por su valor histórico y patrimonial pues, según los archivos parroquiales, se fundó antes de 1611. Cristal Aguayo, alumna de Pedagogía en Historia de la Universidad de los Andes, participó en la limpieza, iluminación y puesta en marcha del sistema de audio de esta Iglesia de más de 400 años de existencia: “Fueron días dedicados a barrer, limpiar, desempolvar, ordenar los ornamentos litúrgicos, rescatar las ropas que adornan los santos, etc. Comparado con otros trabajos, en los que había participado con anterioridad, no percibí una satisfacción inmediata. Estar con jóvenes y niños es más motivador y allí solo veía mucho polvo y un trabajo algo monótono… Sin embargo, me cambió la visión cuando conversé con una señora que se movía con muchísima dificultad para llegar a Misa. Ella se emocionó al ver el resultado de la limpieza y dijo: ´¡Qué pena que ya no tenga fuerzas para cuidar la casa más importante de este pueblo, la Casa del Señor!´. Ahí recapacité y me dije: ¡Hemos estado trabajando directamente para Él, qué gracia más grande! Además, como estudiante de Historia me enriquecí muchísimo con esta experiencia patrimonial única, pero aún más con lo que me hizo reflexionar esa anciana”.

El párroco de San Francisco de Chiu Chi, David Vargas y el padre Andrés Mönckeberg durante la bendición de la imagen de san Josemaría que se puso al interior de la parroquia.

Dejar de mirarse a uno misma

La “triple frontera” es la zona en la que los límites de Brasil, Argentina y Paraguay se unen en plena selva amazónica, alrededor de las majestuosas Cataratas del Iguazú, donde fue filmada la aclamada película La Misión. En ese entorno, un grupo de alumnas de diversas carreras de la Universidad de los Andes, dirigidas por María Ignacia Moreno, Subdirectora de Experiencia del Alumno de la Universidad de los Andes, trabajaron al servicio de la población guaraní. Las estudiantes del área de la salud se desempeñaron en el consultorio local, mientras otro grupo pintó un colegio y visitó localidades indígenas. Javiera Chauriye, estudiante de Administración de Servicios, reflexiona: “Me conmovió ver a familias que tenían muy poco, de hecho, ha sido uno de los lugares más pobres que he visitado. Nos contaban sus historias y preguntaban de las nuestras, sin agrandar sus problemas. Me sirvió para dejar de mirarme a mí misma, porque cuando te ensimismas, más problemas ves”.

Un grupo de alumnas de la Universidad de los Andes y el padre Juan Diego Ibáñez, uno de sus capellanes, visitando a una familia en las cercanías de las Cataratas de Iguazú, en Paraguay.

El encuentro intergeneracional con adultos mayores fue la tónica más enriquecedora: “Conocí a una anciana que se tenía que hacer cargo de su marido y de dos hijos enfermos, mayores de treinta años. Al hablar con ella no oí ninguna queja sobre su labor como cuidadora. Sólo pidió que rezáramos con ella; fue impresionante palpar la esperanza de esa señora”, cuenta Javiera