Puerta de la Misericordia en Santa María de la Paz

La iglesia prelaticia de Santa María de la Paz (Roma) cuenta con una puerta santa, similar a las que se han abierto en tantos lugares, y a través de las que “cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza” (Papa Francisco).

El Prelado abre la puerta santa en Santa María de la Paz.

En la Bula Misericordiae Vultus, el Papa Francisco expresó su deseo de que muchas personas redescubrieran la misericordia divina en el año jubilar. Entre otras sugerencias, animó a que en no pocas basílicas e iglesias se abriera una Puerta de la Misericordia “a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza”.

La Puerta de la Misericordia de la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, templo que acoge los restos de san Josemaría y del beato Álvaro, fue abierta el pasado 13 de diciembre.

De ese modo, quien acuda a esta iglesia podrá obtener la indulgencia plenaria ofrecida con ocasión del Jubileo de la Misericordia, si se cumplen los requisitos previstos por la Bula. Esa indulgencia afecta a la pena temporal por los propios pecados y es aplicable en sufragio de las almas de los fieles difuntos.

De acuerdo con la práctica habitual para la recepción de las indulgencias, y siguiendo las disposiciones previstas con respecto a la Puerta de la Misericordia en distintas iglesias y santuarios durante el año jubilar, la indulgencia podrá ser obtenida por los fieles que:

Numerosas familias han atravesado ya la Puerta santa.

1. visiten en peregrinación la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz y allí, una vez atravesada la Puerta Santa o Puerta de la Misericordia, participen en alguna celebración sagrada o, al menos, permanezcan por cierto tiempo en oración con una reflexión sobre la misericordia;

2. reciten la profesión de fe y alguna oración por el Papa y por sus intenciones, en particular el Padre Nuestro. Se aconseja concluir el momento de oración con una invocación al Señor Jesús Misericordioso (p. ej., “Jesús Misericordioso, en Vos confío”);

3. y cumplan las demás disposiciones generales previstas por la Iglesia: confesión sacramental y comunión eucarística, además de exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.