Mes de María: regalos en familia

El mes de María es una de las costumbres más arraigadas en Chile y es ocasión de vivir en la familia el amor a la Virgen, preparándonos para la fiesta de la Inmaculada Concepción.

Por la situación de pandemia, las tradicionales procesiones a santuarios marianos serán virtuales y el rezo de la oración del mes de María se hará en las casas. Se trata de una oportunidad para vivir tradiciones marianas en la familia: a través de cinco fotografías, cinco personas nos cuentan con qué regalos podemos honrar a la Virgen en su mes.

1. LAS JACULATORIAS MARIANAS

A través de frases llenas de cariño, podemos saludar a la Virgen como Madre nuestra en las mañanas y durante el día decir una jaculatoria ante una imagen suya, en la casa, en el trabajo o por la calle. Así también podemos pedir su ayuda en lo grande y en lo pequeño. Con palabras propias, con frases de las Sagradas Escrituras, con oraciones de santos.

Un poco de historia

El término “jaculatoria” proviene del latín "iaculatorius", relativo al lanzamiento y es una oración breve y vibrante lanzada hacia el Cielo: por ejemplo, “¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!”, “¡Ave María Purísima, sin pecado concebida!”. Se puede decir en cualquier momento y lugar, y permite tener presente a Jesús y María durante el día.

“Cada vez que me voy al trabajo me detengo un segundo en la entrada, le guiño el ojo al cuadro de la Virgen y pienso en una palabra de cariño”. Max Carbonetti

De san Josemaría

…“bastarán dos o tres expresiones, lanzadas al Señor como saeta, iaculata: jaculatorias, que aprendemos en la lectura atenta de la historia de Cristo (…) frases, breves y afectuosas, que brotan del fervor íntimo del alma, y responden a una circunstancia concreta” y que nos ayudan a “convertir nuestra jornada, con naturalidad y sin espectáculo, en una alabanza continua a Dios. (…), cuando un cristiano se mete por este camino del trato ininterrumpido con el Señor –y es un camino para todos, no una senda para privilegiados–, la vida interior crece, segura y firme; y se afianza en el hombre esa lucha, amable y exigente a la vez, por realizar hasta el fondo la voluntad de Dios”.[1]

Algunas jaculatorias marianas que le gustaba repetir a san Josemaría:

¡Muestra que eres Madre!

Corazón Dulcísimo de María, preparanos un camino seguro.

Santa María, ¡refugio y fortaleza nuestra!

El Señor está contigo.

Bendita sea la Madre que te trajo al mundo.

Bienaventurada Madre y Virgen sin mancha, ¡intercede por nosotros!

Señora, ¡que vea! Señora, ¡que sea!

Reina de la Paz, ¡ruega por nosotros!

2. CON FLORES A MARÍA

“Para honraros hemos esparcidos frescas flores a vuestros pies”, reza la oración del Mes de María. Flores que son muestra del amor a la Madre de Dios y madre nuestra. Detalle de corazón enamorado y agradecido. Un gesto que no se olvida.

Un poco de historia

El Mes de María es una tradición religiosa que iniciaron los misioneros europeos en el mes de mayo por ser el “mes de las flores” en el hemisferio norte. A mediados del siglo XIX, Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, entonces Rector del Seminario Pontificio de Santiago, conoció esta tradición europea y quiso celebrarla (para evitar el frío otoño del mes de mayo en Chile) entre el 8 de noviembre y el 8 de diciembre. Así, el mes dedicado a la Virgen culmina con la celebración de la Inmaculada Concepción.

Teresita (5): “Me gusta dejarle flores a la Virgen porque es muy bonita y la quiero mucho”.

De san Josemaría

“Mi preferencia va a los gestos y a las palabras que han quedado entre cada alma y la Madre de Dios; a esos millones de jaculatorias, de piropos callados, de lágrimas contenidas, de rezos de niños, de tristezas convertidas en gozo al sentir en el alma la caricia amorosa de Nuestra Madre”.[2]

3. UN ALTAR PARA ELLA

La familia es una “Iglesia doméstica” que se reúne en oración durante este mes de María y en muchos hogares se hace un sencillo altar para honrar a la Virgen. Una imagen de la Virgen, unas velas y flores dan ese contexto familiar que se graba en la memoria de los niños.

Un poco de historia

Desde el principio de los tiempos el hombre ha dedicado espacios “sagrados” para el culto y la oración que responde a una necesidad de tener lugares especiales desde donde dirigir nuestros pensamientos y oraciones a Dios. Así fue como los cristianos comenzaron a tener también en sus casas imágenes sagradas representando a Jesús, a la Virgen, a los santos y escenas de la vida sagrada. Durante el mes de María, en muchos hogares se pone una imagen de la Virgen en un sencillo altar con flores y velas.

Familia Aguilera Tapia: “Tener un lugar especial para la Virgen en su mes nos ayuda a unirnos más a ella y a recordarnos día a día que de su mano llegaremos al cielo”.

4. LA ORACIÓN DEL MES DE MARÍA

Un poco de historia

Fue Monseñor Rodolfo Vergara -rector de la Universidad Católica-, quien compuso las tradicionales oraciones que hoy tenemos para comenzar y terminar la oración del mes de María. Su estructura, una especie de prosa poética, facilitó que fuera rápidamente memorizada y su oración se expandió por las parroquias de Santiago y por el resto del país.

Familia Lathrop Pérez: “Rezar el mes de María en familia en la tarde (después del trabajo) ayuda a darnos cuenta que la madre de Jesús nos lleva a estar más cerca de Él, siempre”.

De san Josemaría

“¡Madre! Llámala fuerte, fuerte. Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha”.[3]

5. EL ROSARIO, SU ORACIÓN PREDILECTA

Un poco de historia

La Madre de Dios, en una aparición a Santo Domingo de Guzmán, le enseñó a rezar el rosario, en el año 1208. Le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe. Papas y santos han sido grandes promotores de esta oración y la misma Santísima Virgen señaló a los pastorcitos de Fátima “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”.

Chichi Fleischmann (104 años): "me gusta rezar el Rosario porque son palabras de amor a la Virgen".

De san Josemaría

El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación».[4]

“El Rosario es una oración que está «al alcance de todas las fortunas», porque es muy fácil cerrar un poco los ojos, representarse la escena del misterio, decir unas palabricas de cariño, y luego repetir Padrenuestros, Avemarías, y Glorias, y las letanías: tantas invocaciones que son piropos encendidos a la Virgen, muestras de cariño”[5].


[1] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 119

[2] Vázquez De Prada, A., El Fundador del Opus Dei

[3] San Josemaría, Camino, 516

[4] San Josemaría, Santo Rosario, p. 11

[5] Hoja informativa, Vicepostulación del Opus Dei en España, 9 (1988), p. 3