Vero es historiadora y una apasionada por los libros. En una de sus habituales visitas a la librería donde trabajaba una amiga, ésta le mostró varias biografías de santos para niños, y le dijo que sería bueno hacer una de Monseñor Adolfo Rodríguez que fue el primer sacerdote que llegó a Chile con el mensaje del Opus Dei y que está en proceso de beatificación. “Me acuerdo que me mostró un libro en versos de la vida de José María Hernández de Garnica. Pensé que era una buena idea relatar la vida de don Adolfo de esa manera, porque es un formato atractivo para los niños”.

“Después de pensarlo un poco recogí el guante y decidí embarcarme en esta aventura”, cuenta Vero. “Hay tantos colegios que reciben formación del Opus Dei, incluso uno de ellos está en la calle que lleva el nombre de don Adolfo, que me pareció bonito que supieran más de este sacerdote tan valiente que se atrevió a venir solo a Chile a difundir el mensaje que había recibido san Josemaría”, relata la autora.
Al adentrarse en su vida, el proyecto fue tomando forma mejor de lo que ella pensaba. A una de las clases de formación que da Vero asistía una joven argentina, Anuska, arquitecta e ilustradora y en ese entonces madre de 2 hijos y esperando un tercero. Inmediatamente hicieron match. “Cuando Vero me mostró los versos que había escrito para relatar la vida de don Adolfo, me entusiasmé con su historia y quise leer su biografía ´Te atreverías a ir a Chile´. Con todo ese material, comencé a crear el storybook”, cuenta Anuska.

Luego llegó la pandemia. “Entre el encierro y los niños en casa, fui organizando mi tiempo para poder ilustrar. Cuando me sentaba a trabajar imaginaba a tantos niños, como los míos, entretenidos conociendo su historia y descubriendo detalles en los recursos gráficos que utilicé, en los collage con cosas típicas de Chile como las humitas y marraquetas. Me motivaba la idea de acercar a los chicos la figura de este sacerdote, que tuvo una vida muy normal, y cómo su entrega dio tantos frutos”, recuerda.
Por su parte, Vero cuenta que sintieron una "ayuda del cielo" mientras buscaban financiamiento para el libro. "Estoy segura que la Virgen y don Adolfo nos echaron una mano, porque estábamos listas con una persona y, a último minuto, se arrepintió. Esto nos desanimó un poco, pero frente a esa dificultad nos encomendamos con más fe que nunca y a los pocos días apareció el apoyo económico que necesitábamos para seguir adelante".

Con don Adolfo entre tintas y colores
“El aspecto de don Adolfo que más destaco es su naturalidad; estaba en su lugar y no quería llamar la atención”, dice Vero. Agrega que las palabras de Jesús “no ser servido, sino servir”, y que se convirtieron en su lema episcopal cuando fue nombrado obispo de Los Ángeles, “lo retratan de cuerpo entero. Él sólo buscaba servir, es decir, prestar un servicio a todos los que le rodeaban, serles útil”, explica.
Anuska comenta que, si tuviera que elegir una imagen para graficar a don Adolfo, intentaría retratarlo como una persona sencilla y sonriente; servicial, atenta y generosa donde el otro era su prioridad.

Sobre su vida, Anuska señala que “el aspecto que más me quedó grabado de él es la confianza en el Señor, porque los comienzos de la Obra en Chile se hacían cuesta arriba, pero era impresionante ver cómo él confiaba y no se desesperaba porque sabía que Dios solucionaría todo”.
De principio a fin de la mano de María

Cuando don Adolfo Rodríguez pisó suelo chileno el 5 de marzo de 1950, puso un mensaje a san Josemaría en el que decía: “Llegué contentísimo”. Por la tarde, fue a rezar a la Virgen del Carmen dejando en sus manos los frutos de su labor apostólica.
“Aunque conocí poco a don Adolfo, puedo asegurar que tenía una gran devoción a la Virgen. Prueba de ello es el hecho que haya ido a verla a la catedral apenas llegó a nuestro país”, dice Vero. Por lo mismo, piensa que si pudiera darle un consejo a todos los niños que lean su libro, les diría que “se hagan amigos de Jesús, conversen con Él, que lo reciban con frecuencia y también que acudan a la Virgen”.
El 8 de noviembre de 2003, día en que comienza el mes dedicado a la Virgen María en Chile, Monseñor Rodríguez Vidal falleció tras una larga enfermedad.