Las tardes de los sábados en un barrio de Montreal

Una iniciativa social en un barrio situado al suroeste de Montreal, la gran metrópoli de la provincia de Quebec, intenta ofrecer ayuda a personas minusválidas. “Es sorprendente cómo acuden a la cita, como si se tratara de un privilegio”.

Montreal, situada en la unión de los ríos San Lorenzo y Ottawa, debe su nombre al Monte Royal, de 200 metros de altitud.

Desde hace más de cuatro años, los “Ateliers Soleil”, al suroeste de la ciudad, embellecen las tardes de los sábados. ¿De qué se trata? Son unos talleres dirigidos a mujeres con un handicap intelectual o físico. Jóvenes y mayores aprenden a realizar una actividad -cocina, canto, artesanía, etc.- con la que crecen personalmente y progresan en sus capacidades sociales y comunicativas.

Es sorprendente cómo las alumnas acuden a la cita, llenas de entusiasmo, como si se tratara de un privilegio.

Para el grupo de voluntarias, es gratificante comprobar cómo poco a poco aprenden a hacer las cosas por sí solas, a participar en obras teatrales, a realizar juegos y bailes. Uno de los momentos más divertidos y esperados es siempre la cocina, cuando se trata de aprender a realizar un dulce típico o también platos más complicados.

Desarrollamos nuestro trabajo en unos locales prestados. La idea tuvo su origen en el contacto entre Diane St-Onge, una profesora de un colegio de la zona, y Armina, una colega suya, madre de un niño con handicap.

Hasta entonces, Diane no había pensado en la posibilidad de desarrollar una iniciativa social y trabajar con jóvenes estudiantes para motivar su generosidad. No era ni siquiera un sueño. Pero su encuentro con Armina cambió sus planes.

Diane cuenta que fue en el pabellón Soulanges, un centro del Opus Dei en el barrio Coteau-du-Lac de Montreal, donde germinó su ideal y su proyecto. “En Soulanges encontré una atmósfera familiar serena, y una combinación de trabajo intenso, vida cultural y cuidado de las cosas pequeñas. Sobre todo me impresionó el deseo de servir a los demás y de hacerles participarar de este ambiente. De este modo descubrí un panorama nuevo y un ideal de auténtico servicio a la sociedad”.

En los talleres Soleil, el número de beneficiarios se ha multiplicado en el útimo año, lo que nos llena de satisfacción y esperanza.

Además, hemos recibido muchas muestras de afecto y de reconocimiento por parte de los padres. Sabemos que estamos trabajando para cubrir una necesidad real y nos alegra saber que los padres pueden tomarse un ligero respiro las tardes de los sábados. ¿Quién dijo que sólo unas pocas horas pueden hacer la diferencia?