Homilía del tradicional Te Deum Ecuménico

Fuente: IglesiadeSantiago.cl En la tradicional ceremonia de oración por la Patria, el Arzobispo de Santiago hizo referencia al "Acuerdo Nacional para la Transición a una plena democracia" de 1985 y llamó a “un gran Propósito Nacional, basado en el diálogo social, concebido como un decisivo pilar para avanzar y concretar una nueva cultura de proyecto país” que permita humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile.

"Caminemos a la luz del Señor", se titula la Homilía pronunciada en el Te Deum Ecuménico que ponemos a disposición. Fuente: www.iglesaiadesantiago.cl

A la celebración realizada la mañana de este jueves 18 de septiembre en la Catedral Metropolitana de Santiago asistieron altas autoridades de la Iglesia y el país. Entre ellos, la Presidenta de la República, Mic

helle Bachelet, los Presidentes del Senado, Corte Suprema, Cámara de Diputados y Tribunal Constitucional, junto a representantes de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones y representantes diplomáticos con sede en Santiago.

Propósito Nacional

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El Cardenal Arzobispo de Santiago exhortó en su homilía a las autoridades a concretar un Propósito Nacional, cuyos contenidos principales identificó como aquéllos que nos son comunes a todos:

En primer lugar, apuntó, la dignidad de la persona humana, “que debe ser tratada con sumo respeto, desde su origen hasta su muerte”.
Asimismo, la justicia social “que permita a todos los chilenos, especialmente los más pobres, el acceso a los bienes esenciales de salud, educación, vivienda, trabajo decente y remuneraciones que permitan a los trabajadores desarrollar con dignidad su vida personal y familiar”.

En este sentido, el Arzobispo hizo un llamado a “desarrollar la actividad empresarial y laboral bajo los valores y principios de rechazar los abusos y escándalos efectuados por personas inescrupulosas que, sin límite anteponen su interés personal al de la sociedad, afectando gravemente a personas y comunidades, deteriorando confianza y prestigio de tantos otros que ejercen sus responsabilidades con apego a marcos éticos y valores”.

Luego, indicó, el “respeto y valoración de nuestra diversidad” de creencias, de valores, de pueblos y de opciones de vida. Y finalmente el diálogo y la generosidad, “fomentando nuestra capacidad de empatía y de humildad, de inclusión, procurando liberarnos de prejuicios e intolerancias”, construyendo una sociedad de confianza junto a quienes piensan distinto.

La necesidad de diálogo

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“Queremos promover el diálogo fraterno y sincero”, expresó, haciendo énfasis en la necesidad de un verdadero y profundo diálogo social. “Necesitamos aprender a conversar y debatir”, junto con “hacer silencio para escuchar al otro”, puntualizó.

“Todos nosotros, creyentes y no creyentes, necesitamos pasar de la indiferencia al involucramiento, de la tolerancia al respeto, del respeto mutuo al aprendizaje, de la desconfianza al yo te creo, del yo te creo a reconocerte como hermano, como hermana, o al menos como colaborador de un ‘proyecto país’ en aras del bien común”, continuó.

El prelado manifestó su preocupación por algunos rasgos y fenómenos evidenciados en la sociedad en los últimos meses, considerándolos como contrarios a la voluntad de Dios: “No es de Dios que en un mismo suelo haya ciudadanos de primera, de segunda y a veces de tercera. No es de Dios que seamos incapaces de derrotar a la pobreza extrema y que los pobres sigan esperando. No es de Dios que tantos padres y madres de familia deban invertir diariamente entre dos y cuatro horas para desplazarse de su hogar al trabajo, en vez de invertirlos en descanso y trato con sus hijos. No es de Dios que no nos apliquemos a dignificar la vida de cada familia. No es de Dios que en nuestra sociedad sigamos discriminando a mujeres, a niños, a indígenas y a personas pertenecientes a otras minorías. No es Dios que 700.000 jóvenes no estudien ni trabajen. No es de Dios que no logremos una educación de calidad para los niños y los jóvenes de nuestra patria”, detalló.

Acogida a migrantes

Monseñor Ricardo Ezzati destacó además la contribución que diversos grupos humanos han hecho a la formación del país con los valores más preciosos de su cultura: los pueblos originarios, los colonos, y especialmente los inmigrantes venidos desde tierras remotas y países vecinos –Argentina, Perú, Bolivia– que diariamente cruzan nuestra frontera para radicarse y trabajar en Chile.

“Hoy nuestra tierra ha atraído a nuevos invitados a la mesa de todos”, señaló. “Más razón para brindar una acogida digna y cálida a los inmigrantes, verificando ‘como quieren en Chile al amigo cuando es forastero…’", señaló.

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