¡Gracias Papá!

Comienza el invierno en nuestro país y el espíritu se calienta al recordar una de las fechas más emotivas del año, el día del Padre, que celebramos el tercer domingo de junio.

Cada hijo e hija tiene un recuerdo imborrable de su padre.

Cada hijo e hija tiene un recuerdo imborrable de su padre. Hay papás que aún comparten su experiencia con sus hijos, mientras que otros ya han partido al encuentro con Cristo, pero lo cierto es que este fin de semana todos ellos dirigirán sus oraciones al Cielo, para dar gracias Dios por mi papá.

A continuación, el testimonio de quienes han visto en sus padres un modelo de vida:

“Dedicó su vida a formar una familia”

“Siempre me consideré muy regalón de mi padre, ya que nos unía la vocación de trabajar en el campo. Técnico agrícola de profesión, dedicó su vida, trabajo y esfuerzo, junto a mi madre, a formar una familia de bien.

Siempre fue reconocido por ser responsable, ya que nos enseñó con su ejemplo y en su estilo propio, lo importante que es respetar a los demás sin faltar a la puntualidad; compromiso que respetó toda su vida.

Siempre tuvo una gran alegría y ánimo. En momentos en que el cáncer lo dejó prácticamente postrado, enfrentó la adversidad con mucha fe

Siempre tuvo una gran alegría y ánimo. En momentos en que el cáncer lo dejó prácticamente postrado, enfrentó la adversidad con mucha fe, ya que fue durante ese periodo en el que tomó el compromiso de ser cooperador del Opus Dei, ofreciendo su sufrimiento por otros. De hecho, mientras rezábamos el rosario en familia, él siempre recordaba a muchas otras personas que sufrían para incluirlas en su oración”.

Carlos Andrés Bustos Muñoz.

Última Navidad de Carlos (de pie y con anteojos) y sus hermanos junto a su padre.

"De pocas lecciones y de muchos ejemplos"

“Fue muy noble. Nunca dudó en sus prioridades: mi mamá, sus hijos, los nietos, los empleados de la fábrica, del campo, y desde luego, Dios. Lo demás podía esperar.

Era de pocas lecciones y de muchos ejemplos. Fue siempre leal con los trabajadores

Era de pocas lecciones y de muchos ejemplos. Fue siempre leal con los trabajadores. Le interesaban sus familias y problemas. Iba más allá de la estricta relación laboral. Los pobres y necesitados tenían un lugar especial en su corazón.

Su vida de fe era tierna y sobria. En su oficina de trabajo, no faltaba nunca una imagen de la Virgen o un crucifijo. Ver al papá rezando y vivir su fe, dejó una huella muy profunda en mí.

¡Tenía un gran sentido del humor! Era fácil dejarse contagiar por su risa. Esa alegría y sonrisa se nos pegó a todos como por ósmosis”.

María Eliana Bozzolo.

“¡Me encanta mi papá!”

“Los recuerdos que tengo de mi papá son de cuando leemos libros y hacemos deporte juntos. Como es Ingeniero, también me cuenta cosas de ingeniería.

¡Él me ha enseñado a ser amiga de Jesús!

¡Él me ha enseñado a ser amiga de Jesús! Lo paso super bien cuando vamos a Misa y rezamos el rosario en el auto.

También me dice que me tengo que portar bien, ser una buena amiga y hermana, estar contenta y ser muy feliz”.

¡Me encanta mi papá!

Guadalupe Aguilera, 8 años.

“Sencillez para aceptar la vida”

“De mi padre aprendí que la mayor fortaleza surge de la humildad. Mi padre supo reconocer de manera increíble sus limitaciones y, gracias a su profunda vida interior, las transformó en oportunidades.

Mi padre supo reconocer de manera increíble sus limitaciones y, gracias a su profunda vida interior, las transformó en oportunidades

Un ejemplo de esto: le encantaban los árboles y las rosas; en su parcela de Pirque llegó a tener un parque precioso y una gran variedad de rosales. Cuando quedó inválido, tuvo que trasladarse a un departamento. Y ahí, en vez de echarse a morir, se transformó en un experto en cactus y en bonsái. Después de haber tenido un bosque, los últimos años de vida miraba con un amor impresionante su balcón. Hizo un sofisticado sistema de riego para sus pequeñas especies y partía solo en taxi a jardines en Curacaví, para encontrar nuevas especies. Esa sencillez para aceptar la vida con sus limitaciones me marcó mucho; la alegría con que lograba sobrevolar los problemas. Y sin duda, también me hace mucha ilusión la frase con que terminaba sus cartas: "seguimos unidos en la oración".

María Ester Roblero.

“Yo lo replico”

“Somos una familia argentina y mi padre sigue aun viviendo allá. Si lo tuviera que recordar en relación con la impronta que él ha dejado hasta hoy en mi vida, sería por dos cosas: por un lado, la perseverancia en llevarme e irme a buscar al colegio durante muchos años, día tras día y desde una zona rural a 10 km de la ciudad; eso uno nunca lo olvida. De la misma manera yo lo replico, día tras día, con mis hijos aquí en Chile.

Mis pensamientos van a su vuelta a Dios a lo largo de estos últimos años, acompañando a mi mamá

Por otro lado, mis pensamientos van a su vuelta a Dios a lo largo de estos últimos años, acompañando a mi mamá, en este camino de la fe, dando un claro ejemplo a mi familia y a mí, de que lo que se siente -tras cordillera de los Andes- la comunión de los santos por sus ruegos y los de mi mamá cada noche”.

Maximiliano Carbonetti.

“Sentía la seguridad de tenerlo al lado”

“Recuerdo a mi padre como un amante de su casa y de su mujer, mi madre. En extremo trabajador por ser médico pediatra. Tuve la suerte que podía venir a almorzar y a comer todos los días.

Siempre en la comida de la noche mi madre lo esperaba y había reunión familiar. Su afición de los fines de semana era salir de Santiago para pasear y hacer pícnic en sus alrededores; y hacerlo en familia.

De pocas palabras, pero elocuente con los hechos de cariño y dedicación a sus hijos

Era muy frecuente verlo hacer arreglos a la casa y a los autos los fines de semana. Y por sobre todo muy dócil a lo que disponía mi madre. Por eso, no faltaba nunca a Misa los domingos.

De pocas palabras, pero elocuente con los hechos de cariño y dedicación a sus hijos. Sentía la seguridad de tenerlo al lado en mis enfermedades y derrotas; y de chico pegarse a su lado para los temblores y terremotos. Seguí sus pasos en la medicina viendo su entrega generosa y uno que otro rezongo...”

Pbro. Hernán Garcés.