“Es la tercera vez que como alumna de hotelería participó en el Encuentro Sudamericano de Servicio y siento que estar aquí me ha renovado. Hemos aprendido que, además de la técnica y capacitación propias de la profesión, nuestro trabajo se sustenta en la capacidad de servir al otro y entregar amor”, afirmó Jacqueline Paulino de Brasil.
El Encuentro Sudamericano del Servicio es una iniciativa promovida por un grupo de personas de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, que surge con el fin de que estudiantes de estos países preparen trabajos de investigación para participar en un Congreso Internacional en Roma organizado por el foro internacional Incontro Romano de la Associazione Centro Elis, ONG que promueve proyectos sociales y educativos en Italia y otros países. El objetivo del encuentro es profundizar en temas de actualidad relacionados con el servicio, en los que se destaque principalmente la actuación de la mujer y su aporte específico a la sociedad.
Previo al Congreso internacional de Roma, se realizan fases locales en las que se intenta plasmar el tema propuesto para cada año a través de distintas iniciativas.
Para la estudiante Virginia Amado de Uruguay, “esta experiencia ha sido muy gratificante. Conocer otro país, otra cultura, compartir y convivir con mujeres que estudian las mismas carreras es enriquecedor”.
Las conferencias dictadas por especialistas del servicio reforzaron el aporte de estas profesiones a la sociedad. “Dios soñó a cada mujer con un rostro personal y tiene una misión y un proyecto para cada una”, dijo Carolina Dell’Oro, Filósofa de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Al referirse a los rasgos fundamentales de la mujer y a la importancia de su papel en el siglo XXI, señaló que “hoy es cuando hay que humanizar la empresa…y la mujer es la llamada a hacerlo, porque es experta en humanidad: las mujeres llevamos la preocupación por el otro en el corazón y esa es la clave…por eso, el siglo XXI va a ser distinto, porque tendrá mujeres como ustedes, que participen y concilien vida familiar y vida de trabajo, aportando desde lo propiamente femenino". Recordó que el Papa Juan Pablo II estaba convencido de que el siglo XXI necesita del genio femenino, algo que la mujer ha tendido a olvidar, hasta ahora, en su esfuerzo por abrirse camino en un mundo laboral predominantemente masculino.
Sirviendo a los demás se mejora como persona
“Actualmente pareciera que somos más importantes por la función que realizamos que por lo que somos. Se nos ha olvidado tratar a cada uno como persona antes que como cliente o funcionario”, aseguró Gonzalo Celis, experto en educación y Director del Colegio Cordillera, quien recalcó la urgencia de humanizar los servicios.
Planteó que para hacerlo, se necesita la colaboración tanto del que sirve como del que recibe el servicio. “Primero, la persona que sirve, debe saber que al servir mejora como persona.Segundo, debe tener la voluntad de hacer su trabajo cada vez mejor y tercero, debe poner el corazón en el servicio y no en la recompensa. Por su parte, quien recibe el servicio lo humaniza cuando descubre su riqueza y devuelve bien con bien, sabiendo que todos somos iguales y que estamos llamados a amar a Dios y a los demás precisamente por ser hijos de un mismo Padre”.
“En el mundo de hoy… hay gente que, si se les habla de servir, se asustan: les parece una humillación, algo que no va con el progreso. Y no consideran que en la tierra necesariamente nos servimos todos unos a otros”. Con esta cita de San Josemaría Escrivá de Balaguer, Rosita Errázuriz, Directora de CFT Fontanar, explicó a las participantes cómo el servicio transforma tanto al que lo da como al que lo recibe. Destacó la diferencia entre servil y servicial, planteando que “el adjetivo servil se usa como insulto y tiene un profundo sentido despectivo, mientras que servicial se usa como halago y tiene un sentido de alabanza”. Además, destacó la importancia del amor en el servicio, asegurando que “no hay últimos asientos porque los que parecen últimos pueden ser los primeros en el amor”.
Lo que somos por dentro, lo manifestamos por fuera
La forma de vestir y otras manifestaciones, como el modo de moverse, son parte del lenguaje del cuerpo y una expresión del espíritu que hay que adaptar a las distintas épocas y circunstancias, señaló Magdalena Elton, asesora de imagen y miembro de Versátima, al destacar los rasgos distintivos de la imagen femenina.
Aseguró que “el traje es, sobre todo, una fotografía social de un momento histórico. Un verdadero flash que sintetiza la realidad y los anhelos de una época. Hoy, con el fenómeno de la globalización, podemos decir que el vestido es un reflejo de una sociedad que está cada vez más comunicada”. Señaló que “contribuimos a la dignidad de la mujer cuando trabajamos en nuestra propia imagen en servicio de la transmisión de aquello que creemos, porque lo que somos por dentro, lo manifestamos por fuera. Por esa razón, una imagen adecuada y correcta es el resultado del interés por los demás. El modo de vestir y de presentarnos es un signo de respeto, de valoración del otro y una forma de comunicar lo que pensamos”.
Para Andrea Valenzuela, miembro del equipo organizador del Encuentro Sudamericano de Servicio y numeraria auxiliar chilena, “los trabajos de servicio pueden ser en apariencia ocultos pero no lo son porque repercuten en toda la sociedad, al igual que la cordillera que con su deshielo moja la tierra y hace que todo florezca. Este encuentro nos ha sacado brillo, nos ha servido para abrirnos a la inquietud de profesionalizar cada día más nuestro trabajo dándole un trasfondo más humano y una mirada de amor al prójimo”.