Cardenal Errázuriz en Araucaria: LA VIRGEN DE GUADALUPE ABRIÓ LA PUERTA A LA EVANGELIZACIÓN

Una reafirmación de las raíces cristianas de Chile, en la perspectiva del Bicentenario, hizo el Arzobispo de Santiago ante numerosas jóvenes universitarias, al inaugurar un ciclo de exposiciones organizado por el Centro Cultural y Residencia Araucaria, del Opus Dei.

Monseñor Errázuriz junto a la directora de Araucaria, Macarena Varela, y dos residentes.

Frente a un atento auditorio de universitarias, y apoyándose en la exposición de arte colonial que se presenta en el Museo de La Moneda, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz inició su charla mostrando los frutos de la evangelización, que se reflejan en las imágenes religiosas antiguas: "Ellas hablan de manera elocuente y conmovedora de la fecundidad en el arte de estas raíces cristianas, lamentablemente no en la actualidad, sino en los decenios que precedieron a nuestra Independencia", indicó.

En su reflexión, el Arzobispo de Santiago destacó algunas expresiones del arte religioso colonial, la significación de la Virgen de Guadalupe en la introducción del cristianismo en América y la defensa de los pueblos originarios realizada por los primeros misioneros, enlazando estos temas con la nueva evangelización que impulsan los obispos desde Aparecida.

Verdades tras las imágenes

Conocedor y aficionado al arte religioso, el Cardenal fue explicando a las estudiantes cómo "la pintura y la imaginería religiosas que nos legaron (los artistas y misioneros), querían enseñar las verdades de la fe, emocionar e impresionar el corazón de los indígenas y de los criollos y lograr la conversión a Jesucristo". Y lo ilustró con algunos ejemplos:

"En los cuadros sobre la infancia de Jesús, que celebran su nacimiento o recuerdan su huída a Egipto, el Niño Jesús ya aparece como Dios. De su rostro emana mucha luz que ilumina a las personas circundantes: es la Luz del Mundo bajada del cielo (…) La misma fe la confiesan algunos cuadros de la Virgen María con el Niño. Lo sostiene en sus brazos de tal manera que normalmente se caería. Pero siendo que el Niño es Dios, no se cae, porque El mismo se sostiene".

El Cardenal, acompañado de los sacerdotes Guillermo Greene y Alfonso García Huidobro, conversa con las estudiantes.

En algunos cuadros expuestos sobre la pasión de Cristo, "el rostro doliente de Jesús, en vez de aparecer sombrío, opacado por el dolor, irradia luz, ya que quien sufre no es un hombre cualquiera, es el Cordero de Dios (…) que vino a este mundo para iluminar la existencia de quienes vivían en tinieblas y en sombras de muerte".

Un arte mestizo

"Nos impresiona un hecho. Se trata realmente de un arte mestizo. Es cierto, recoge modelos europeos. Pero los dos maestros de los talleres en el Cusco que enviaron a Chile hermosos cuadros, eran indígenas. Por ejemplo, son obras de un indígena y de sus oficiales los cuadros que podemos admirar en el convento de san Francisco. Su nivel humano y cultural era tan notable, y su compenetración del cristianismo tan sincera, que sus obras son una manifestación genial de esas raíces cristianas, que alimentaron con su savia talentos mestizos e indígenas en América".

El Cardenal hizo ver que las profundas raíces cristianas y católicas de nuestra cultura pueden encontrarse, además, "en valores culturales, en costumbres, en expresiones de la religiosidad popular, en ordenamientos constitucionales y legislativos".

Expulsión de los ídolos

Respecto a la expulsión de los dioses nativos, el Cardenal explicó que los misioneros traían un Dios de amor y de paz: "No podían predicar una fe que se mezclara con las creencias religiosas de esos pueblos. Tenían que luchar contra las imágenes falsas de Dios, que repercutían en formas culturales del todo inaceptables, porque la gloria de Dios es que el hombre viva. Los misioneros intervinieron en ese frente religioso de la vida social de ese entonces. Recordemos, por ejemplo, su enérgico rechazo de la religión de los mayas, en la cual veían la influencia del demonio debido a los crueles sacrificios humanos con los cuales querían conseguir el favor de los dioses".

Defensa de la Virgen de Guadalupe

El Arzobispo de Santiago recordó los famosos diálogos de doce teólogos franciscanos, en México hacia 1524, con sacerdotes de las religiones ancestrales, atribulados al escuchar que las divinidades a las cuales ellos servían, no eran dioses verdaderos. "Impresiona la perturbación de los indígenas, que estaban convencidos de perder así el sentido originario de sus vidas", comentó el Cardenal.

Un público atento siguió su conferencia.

"Era tanta la desgracia y tan fuerte la resistencia, que el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, le escribió al Rey, manifestándose muy preocupado, porque si no intervenía un hecho extraordinario, él no vislumbraba un futuro promisorio a la fe cristiana en las nuevas tierras. Muy poco después, en diciembre del año 1531, ocurrió la aparición de la Virgen al indio Juan Diego. Le habló en náhuatl. Su rostro era mestizo. Su imagen, con la humildad de quien ama en presencia del Dios verdadero, ocultaba al sol, adorado hasta entonces (…) Lo más importante: su manifestación como madre de Dios, que está embarazada para dar a luz a Cristo, la cordialidad emocionante de su trato a Juan Dieguito y de su cariño al pueblo, y la impresión de su imagen, hasta nuestros días, en la tilma de Juan Diego, abrieron ampliamente las puertas a la evangelización de todo el Continente. La Virgen las abrió entonces, y las sigue abriendo hasta nuestros días", destacó Monseñor Errázuriz.

Evangelizadores y defensores escogidos

El Cardenal aclaró que los misioneros que llegaron a América "fueron escogidos entre los mejores religiosos y sacerdotes, porque la evangelización de los 'indios' pasó a ser la obra privilegiada de la Corona y de la Iglesia".

Lamentablemente, reconoció, a veces se quiso imponer la fe con la fuerza de las armas. Pero "contra esta desgraciada alianza reaccionaron muchos misioneros y obispos. Entre ellos, Fray Bartolomé de Las Casas, quien se opuso valientemente a las conversiones mal logradas con la violencia de las armas, impulsando el diálogo y la persuasión".

Otro ejemplo de trabajo evangelizador lo dio santo Toribio de Mogrovejo, quien "recorría miles de kilómetros visitando los poblados indígenas más apartados (…) lo que no le impidió celebrar el famoso III Concilio de Lima, y dictar leyes a favor de una pastoral inculturada, diríamos actualmente".

Señaló asimismo que el bautismo cristiano constituyó un puente de fraternidad entre los españoles e indígenas, "los cuales, conforme a las ideas de la época, habían perdido ante los vencedores todos sus derechos por ser miembros de pueblos derrotados. El bautismo los convirtió, sin embargo, en hermanos de inconmensurable dignidad".

El eclipse de la trascendencia

El Cardenal señaló a las estudiantes que el conocimiento de estas obras nos ayuda "en el empeño por revitalizar y cultivar dichas raíces. Indicó que el "gris pragmatismo" de la vida cotidiana va desgastando y degenerando la fe en mezquindad. "A ello se agregan el relativismo ético, el eclipse de la trascendencia que buscan corrientes europeas y que llegan hasta nosotros, tratando de reducir la fe a un fenómeno meramente subjetivo, y el desinterés por la construcción de un orden social que corresponda a la dignidad de todos los seres humanos y al mandamiento de amarnos como Cristo nos amó. Si de los cristianos no se dice miren cómo se aman, nuestra vida no atraerá hacia la fe".

Jesús es el punto de partida

Al finalizar su exposición sobre las raíces cristianas de América Latina, el Cardenal pasó a explicar, en forma coloquial, el documento de Aparecida, que justamente trata sobre la revitalización de la herencia cristiana entre los fieles del Continente, a los que llama a ser discípulos misioneros.

Insistió en que el encuentro con Jesús es el punto de partida. ¿Cómo comenzó? Juan Bautista señala al Cordero de Dios y Juan y Andrés lo siguen, pasan con El toda la tarde y luego conquistan a Pedro. ¿Qué los convirtió en apóstoles? El encuentro con Jesús, que despertaba asombro, despertaba estupor. "Nunca ha hablado nadie con tanta autoridad", "nunca habíamos visto algo semejante", "quedaron fuera de sí de estupor". Jesucristo es el Hijo de Dios, su sabiduría, su amor, su servicio no son comparables a los de los hombres. Esto es fundamental, dijo a las estudiantes, porque si el encuentro con Jesucristo es el mismo que podría tener con cualquiera de los gurúes de este mundo… nunca me voy a convertir. Convertirse significa decir: Jesucristo es mi camino, mi verdad, mi vida. Mi roca y sobre esta roca yo coloco toda mi existencia. Voy a aprender de El, voy seguirlo a El, haré todo lo que El me diga. Sin asombro, eso no existe…

¿Dónde me encuentro con El?

Para facilitar el encuentro con Jesucristo, explicó Monseñor Errázuriz, Aparecida nos dice que recurramos a los lugares de encuentro con El. ¿Dónde? Desde luego, en la liturgia, en la Eucaristía, en la confesión. Me encuentro con El en la Sagrada Escritura. Aparecida quiere impulsar con toda el alma la lectio divina: cómo puedo yo leer la Escritura y rezar la Escritura, encontrarme con Jesús que vive y me habla. En la vida de los santos y especialmente en la vida de la Virgen María… En la piedad popular. Lugar de encuentro con Jesús es también la familia, aunque a veces no está muy presente Cristo en ellas. Si cada uno de nosotros es otro Cristo, y reflejamos la imagen de María, sin lugar a dudas somos un lugar de encuentro con Cristo en la Historia…

Los bautizados tienen vocación de misioneros

Cuando Jesucristo se da cuenta de que Juan y Andrés lo van siguiendo, les pregunta "¿qué buscan?" Es una pregunta muy importante. Cada uno de nosotros es un buscador. Buscamos el Cielo. Buscamos a Dios, a Jesús y a su Evangelio. Buscamos formar una sociedad en la cual exista la comunión que instauró Jesús cuando estuvo en este mundo. Lo buscamos para vivir con El y que El more en nosotros. Como la Virgen.

Una de las grandes tareas de Aparecida será convencer a todos los bautizados que tienen vocación de misioneros, que estamos llamados por Jesús que ha venido al mundo "para que tengan vida y la tengan en abundancia". Frente a las personas, las familias, los necesitados, los enfermos debemos preguntarnos: ¿tienen vida? ¿Vida en Cristo? Esto nos lleva a preocuparnos por la cultura de la vida desde la concepción a la muerte natural, de la calidad de vida de los trabajadores, de las madres solteras, de los pobres, los encarcelados, de tanta gente que sufre o que no tiene esperanza. ¡Es impresionante la diferencia de creer en la vida eterna, creer que comienza ahora, que hay una continuidad a través de la muerte, creer que nos encontraremos como familia y tendremos la mayor alegría del mundo en ese momento!

Sin perdón, no hay cultura cristiana

En Chile vivimos situaciones muy difíciles en tiempos del gobierno militar y todo el tema de los detenidos desaparecidos, donde un grupo grande de ellos viene de una tradición marxista. Y son los que dicen "sin perdón ni olvido". Para ellos la palabra perdón no existe en su vocabulario, en su imaginación tampoco. Cuando uno de los que había dado muerte a otro les escribió una carta (a los familiares) para pedirles perdón, la mamá dijo: "yo no sé qué significa eso. He buscado en el diccionario y he visto que significa olvidar y yo no voy a olvidar nunca, yo no perdono". Una sociedad en que la palabra perdón no existe, no tiene una cultura cristiana.

Sociedad llena de valores cristianos

Ahora mismo acaba de aparecer una encuesta sobre la aprobación del aborto en Chile. Dos tercios no lo aprueba. Nuestra sociedad está llena de valores cristianos de los cuales no se tiene conciencia porque no nos imaginamos cómo sería una sociedad sin el Evangelio".

Consultado respecto a quienes dudan si Chile sería un país cristiano, el Cardenal respondió: La pregunta significa si es Chile un país en el cual la mayoría de los chilenos cree en Cristo. Sí. Claramente sí; más del 90% cree en Cristo. ¿Es Chile un país en el cual la gente confía en la Providencia divina? Una inmensa mayoría confía en la Providencia divina. ¿Es Chile un país en el cual se cumple con todo lo que propone el Evangelio? No. Pero es que no hay ningún país del mundo en que sea así.

El cristiano debe sorprender

Una nueva pregunta inquirió sobre cómo se podría influir en el entorno, en un mundo que está cambiando, para lograr una cultura más cristiana. Creo que lo primero es el testimonio, dijo. La persona que realmente es cristiana tiene que ser sorprendente, o si no, es cristiano a medias. Si existe la vida de Dios en ella, si aflora la gratuidad del amor y del servicio de Cristo en ella, la gente se va a preguntar: ¿de dónde le viene esto? Cuando estaba en la universidad había un compañero en segundo año de ingeniería que me impresionaba mucho: alegre, deportista, le ponía empeño, era buen amigo, rezaba bien, una cantidad de cosas. Y yo fui donde él, suponiendo que tenía director espiritual y le pregunté quién era. Y por ahí conocí a Schoensttat, sin haberlo pensado. Fue el testimonio de una persona, lo que me hizo acercarme a ella.

¡Hay que atreverse!

Por último invitó a las universitarias a ser más explícitos. Hay personas que se conocen, que viven cerca, y que jamás tratan un tema en profundidad. Yo creo que hay que atreverse a tender el puente de diálogo que mucha gente espera, y si no lo esperan lo van a mandar a uno a la punta del cerro, pero ¡qué importa! ¡Hay que atreverse!