Amar a la Patria es algo grande

Amar el país en el que se nació es un sentimiento natural, pero es también un deber que exige buscar, cada uno en su medida, el bien común por encima de intereses sectoriales.

"En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los deberes civiles, siéntanse obligados los católicos a promover el verdadero bien común (...)"

Amar la patria es algo grande. Comprende el amor a su territorio y naturaleza; a su historia y cultura; a costumbres y variadas tradiciones; y, en particular, nos llama a respetar y querer el bien de nuestros compatriotas, sin distinción de culturas, clases, grupos, ideologías, religión.

La valoración de las propias raíces impide sentirse desarraigado, y ser fácilmente influenciable por ideas pasajeras y corrientes de opinión superficiales. Esto no se contrapone con un espíritu universal, católico. Así lo señala san Josemaría en Surco: “Ama a tu patria: el patriotismo es una virtud cristiana. Pero si el patriotismo se convierte en un nacionalismo que lleva a mirar con desapego, con desprecio —sin caridad cristiana ni justicia— a otros pueblos, a otras naciones, es un pecado”[1].

Alumnos y profesores de la Escuela Agrícola las Garzas.

Patriotismo tampoco se opone a la acogida de los inmigrantes como nos enseña el Papa Francisco: Jesús está presente en cada uno de ellos, obligado —como en tiempos de Herodes— a huir para salvarse. Estamos llamados a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela (cf. Mt 25,31-46). Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido[2].

Participación y formación ciudadana

En relación al apostolado de los laicos, Pablo VI señala que “En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los deberes civiles, siéntanse obligados los católicos a promover el verdadero bien común, y hagan pesar de esta forma su opinión para que el poder civil se ejerza justamente y las leyes respondan a los principios morales y al bien común.[3]

ES FRECUENTE (...), AUN ENTRE CATÓLICOS QUE PARECEN RESPONSABLES Y PIADOSOS, EL ERROR DE PENSAR QUE SOLO ESTÁN OBLIGADOS A CUMPLIR SUS DEBERES FAMILIARES Y RELIGIOSOS, Y APENAS QUIEREN OÍR HABLAR DE DEBERES CÍVICOS.

Respecto a esta obligación de los laicos, san Josemaría advierte en una carta del año 1932 que “Es frecuente (...), aun entre católicos que parecen responsables y piadosos, el error de pensar que solo están obligados a cumplir sus deberes familiares y religiosos, y apenas quieren oír hablar de deberes cívicos”[4].“Política, en el sentido noble de la palabra, no es sino un servicio para lograr el bien común de la Ciudad terrena. (...) es en el terreno político donde se debaten y se dictan leyes de la más alta importancia, como son las que conciernen al matrimonio, a la familia, a la escuela, al mínimo necesario de propiedad privada, a la dignidad –los derechos y los deberes– de la persona humana”[5].

Defender las raíces cristianas de Chile

Es por tanto un deber cívico defender las raíces cristianas de Chile y para ello se ha de buscar la ocasión de, en la medida de lo posible, participar en colegios, asociaciones profesionales, juntas de vecinos, corporaciones municipales, sindicatos, redes sociales, etc. Muy unido a este deber está la responsabilidad de formarse en temas que afectan a la sociedad, de tal manera de tener un criterio personal en las cuestiones que se debaten en el ámbito público. Para ello hay que ir a las fuentes adecuadas, estando alertas al peligro de la simplificación, los estereotipos y excesos de información que viene en las redes sociales.

Es tradición que el Colegio Nocedal celebre las fiestas patrias con competencias típicamente chilenas.

En la homilía titulada El corazón de Cristo, paz de los cristianos, san Josemaría señala: Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo. Los cristianos —conservando siempre la más amplia libertad a la hora de estudiar y de llevar a la práctica las diversas soluciones y, por tanto, con un lógico pluralismo—, han de coincidir en el idéntico afán de servir a la humanidad.[6]

“… SI USTEDES NO AMAN A SU PATRIA, YO NO LES CREO QUE LLEGUEN A AMAR A JESÚS Y QUE LLEGUEN A AMAR A DIOS”. PAPA FRANCISCO EN MAIPÚ, SANTUARIO DEDICADO A LA VIRGEN DEL CARMEN EN RESPUESTA A UNA PROMESA HECHA POR LOS PADRES DE LA PATRIA.

“Tienen ustedes un reto grande y apasionante -señaló el Papa Francisco en su viaje apostólico en Chile-: seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro. Nos hace bien recordar aquí las palabras de san Alberto Hurtado: «Una Nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o sus tradiciones, es una misión a cumplir» . Es futuro. Y ese futuro se juega, en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades” [7].

Si quieres leer más, te dejamos un extracto del estudio "La formación de la conciencia en materia social y política según las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá", publicado en Romana nº 24, enero-junio de 1997


[1] San Josemaría, Surco 315.

[2]https://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20200513_world-migrants-day-2020.html

[3] Apostolican actuositatem, 14.

[4] Carta, 9-I-1932, n. 46.

[5] Carta 9-01-1932, n. 42.

[6] Es Cristo que pasa, 167.

[7] Encuentro PapaFrancisco con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, 16-I-18