¿Por qué no intentarlo? es la pregunta que no podíamos dejar de plantearnos desde que la idea de que san Josemaría como escritor podría tener un hueco en el Salón del libro nos vino a la cabeza. Parecía una ocasión estupenda para estar presentes entre las propuestas bibliográficas de interés general. Sin duda, entre las letras de los libros de san Josemaría hay muchas luces para comprendernos mejor, conocer a a Dios y descubrir caminos llenos de paz, tan necesaria en estos momentos.
En la web del Salón del libro se leía que cada año acoge alrededor de 15.000 visitantes. Imaginar que para muchas de esas personas podría ser la ocasión de encontrarse con este santo era una gran motivación.
Hay que decir que en ese momento el plazo de inscripción había terminado hacia ya algún tiempo. A pesar de eso contactamos con los organizadores quienes -contra todo pronóstico-, nos contestaron afirmativamente y enviándonos el formulario para formalizar la inscripción.
Es así como la idea pasó a ser una realidad a la que había que ir dando forma. Como suele pasar en estos casos, conforme se avanza en el proyecto, van saliendo nuevos aspectos a tener en cuenta, el trabajo se multiplica y lo que es peor, el tiempo parece que corre más de lo normal.
¿Cómo presentar a san Josemaría? ¿Cómo decorar el stand? ¿Qué libros interesaba poner? ¿Qué material de promoción se podría hacer? ¿Qué animaciones proponer para conseguir atraer a los visitantes y que se interesen por nuestro stand?
Para ir resolviendo estas preguntas y otras más que fueron surgiendo, se formó un equipo multidisciplinar: diseñadores gráficos, expertos en trato con editoriales, etc. Otro punto clave fue seleccionar y formar a las personas que se ocuparían de atender el stand durante esos días. Era importante conseguir un equipo de al menos cuatro personas, para que se pudieran ir turnando.
Nuestro stand aparecía en el listado de del Salón con el nombre de "San Josemaría Escrivá, escritor" y ese fue el lema que pusimos en el póster y en los folletos que hicimos para la difusión.
Araceli tuvo la idea de incluir en la decoración y como material que los visitantes podrían llevarse, tiras de papel con puntos de Camino impresos. Pusimos un letrero que decía: «Coge un pensamiento del autor y piensa en lo que te dice». Esto tuvo un éxito especial y, además de darnos pie para animar a comprar la obra completa, nos sirvió para entablar conversaciones con las personas que se paraban a cogerlos. Lo mejor era oír sus comentarios. Algunas decían: ¡Este se lo voy a dar a mi marido!, una madre después de leer el que había cogido le dijo a su hija : "¡Oye esto es para ti!". Varias personas se quedaron pensativas con el punto: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Una señora comentó: "Este punto me lo voy a llevar al trabajo para mirarlo con frecuencia y para que lo vean mis colegas". Otra cogió un punto al pasar y siguió andando, al cabo de un rato volvió porque la frase le había interpelado y quería conocer más del autor.
Un periodista de origen belga al leer “Josemaría Escrivá” exclamó: "Estoy feliz de encontraros, he perdido los datos de un amigo del Opus Dei en Chicago y hace tiempo que pienso que necesitaría volver a contactarlo. Vosotros sois la solución a mi problema". Se paró a hojear los libros y, al preguntarle si los conocía, dijo que en absoluto, pero que le gustaría saber de la vida de san Josemaria.
Le aconsejamos el libro de Peter Berglar y “Huellas en la nieve”, se llevó los dos y le dimos información de cómo ponerse en contacto con su amigo. Se marchó diciendo que lo iba a hacer lo antes posible.