“¡Vale la pena!” (V): En su pureza original, en su novedad radiante
El Señor prometió que el Espíritu Santo acompañaría a su Iglesia para que fuera fiel, es decir, atenta a transmitir lo recibido en un diálogo permanente con cada época. Ese es también el modo en que el Opus Dei camina a lo largo de la historia.
“¡Vale la pena!” (IV): De generación en generación
Con el avance de los años y de las generaciones, la familia del Opus Dei está llamada a ser fiel al regalo que Dios hizo al mundo el 2 de octubre de 1928, un carisma «viejo como el Evangelio, y como el Evangelio nuevo».
Querer ser hijos, abrirnos a un hogar. Filiación y paternidad en el Opus Dei
Con ocasión del cumpleaños del Prelado del Opus Dei, reflexionamos sobre la paternidad y la filiación en esta familia.
Un hogar que se extiende hacia el mundo
Numerarias auxiliares: una llamada específica para cuidar y fortalecer los lazos familiares en el Opus Dei.
“¡Vale la pena!” (III): Para hacer del tiempo un aliado
Cuando experimentamos el paso del tiempo nos damos cuenta de la posibilidad de ser fieles y, por tanto, cada vez más felices. Pero parte importante de este desafío, en nuestros días, es buscar constantemente a Dios y formar nuestra afectividad.
“¡Vale la pena!” (II): Bendito quien confía en el Señor
La Sagrada Escritura no nos da una respuesta teórica sobre la fidelidad, sino que nos indica quién es fiel.
“¡Vale la pena!” (I): Una fuerza que conquista el tiempo
La fidelidad es la virtud que surge en medio de las relaciones entre personas –y por eso también con Dios– cuando una confía en el amor de la otra.
Echar a volar las campanas: 14 de febrero de 1930: sección femenina del Opus Dei
La Obra nace, una y otra vez, con cada mujer y cada hombre llamados a hacerla vida: habita en el “perenne hoy del Resucitado”.
Se hablará de ella: Guadalupe Ortiz de Landázuri
La santidad de Guadalupe, como recuerda el Papa Francisco, forma parte del «rostro más bello de la Iglesia», su imagen más auténtica, porque se trata de la vida del mismo Cristo que se da a todas las personas que le rodean.
Algo grande y que sea amor (XII): Frutos de la fidelidad
La certeza de saberse siempre con Dios es fuente viva de esperanza, de la que brotan sin parar nuevos manantiales de alegría y de paz que fecundan nuestra vida y la de los que nos rodean.
Algo grande y que sea amor (XI): Caminar con Cristo hacia la plenitud del Amor
«El camino se resume en una única palabra: amar, (...) tener el corazón grande, sentir las preocupaciones de los que nos rodean, saber perdonar y comprender: sacrificarse, con Jesucristo, por las almas todas» (San Josemaría).
Algo grande y que sea amor (X): ¡Somos apóstoles!
Para un cristiano el apostolado no es simplemente un encargo que supone ciertas horas; ni siquiera un trabajo importante: es una necesidad que brota de un corazón que se ha hecho «un solo cuerpo y un solo espíritu» con el Señor.
Algo grande y que sea amor (IX): ¿Acertaré?
Cuando entra la inquietud en el corazón acerca de un posible camino, es natural dudar y sentir miedo: Dios nos busca y nosotros, a pesar de nuestra fragilidad, deseamos vivir con Él y para Él.
Algo grande y que sea amor (VIII): Más madres y padres que nunca
La misión de los padres no se limita a la acogida de los hijos que Dios les da: sigue durante toda la vida, y tiene como horizonte el cielo.
Algo grande y que sea amor (VII): la vocación matrimonial
Dios bendice la normalidad de la vida familiar y quiere habitar en ella. Un paseo por el libro de Tobías puede ayudar a redescubrirlo.
Algo grande y que sea amor (VI): Quien da la vida por sus amigos
El secreto de un corazón célibe: dejar un amor en la tierra para llenar el mundo entero con la luz del Amor de Dios.
Algo grande y que sea amor (V): Para que la música suene
La vocación al Opus Dei es una llamada a interpretar una partitura, a tocar una música de Dios que tiene tantas variaciones como personas.
Algo grande y que sea amor (IV): ¿Cómo se descubre la vocación?
Hay tantas historias de vocación como personas. En este editorial se muestran algunos de los hitos más frecuentes en ese camino por el que se obtiene la convicción acerca de la propia vocación.