Hacia lo alto con Pier: Nuestra verdadera patria es el cielo
Para Pier Giorgio Frassati la montaña era un recordatorio de que la vida no se limita a lo material, sino que apunta al cielo. Él comprendió que lo inmediato nunca llena del todo y que debemos mirar con ojos de eternidad ya que eso da paz, sentido y libertad para vivir lo cotidiano con profundidad.
Hacia lo alto con Pier: Hace falta dar, no solo de lo que sobra
Pese a su vida acomodada, Pier Giorgio Frassati eligió entregarse a los pobres con tiempo, amistad y presencia real. Su caridad no era dar lo que sobraba, sino amar hasta que doliera, como pedía la Madre Teresa de Calcuta. Su funeral, lleno de los más humildes, fue testimonio de una vida gastada en generosidad auténtica.
Hacia lo alto con Pier: Un católico no puede evitar ser feliz; la tristeza debe estar desterrada de su alma
La alegría de Pier Giorgio Frassati no era superficial, sino fruto de una fe profunda y de su relación viva con Jesús. Esa luz interior lo sostenía en medio de las dificultades y lo hacía contagiar esperanza a quienes lo rodeaban. Su secreto: vivir agradecido, servir con amor y dejar que Cristo llenara su corazón.
Hacia lo alto con Pier: Vivir sin fe no es vivir, sino simplemente existir
Pier Giorgio entendía la fe como un faro en medio de la vida universitaria, capaz de dar esperanza y valentía incluso en la soledad. Su fe no le alejaba de la realidad, la impregnaba de sentido en cada gesto, amistad y sacrificio. Más que normas, era una mirada profunda que transformaba lo ordinario en extraordinario.
Pier Giorgio Frassati: el santo de las ocho bienaventuranzas
Este ingeniero italiano mostró que se puede ser joven, auténtico y profundamente feliz cuando se vive para los demás. A los 24 años dejó una huella imborrable en quienes lo conocieron, especialmente, los más necesitados.
Un joven como tú: Carlo Acutis
Amó la Eucaristía, vivió su fe con alegría y nos recuerda que la santidad no es un sueño lejano, sino una meta posible para todos. Descubre su historia en esta infografía.
Ilona, Finlandia: «Me gusta pensar en mí misma como alguien con sisu»
El sisu es una palabra finlandesa que se traduce como perseverancia, valentía o determinación. Ilona representa bien este concepto: nacida en un país donde los católicos son una minoría, sueña con cambiar el mundo a través de su trabajo como académica. “Desde la estadística, con datos, hago frente a la polarización. No todo es blanco o negro”, asegura.
Dani, Bolivia: «¡Quién no tiene exigencias en su vida!»
Dani se define como una persona muy competitiva, que siempre aspiraba a más en la vida. Ahora sigue apuntando bien alto, pero desde otra perspectiva: “El Opus Dei para mí ha significado un cambio total en mi vida, porque me ha dado otra visión acerca de para qué estamos acá en el mundo”.
«Dios estaba seguro, pero yo no»
El padre Luis, sacerdote de la Arquidiócesis de Caracas y miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, cuenta la historia de su vocación y de su ministerio sacerdotal entre jóvenes y enfermos.
Shiró, Kenia: «Ningún hombre es una isla... nos necesitamos los unos a los otros»
A Shiró le hace feliz estar entre la gente: “Necesito a las personas, y sentir que ellas me necesitan hace que quiera dar lo mejor de mí misma.” Esta apertura le llevó a empezar estudios relacionados con la salud y más adelante de hostelería y restauración en su país, Kenya. También comenzó una iniciativa social para ayudar a niños de la calle. Todas estas experiencias le confirmaron en su vocación al Opus Dei como numeraria auxiliar.










