“Es corto nuestro tiempo para amar”
Un hijo de Dios no tiene ni miedo a la vida, ni miedo a la muerte, porque el fundamento de su vida espiritual es el sentido de la filiación divina: Dios es mi Padre, piensa, y es el Autor de todo bien, es toda la Bondad. Pero, ¿tú y yo actuamos, de verdad, como hijos de Dios? (Forja, 987)
“Nada fías de ti y todo de Dios”
Nunca te habías sentido más absolutamente libre que ahora, que tu libertad está tejida de amor y de desprendimiento, de seguridad y de inseguridad: porque nada fías de ti y todo de Dios. (Surco, 787)
“No quieras ser mayor. –Niño, niño siempre”
No quieras ser mayor. –Niño, niño siempre, aunque te mueras de viejo. –Cuando un niño tropieza y cae, a nadie choca...: su padre se apresura a levantarle. Cuando el que tropieza y cae es mayor, el primer movimiento es de risa.
“¡Que seáis muy niños!”
Te aconsejo que intentes alguna vez volver... al comienzo de tu "primera conversión", cosa que, si no es hacerse como niños, se le parece mucho: en la vida espiritual, hay que dejarse llevar con entera confianza, sin miedos ni dobleces; hay que hablar con absoluta claridad de lo que se tiene en la cabeza y en el alma. (Surco, 145)
“Que seáis niños que desean la Palabra de Dios”
Nuestra voluntad, con la gracia, es omnipotente delante de Dios –Así, a la vista de tantas ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con voluntad eficaz, al ir en tranvía por ejemplo: “Dios mío, querría hacer tantos actos de amor y de desagravio como vueltas da cada rueda de este coche”, en aquel mismo instante delante de Jesús realmente le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.
“Eres hijo de Dios”
El bautismo nos hace “fideles —fieles, palabra que, como aquella otra, “sancti —santos, empleaban los primeros seguidores de Jesús para designarse entre sí, y que aún hoy se usa: se habla de los "fieles" de la Iglesia. —¡Piénsalo! (Forja, 622)
“Siendo niños no tendréis penas”
Siendo niños no tendréis penas: los niños olvidan en seguida los disgustos para volver a sus juegos ordinarios. -Por eso, con el abandono, no habréis de preocuparos, ya que descansaréis en el Padre. (Camino, 864)
“Tú te puedes llamar hijo de Dios”
Dale muchas gracias a Jesús, porque por Él, con Él y en Él, tú te puedes llamar hijo de Dios. (Forja, 265)
“Acude prontamente a la confesión”
Si alguna vez caes, hijo, acude prontamente a la Confesión y a la dirección espiritual: ¡enseña la herida!, para que te curen a fondo, para que te quiten todas las posibilidades de infección, aunque te duela como en una operación quirúrgica. (Forja, 192)
“Dios está junto a nosotros de continuo”
Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. –Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado.