Paula Aguiló tenía 25 años cuando empezó la guerra en Ucrania. Como muchos jóvenes seguía en las noticias los avances y consecuencias del conflicto, y vio que no podía quedarse de brazos cruzados. Se lanzó a ir a Ucrania y dar a apoyo a todos los que lo necesitaban. A día de hoy, ya ha realizado más de tres misiones.
"Cada misión fue distinta: distribuimos material por el país, desde ambulancias a generadores eléctricos, apoyamos a los que ahí se encontraban; recorrimos fallecidos - rusos o ucranianos."
Cuando le preguntan porque no busca otros modos de ayudar, Paula contesta:
Ir a Ucrania cuesta... pero volver también. Salir de esa realidad para volver a otra completamente distinta no es fácil, sobre todo por el "contraste brutal e la indiferencia" que a veces encuentra. Por eso suele irse de curso de retiro al regresar , pues ahí está "él único que realmente me entiende".
A la hora de ayudar a las personas que encuentra, suele pensar: "¿Cómo me gustaría que me ayudasen si estuviera en las mismas circunstancias?" Y así, a través de la oración y de acciones concretas, intenta llevar el apoyo y algunos recursos materiales a todos los que encuentra.
¿Y cómo llega la fe a inspirar así la vida de una joven de 25 años? Aunque en su familia hubiera una práctica cristiana, Paula dejó de ir a misa con 12 años. "Mi familia iba por un lado, y yo por otro".
Hasta que un día, aprovechando que iban a estar con un sacerdote, su madre la motivó a confesarse. Paula lo hizo, incluso sin saber muy bien a que se enfrentaba. Después de esa confesión buscó dos cosas en internet: "como se reza el rosario", y "como llegar al cielo". Esa confesión, le cambió la vida: "no sólo externamente, que es lo que se ve, que voy a Ucrania; pero sobre todo mi vida ha cambiado internamente".