Lleva más de cuarenta vendimias a sus espaldas y hace un vino que lleva su nombre. Descendiente de una familia de empresarios, ha recibido numerosos reconocimientos a su buen hacer en el mundo del vino. Ante las alabanzas y premios, él dice que se acuerda de las palabras del torero Antonio Bienvenida: “Me acuerdo mucho de él porque en algún momento le dieron la vuelta al ruedo y él decía rezando, gracias a ti, Señor, esto es para Ti”.
Un tapiz del Colegio Mayor Moncloa
Tomás conoció el Opus Dei por sus padres, pero no fue hasta el inicio de su etapa universitaria cuando comenzó a comprender el espíritu y el mensaje de san Josemaría.
“Ahí empecé a encontrarme muchas cosas que me llamaron poderosamente la atención. Una de ellas, un tapiz que había en la escalera del Colegio Mayor Moncloa que decía para servir, servir, y yo me tiré mucho tiempo dándole vueltas a ese lema, para servir, servir, y ya lo fui entendiendo todo poco a poco”, recuerda Tomás.

Añade que: “Me di cuenta de que la vida del trabajo es una vocación que consiste en servir, en dar gloria a Dios. Yo era mal estudiante, muy mal estudiante, y ahí descubrí la importancia de estudiar y la importancia de hacer bien el trabajo”.
La importancia de trabajar con amor y cariño
Químico y enólogo de formación, Postigo remarca que, en su empresa “es fundamental trabajar con cariño, porque trabajamos con un alimento que, además, es para disfrutar. Yo siempre he aplicado en mi trabajo una frase de Antonio Machado, que utilizaba san Josemaría: «despacito y buena letra, que hacer las cosas bien importa más que hacerlas»”.
Con orgullo y desde la experiencia, Tomás reconoce que “el objetivo de esta bodega es hacer un vino bueno, bien hecho, con artesanía, con cariño. Por supuesto, para dar gloria a Dios, pero también dar un servicio a nuestros clientes. Es una forma de amar a un cliente, darle lo mejor. Por supuesto, hay que amar también a nuestros proveedores y a los empleados. Hay que enseñarle a todo el mundo la felicidad de hacer las cosas bien, de hacer un trabajo bien hecho”.
La presencia de Dios en el campo y en el vino
Tomás señala que para él es sencillo tener presente a Dios en su día a día. “Evidentemente, a lo largo de todo el Evangelio, hay muchos pasajes donde se habla de la viña, de la poda, de todos los procesos del mundo de la viticultura, que está claro que Jesucristo tuvo que vivir muy de cerca, porque en muchos casos lo describe muy bien. Y aquí, claro, es muy fácil encontrar a Dios. Decía San Josemaría que de esta humilde materia es donde ha escogido Dios para dejarnos el sacramento de la Eucaristía”.
Además, continúa añadiendo que: “cuando me han preguntado, ¿qué vino te gustaría haber probado? ¿Cuál crees tú que podría ser el mejor vino del mundo? Siempre he pensado el de las bodas de Caná, sin ninguna duda. El vino de Caná tuvo que ser el mejor vino del mundo, porque es el vino que se hizo con más amor de todo el mundo”.
La importancia de dar gracias a Dios por todo (lo bueno y lo malo)
Como gran conocedor del campo, Tomás dice que “en la meteorología descubres que tú no lo controlas todo y que realmente ahí está la voluntad de Dios.
Tienes que buscarle en unas lluvias buenas, en un granizo malo y vivir con alegría todo lo que Dios nos mande. Además, es que a veces ocurren cosas muy curiosas. Llegan disgustos, desgracias meteorológicas, que después han servido para hacer las cosas mucho mejor. O después de ese vino ha salido un vino buenísimo.
Recuerdo la cosecha del 2007. Tuvimos una helada terrible, hubo muy poca uva, pero el vino fue buenísimo, un vino espectacular. Esa añada después de aquella desgracia, de aquel sufrimiento, nos dio muchísimas alegrías. Hay que tener la paciencia, perseverancia e ilusión para saber que Dios nos lleva de su mano y que todo es para bien. Lo bueno y lo malo”.
Las dificultades de conciliar familia y trabajo
Como cabeza e impulsor de una empresa familiar, Tomás reconoce que a veces, puede parecer que el trabajo te aleja de la familia. “Que nunca falte en casa la alegría, las buenas caras, la paciencia, porque a veces el trabajo es muy absorbente y es muy importante buscar una serie de costumbres, de normas, que te ayuden a no olvidarte de la familia, a estar muy pendiente de la familia, sabiendo que además es que lo más importante son ellos. Porque el trabajo es una vocación divina, y la familia también. Son parte de la misma vocación en el Opus Dei”.
Para acertar y rectificar, Tomás indica que es necesario recomenzar muchas veces. “No somos perfectos y a lo largo de la vida se cometen muchos errores y hay que pedir perdón y volver a empezar. Otra cosa que descubrí en el Opus Dei fue, por supuesto, los sacramentos, la Santa Misa y el de la confesión.
Un maravilloso sacramento que nos permite volver a la gracia y volver a Cristo. Yo creo que es muy importante en la vida familiar, en la vida conyugal. Te equivocas, hay que pedir perdón. Esa es la auténtica humildad. No es fácil. Primero tienes que reconocer que te has equivocado y luego tienes que pedir perdón.
La llegada de las nuevas generaciones
Padre de cuatro hijos con su mujer, Loli, Tomás confiesa que de ella ha aprendido mucho en cuestiones de educación. Confiesa que nunca imaginó tener a sus cuatro hijos con él en la bodega. “Nosotros siempre hemos sido muy partidarios de educar en la libertad. Ellos han estudiado lo que han querido y al final ellos libremente han venido a trabajar a la empresa familiar. Sí que creo que he conseguido ilusionarles”.
En este momento, Tomás reconoce que está “al servicio de sus hijos”: “Yo he delegado en ellos toda la responsabilidad. Cada día me voy apartando más. Hay cosas que ya no decido, sino que deciden ellos. Y a veces tengo que hacer yo lo que ellos me dicen. No es fácil, pero es que yo soy hijo de empresario, nieto de empresario, bisnieto de empresario. Y entonces creo que conozco muy bien la empresa familiar.
Y sí tengo muy claro que es muy importante que la empresa familiar, la generación que manda, tenga la humildad de retirarse a tiempo para evitar conflictos generacionales. Esa humildad yo la aprendí de mi padre y de mi abuelo, y creo que la estoy aplicando”.
Una nueva etapa con nuevos retos
“Y ahora lo que tengo que hacer es dedicar a mi mujer el tiempo que le he robado durante muchos años. Y, por supuesto, también dedicar ese tiempo a mis nietos”.
Tomás cuenta emocionado que con ellos puede hacer cosas que con sus hijos nunca había hecho. Hasta jugar al golf, porque se dio cuenta de que podía compartirlo con los más pequeños de la familia: “Jugar al golf con mis nietos ya es el paraíso en la Tierra”, concluye riendo.