San Josemaría, hoy (15)

Boletín informativo sobre el fundador del Opus Dei, con el título “La libertad, un regalo de Dios”. Recoge varios textos suyos, del Papa Francisco, además de diferentes relatos de favores y testimonios.

San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei

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San Josemaría, hoy (15) from Opus Dei


San Josemaría, un apasionado de la libertad

“¡Porque me da la gana! Esa es la razón más sobrenatural”1. A algunos les puede resultar chocante esa afirmación. Pero en la homilía titulada La libertad, don de Dios, san Josemaría profundiza teológicamente en ese regalo con que Dios dotó al hombre. Algunos párrafos entresacados de ese texto nos muestran la unión entre libertad y entrega, libertad y amor, sobre la base de la filiación divina. Sin olvidar que “la madurez humana y espiritual de la persona es requisito para el crecimiento en la libertad, que se desarrolla siempre en diálogo con Dios, que no se impone al hombre, sino que le invita y anima con amor de Padre”2.

“Con agradecimiento, porque percibimos la felicidad a que estamos llamados, hemos aprendido que las criaturas todas han sido sacadas de la nada por Dios y para Dios: las racionales, los hombres, aunque con tanta frecuencia perdamos la razón; y las irracionales (…). Pero, en medio de esta maravillosa variedad, sólo nosotros, los hombres –no hablo aquí de los ángeles– nos unimos al Creador por el ejercicio de nuestra libertad: podemos rendir o negar al Señor la gloria que le corresponde como Autor de todo lo que existe.

Esa posibilidad compone el claroscuro de la libertad humana. El Señor nos invita, nos impulsa –¡porque nos ama entrañablemente!– a escoger el bien”3.

“Llegamos así a calibrar el recto uso de la libertad si se dispone hacia el bien; y su equivocada orientación, cuando con esa facultad el hombre se olvida, se aparta del Amor de los amores. La libertad personal

–que defiendo y defenderé siempre con todas mis fuerzas– me lleva a demandar con convencida seguridad, consciente también de mi propia flaqueza: ¿qué esperas de mí, Señor, para que yo voluntariamente lo cumpla?

Nos responde el mismo Cristo: veritas liberabit vos (Jn 8,32); la verdad os hará libres. ¿Qué verdad es ésta, que inicia y consuma en toda nuestra vida el camino de la libertad? Os la resumiré, con la alegría y con la certeza que provienen de la relación entre Dios y sus criaturas: saber que hemos salido de las manos de Dios, que somos objeto de la predilección de la Trinidad Beatísima, que somos hijos de tan gran Padre. (…) El que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas la cosas”4.

1. P. Urbano, El hombre de Villa Tevere, Plaza y Janés, Madrid 1974, p. 291.

2. F. Russo, Diccionario de san Josemaría Escrivá de Balaguer, voz “Libertad”, Monte Carmelo, Burgos 2013, p. 733.

3. Amigos de Dios, Rialp, Madrid 1977, n. 24.

4. Amigos de Dios, o.c., n. 26.


Palabras de San Josemaría

Libertad y cristianismo

San Josemaría luchó por defender el don de la libertad con el que Dios creó al hombre, como se aprecia, por ejemplo, en las palabras de una tertulia con estudiantes en 1967: “Nosotros, hijos, queremos a todo el mundo, también a los que no nos entienden o no quieren entender nuestra actuación libre, personal, de simples cristianos. No les entra en la cabeza que sois libres como pájaros. Somos libérrimos, y tenéis derecho a pensar y actuar como os dé la gana. Cada uno hace lo que quiere en lo temporal, siempre que no se aparte de la fe católica. Hay un abanico de opiniones muy grande para escoger. Nadie os dirá nada contra esa noble libertad, y esto lo hemos vivido desde 1928. (…) Vivimos en un mundo de tiranías, más o menos disfrazadas, y esta maravillosa libertad nuestra, la de cada uno, con su consiguiente responsabilidad personal, no cabe en la cabeza de algunos, que no son capaces de imaginar que exista ¡una cosa tan hermosa!”5.

Hijos y libertad

“Los padres han de guardarse de la tentación de querer proyectarse indebidamente en sus hijos -de construirlos según sus propias preferencias-, han de respetar las inclinaciones y las aptitudes que Dios da a cada uno. Si hay verdadero amor, esto resulta de ordinario sencillo. Incluso en el caso extremo, cuando el hijo toma una decisión que los padres tienen buenos motivos para juzgar errada (...), la solución no está en la violencia, sino (...) en saber permanecer a su lado para ayudarle a superar las dificultades y, si fuera necesario, a sacar todo el bien posible de aquel mal”6.

Libertad y religión

“La religión es la mayor rebeldía del hombre que no tolera vivir como una bestia, que no se conforma –no se aquieta– si no trata y conoce al Creador. Os quiero rebeldes, libres de toda atadura, porque os quiero –¡nos quiere Cristo!– hijos de Dios. Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida. O hijos de Dios o esclavos de la soberbia, de la sensualidad, de ese egoísmo angustioso en el que tantas almas parecen debatirse”7.

Libertad personal para tomar decisiones

San Josemaría defendió con su conducta y su enseñanza el valor de la libertad personal. En el libro Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer late, de manera patente, esa actitud. Ya en el n. 12, responde a la pregunta: ¿A qué se refiere usted cuando a lo largo de toda su enseñanza ha defendido tan insistentemente la libertad de los laicos? “Me refiero precisamente a la libertad personal que los laicos tienen para tomar, a la luz de los principios enunciados por el Magisterio, todas las decisiones concretas de orden teórico o práctico –por ejemplo, en relación a las diversas opiniones filosóficas, de ciencia económica o de política, a las corrientes artísticas y culturales, a los problemas de su vida profesional o social, etc.– que cada uno juzgue en conciencia más convenientes y más de acuerdo con sus personales convicciones y aptitudes humanas.

Este necesario ámbito de autonomía que el laico católico precisa para no quedar capitidisminuido frente a los demás laicos, y para poder realizar con eficacia su peculiar tarea apostólica en medio de las realidades temporales, debe ser siempre cuidadosamente respetado por todos los que en la Iglesia ejercemos el sacerdocio ministerial. De no ser así –si se tratase de instrumentalizar al laico para fines que rebasan los propios del ministerio jerárquico– se incurriría en un anacrónico y lamentable clericalismo”8.

Libertad y verdad

“La libertad adquiere su auténtico sentido cuando se ejercita en servicio de la verdad que rescata, cuando se gasta en buscar el Amor infinito de Dios, que nos desata de todas las servidumbres”9.

El Amor de Dios marca el camino de la verdad, de la justicia, del bien. Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas. Y la libertad –tesoro incalculable, perla maravillosa que sería triste arrojar a las bestias (cfr. Mt 7,6)– se emplea entera en aprender a hacer el bien. Esta es la libertad gloriosa de los hijos de Dios”10.

5. P. Urbano, o.c., p. 271-272.

6. Conversaciones…, o.c., n. 104.

7. Amigos de Dios, o.c., n. 38.

8. Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid 1970, n. 12.

9. Amigos de Dios, o.c., n. 27.

10. Amigos de Dios, o.c., n. 38.