Descarga el Boletín de san Josemaría, nº 19: “Sembradores de paz y de alegría” (PDF)
San Josemaría predicó siempre, de palabra y por escrito, lo que leemos en una de sus homilías: “los cristianos debemos lanzarnos por todos los caminos de la tierra, para ser sembradores de paz y de alegría con nuestra palabra y con nuestras obras” (Es Cristo que pasa, n. 168).
Mons. Javier Echevarría, anterior Prelado del Opus Dei, convivió en Roma con el fundador durante veinticinco años. En su libro Memoria del Beato Josemaría Escrivá, lo describe así: “Destacaba como persona perennemente serena, sin altibajos ni cambios de humor repentinos. Mantuvo siempre un perfecto dominio sobre los movimientos de su carácter. Desde luego, no era insensible a los acontecimientos, pero actuaba con paz y fortaleza, por acuciantes que fueran los problemas, las alegrías o los dolores” (págs. 112-113).
Más adelante, añade: “Declaraba -y no era mera fórmula- que sólo tenía amigos, amigos de la derecha y amigos de la izquierda. Y nos insistía en que no podíamos cerrar las puertas de nuestro corazón a quienes se acercaran a nosotros, viniesen de donde viniesen. Jamás se abstuvo de dar la mano a quienes había tratado, si se veían envueltos en situaciones desagradables, motivadas por insidias, calumnias o incomprensiones. Recuerdo el caso de varios eclesiásticos, caídos en desgracia y abandonados por sus compañeros y por los que les habían servido, que encontraron la compañía de Mons. Escrivá de Balaguer, quien no ocultó su relación con esas personas, también ante los que provocaban el vacío a su alrededor” (págs. 122-123).
Tres anécdotas con san Josemaría Escrivá
Mons. Echevarría cuenta también algunas anécdotas muy significativas. Una tiene lugar en un aeropuerto internacional: “Al terminar uno de sus viajes a América, en una charla llena de espontaneidad, los miembros de la tripulación nos comentaron a Mons. del Portillo y a mí que su trabajo había sido diferente, y explicaban, cada uno a su manera, este denominador común: «ordinariamente, cuando hacemos esta ruta, que dura más de once horas, con escalas, en las que hay que atender tantas necesidades del vuelo y de las personas, acabamos agotados, con ganas de terminar, y nos cuesta hasta ser amables. Hemos de decir que el viaje de hoy ha sido completamente distinto: nos encontramos humanamente descansados, porque tenemos una paz interior que hemos recibido en la conversación con Mons. Escrivá de Balaguer»”. (pags. 116-117).
Otra anécdota, esta vez en un barrio popular: “Durante su catequesis por la Península Ibérica, en 1972, recibió en Madrid a unos obreros -dos pertenecían al Opus Dei-, que habían formado, en sus ratos libres, un trío de payasos, para divertir a la gente de los barrios periféricos. Le contaron que muchos días, a la hora de actuar, llegaban cansados por el trabajo de la jornada. Les atendió con cariño y, al despedirse de ellos, corroboró que quienes estamos enamorados de Dios debemos vivir con la preocupación de hacer amable la vida a los demás: vosotros podéis hacerla todavía más agradable con vuestro oficio, poniendo sentido sobrenatural a esas ocurrencias que distraen a la gente, y ofreciendo todo vuestro trabajo para que tengan la alegría propia de los hijos de Dios. Daos cuenta de que, con vuestro oficio de payasos, podéis facilitar la sana alegría de una vida cristiana” (pág. 117).
Y ahora un comentario relacionado con la publicidad. “En 1973, un laboratorio farmacéutico presentó una nueva medicina, que sustituía a otra de gusto desagradable: el anuncio explicaba que le habían dado sabor a naranja. Con naturalidad, nos comentó: me alegro: es humanizar las cosas, porque somos hombres, y ocuparse de hacer agradable a los demás el cumplimiento del deber tiene que agradar a Dios” (pág. 120).
Boletín de la Oficina para las Causas de los Santos Prelatura del Opus Dei. España. Mayo, 2023