Peregrinaciones de san Josemaría a santuarios y lugares marianos

Voz del Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, que aborda la historia de algunas peregrinaciones del fundador del Opus Dei a santuarios de la Virgen María.

Sumario
1. Durante sus primeros años
2. Visitas a santuarios en España (1927-1946)
3. Lourdes y Fátima
4. Oración mariana en relación con la aprobación pontificia del Opus Dei
5. Visitas a santuarios en Roma e Italia
6. Santuarios europeos
7. En oración por la Iglesia
8. La última visita a Torreciudad


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Los santuarios e iglesias dedicadas a la Virgen son lugares privilegiados de oración y de evangelización. Las peregrinaciones conservan resonancias bíblicas y tienen un sentido de búsqueda de Dios, de purificación, de penitencia y de oración y, por tanto, de conversión personal. Algo parecido puede decirse de las múltiples imágenes de la Virgen existentes en iglesias, ermitas o en hornacinas de las calles de muy diversas ciudades.

Siguiendo la tradición mariana universal de la Iglesia, el alma de san Josemaría se enriqueció en las visitas a los santuarios e iglesias dedicadas a la Virgen, así como a sus imágenes, de modo que esas visitas forman parte importante de su biografía espiritual. Estuvo en cientos de lugares marianos en el mundo entero. Así lo señalaba en una reunión de familia el 8 de septiembre de 1973: “esta mañana consideraba en mi meditación que la Iglesia ha dispuesto, desde hace siglos, que se celebren la mayoría de las advocaciones de la Virgen. Y yo le decía a mi Madre que quería –y quiero– contemplarla en todas las ermitas y Santuarios del mundo. Estas cosas son cosas de amor, y como nosotros somos almas de amor, mantenemos una conversación constante con María y José y, después, con ellos, pasamos a tratar a Jesús y, con los tres, al Padre y al Espíritu Santo” (citado en Echevarría, 2001, p. 171).

El fundador del Opus Dei rezó en numerosos lugares dedicados a Santa María. Ha sido por eso necesario realizar una selección limitándonos a algunos de los principales santuarios marianos que visitó a lo largo de su vida, siguiendo un cierto orden cronológico.

1. Durante sus primeros años

El primer santuario mariano en que consta que estuvo san Josemaría fue el santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, de Torreciudad. Lo hizo en brazos de su madre, cuando apenas tenía dos años de edad. Sufrió una enfermedad infecciosa muy grave cuando tenía alrededor de año y medio, hasta el punto de que la situación era desesperada. Sus padres reaccionaron como buenos cristianos y, después de rezar abandonándose en la voluntad de Dios, prometieron que si el niño sanaba, lo llevarían en peregrinación a la ermita de Torreciudad. Tiempo después, con el niño ya curado, los Escrivá cumplieron su promesa y peregrinaron en acción de gracias a Torreciudad. Años después, y por impulso de san Josemaría, en esa zona se edificó un gran santuario al que se trasladó la imagen, aunque conservando el edificio de la antigua ermita.

Inmediatamente después, hemos de referirnos al santuario de Nuestra Señora del Pilar (Zaragoza, España), tan querido para los aragoneses y para otros muchos fieles. El fundador del Opus Dei se refirió a menudo a su devoción a la Virgen del Pilar, aprendida en el hogar de sus padres y desarrollada durante sus estudios sacerdotales y, también, cuando cursaba la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza. En esa época sus visitas al Pilar eran diarias. Fue en el santuario del Pilar donde celebró, junto a pocas personas, su primera Misa solemne, el 30 de marzo de 1925, en sufragio por el eterno descanso de su padre. En todos sus viajes a Zaragoza en años posteriores no faltó nunca una visita al Pilar.

La relación de san Josemaría con la Virgen de la Medalla Milagrosa es también muy antigua y se fue desarrollando con el tiempo. Aunque su primera visita a este santuario en París tuvo lugar en los años cincuenta, esa devoción estuvo presente en la vida del fundador del Opus Dei desde su infancia, pues asistió al parvulario en el colegio que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl –a la que pertenecía Catalina Labouré, de quien proviene la Medalla Milagrosa– tenían en Barbastro. Y, sobre todo, por la gran devoción que su padre, José Escrivá, tenía a esa advocación. De hecho, su padre falleció después de rezar en su casa delante de esa imagen el 27 de noviembre de 1924, fecha en que se celebra esta advocación mariana.

En 1927 san Josemaría se trasladó a Madrid para terminar los estudios de Doctorado en Derecho, mientras realizaba una intensa labor pastoral y esperaba la luz de Dios que guiara sus pasos. Así sucedió el 2 de octubre de 1928, no sin relación con la Virgen. Pegado a la casa de ejercicios que tenían los Padres Paúles, se encuentra la basílica de La Milagrosa. En esa casa de ejercicios, en una habitación sencilla, mientras hacía los ejercicios espirituales junto a otros sacerdotes diocesanos, tuvo lugar el nacimiento del Opus Dei. En años sucesivos san Josemaría fue a rezar ante la Virgen de la Medalla Milagrosa, en el santuario de la rue du Bac de París.

2.Visitas a santuarios en España (1927­-1946)

La fundación del Opus Dei tuvo lugar en Madrid, donde san Josemaría desarrolló su labor sacerdotal desde 1927 hasta 1946, fecha en la que fijó su residencia en Roma. Durante esos años las visitas a los santuarios marianos de la capital de España fueron habituales.

De su devoción a la Virgen en los diversos santuarios de la ciudad y en las imágenes distribuidas por las calles de Madrid, se conserva el testimonio de don Pedro Casciaro, que narra cómo cierto día san Josemaría le indicó las representaciones de la Virgen que podía contemplar en los recorridos desde su domicilio en la calle Castelló hasta la Ciudad Universitaria: “Entonces fue enumerándome las imágenes de la Virgen que podía encontrar en mi camino: en la calle de Goya hay una pastelería, apenas volver la esquina de Castelló, que tiene una hornacina con la Purísima Concepción; al llegar a la estatua de Colón en el cruce con el Paseo de la Castellana, tienes en uno de los relieves del pedestal de la estatua una escena de los Reyes Católicos donde hay una imagen de la Virgen del Pilar” (Casciaro 1996, pp. 27-28).

Más en concreto hay que citar la advocación de Nuestra Señora la Real de la Almudena. Después de la ocupación musulmana, se reencontró esta imagen en una muralla de Madrid. En el sitio del descubrimiento se situó una copia –la actual es del escultor José Luis Parés–, en la Cuesta de la Vega, donde san Josemaría, en muchas ocasiones, había permanecido arrodillado en largos ratos de oración. Actualmente la imagen se venera en el interior de la catedral, pero en la muralla sigue habiendo una hornacina que recuerda el anterior emplazamiento.

También de aquellos primeros años de la vida del Opus Dei, data la primera visita de san Josemaría al santuario de Sonsoles en Ávila, el 2 de mayo de 1935. El año anterior Ricardo Fernández Vallespín, uno de los primeros miembros del Opus Dei, había sufrido un ataque de reumatismo y, viendo peligrar sus exámenes en la Escuela de Arquitectura, hizo una promesa a la Virgen. San Josemaría le ayudó a cumplir esa promesa acompañándole, en el día mencionado, a ese santuario. A partir de ese momento, las romerías del mes de mayo se hicieron habituales en la vida de los fieles del Opus Dei.

3. Lourdes y Fátima

Durante la Guerra Civil española, tras una accidentada peripecia por los Pirineos, llegó san Josemaría a Andorra en los primeros días de diciembre de 1937. Una vez repuestos de la dura travesía, emprendió, con quienes le acompañaban, viaje a Lourdes.

El 11 de diciembre llegaron al santuario, donde san Josemaría pudo celebrar la santa Misa y agradecer a la Virgen haber recobrado la libertad. Habitualmente, las muchas veces que volvió a Lourdes durante su vida, iba a beber el agua de la gruta, pero no pedía nada; se limitaba a dar gracias. Solo en una ocasión, en 1957, sí pidió expresamente por una intención: la curación de su hermana Carmen cuando le diagnosticaron la enfermedad que produciría su muerte, siempre aceptando de antemano la Voluntad de Dios. La última visita a Lourdes la hizo en octubre de 1972.

En 1945 tuvo lugar la primera romería de san Josemaría a la Virgen de Fátima. El viaje fue propiciado por sor Lúcia, la vidente de Fátima, que por aquél entonces estaba en el convento de las Doroteas de Tuy. El fundador había llegado a dicha ciudad a visitar a su amigo fray José López Ortiz, obispo de la diócesis, en febrero de 1945. El obispo le preguntó si le gustaría conocer a sor Lúcia. En esa visita, sor Lúcia le pidió que el Opus Dei fuera a Portugal. El 6 de febrero san Josemaría llegó a Fátima. Visitaron la Capelinha y el santuario, entonces en construcción, y fueron después a Aljustrel para conocer a las familias de los videntes. En años posteriores, están documentadas once visitas de san Josemaría al santuario de Fátima.

4. Oración mariana en relación con la aprobación pontificia del Opus Dei

Al año siguiente, en 1946, hubo en la historia jurídica del Opus Dei, y más concretamente en las gestiones para obtener la aprobación pontificia, momentos delicados que requirieron la presencia del fundador en Roma. Su precaria salud –le afligía una fuerte diabetes– hacía desaconsejable ese viaje, pero san Josemaría, después de poner su confianza en la Virgen, se encaminó a Roma para impulsar la solución canónica del Opus Dei. Al estar cerrada la frontera francesa y no haber tráfico aéreo con Italia, tuvo que viajar a Barcelona y allí embarcar hacia Génova, para proseguir el viaje a Roma por carretera. El 19 de junio partió de Madrid y después de visitar El Pilar y celebrar la santa Misa en la iglesia de Santa Engracia, llegó el día 20 al monasterio de Montserrat para suplicar la protección de la Madre de Dios y para saludar al abad Escarré, con quien san Josemaría tenía estrecha amistad.

También visitó a la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, una antigua devoción mariana que se remonta al siglo XIII. El 21 de junio de 1946, por la mañana, antes de celebrar la santa Misa, san Josemaría dirigió la meditación a sus hijos en el oratorio del primer Centro del Opus Dei en Barcelona, llamado La Clínica, en la calle Muntaner, 444: “¿Qué será de nosotros?”, decía –haciendo referencia a las dificultades para la aprobación– tomando las palabras de boca de San Pedro: «Ecce nos reliquimus omnia et secuti sumus te; quid ergo erit nobis?» (Mt 19, 27): (...) Ecce nos reliquimus omnia et secuti sumus te...! (Mt 19, 27) (...) ¿Qué vas a hacer ahora con nosotros? ¡No puedes dejar abandonados a quienes se han fiado de Ti!” (AVP, III, p. 33). Después fue a saludar a la Virgen de la Merced, donde repitió esos argumentos en su oración a la Madre de Dios antes de tomar el barco. En 2010, en el camarín de la Virgen se ha colocado un bajo relieve que recuerda este momento.

5. Visitas a lugares marianos en Roma e Italia. Loreto

Desde su llegada a Roma, en 1946, fueron frecuentes sus visitas a las basílicas romanas. En primer lugar acudió a la basílica de San Pedro, que visitó muchas veces, rezando siempre ante la imagen de la Madonna del Soccorso. Acudió también a la basílica de Santa María la Mayor, para rezar en la capilla Borghese, donde se encuentra la imagen de Santa María Salus populi Romani, como se la denomina desde el siglo

VI. Entre esas visitas destacamos la del 15 de julio de 1958, durante la cual se reafirmó en su oración a la Virgen como Madre del Amor Hermoso, para pedir la firmeza en la fe y la santa pureza para los fieles del Opus Dei y para toda la Iglesia.

Otro lugar mariano especialmente ligado a la historia del Opus Dei es la Santa Casa de Loreto. Los días 3 y 4 de enero de 1948 tuvo lugar la primera visita de san Josemaría a este santuario. En 1951 se desató una grave contradicción sobre el Opus Dei, que san Josemaría afrontó acudiendo a la oración; concretamente fue al santuario de Loreto el 15 de agosto para consagrar el Opus Dei al Corazón Dulcísimo de la Virgen. Así lo recordaba: “Viene a mi recuerdo el viaje que hice a Loreto, el 15 de agosto de 1951, para visitar la Santa Casa, por un motivo entrañable. Celebré allí la Misa. Quería decirla con recogimiento, pero no contaba con el fervor de la muchedumbre. No había calculado que, en ese gran día de fiesta, muchas personas de los contornos acudirían a Loreto, con la fe bendita de esta tierra y con el amor que tienen a la Madonna” (ECP, 12). Al regresar a Roma, comentó a los miembros de la Obra que vivían allí, cómo la consagración a la Virgen le daba la seguridad de que la Señora tomaría una vez más al Opus Dei bajo su amparo (cfr. AVP, III, pp. 195-202).

A lo largo de aquel año de 1951, san Josemaría realizó otras muchas romerías, renovando la consagración del Opus Dei y agradeciendo la intercesión de la Virgen: el 21 de agosto fue a Pompeya, en Nápoles, y el 22 al Santuario del Divino Amore, cerca de Roma. Estuvo en Lourdes el 6 de octubre, y celebró allí misa el 7. De Lourdes fue a Zaragoza, donde se postró a los pies de la Virgen del Pilar el día 9; y, después de pasar por Madrid, visitó a sus hijos de Portugal, renovando la consagración en Fátima el 19 de octubre.

A Loreto volvió otras veces en años posteriores: el 7 de noviembre de 1953, el 12 de mayo de 1955, el 8 de mayo de 1969 y la última, el 22 de abril de 1971.

6. Santuarios europeos

Muchas de las visitas de san Josemaría a diversos santuarios de la Virgen en Europa tenían como objetivo poner los cimientos de la futura labor del Opus Dei en esos países, lo que el fundador denominaba la prehistoria. Así lo señalaba Mons. Álvaro del Portillo: “mucho antes de que se estableciera el primer Centro de la Obra en las distintas naciones, nuestro Padre, con muchísima anticipación –yo he sido testigo–, había fertilizado aquel terreno con rezos y mortificaciones; había cruzado ciudades, rogado en iglesias, tratado a la Jerarquía, visitado tantos sagrarios y santuarios marianos, para que, al cabo del tiempo, sus hijas e hijos encontraran roturado el terreno en aquel nuevo país. Roturado y sembrado, porque, como solía decir, había lanzado a manos llenas por tantas y tantas carreteras y caminos de esa nación la semilla de sus avemarías, de sus cantos de amor humano que convertía en oración, de sus jaculatorias, de su penitencia alegre y confiada” (Del Portillo 1992, p. 36).

De ese modo en los años cincuenta y sesenta visitó santuarios marianos y tumbas de santos o lugares donde habían vivido, como por ejemplo: Einsiedeln, Lourdes, Loreto, Fátima, Willesden, Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza, la Medalla Milagrosa en París, Asís, Bari, Lisieux, Ars, Siena, la iglesia de Santa Catalina en Bruselas, Nuestra Amada Señora de Ámsterdam, Maria Laach, la Mailänder Madonna (Madonna de Milán) en la catedral de Colonia, etc.

Entre las romerías de san Josemaría en Europa destacan las que realizó a la basílica de Einsiedeln, a la que acudió por primera vez en 1955. En esa localidad decidió celebrar el Segundo Congreso General del Opus Dei que tuvo lugar del 22 al 26 de agosto de 1956. Volvería en 1958 y en 1969. Siempre pedía por la Iglesia, por el Papa y por el desarrollo del Opus Dei en el mundo entero.

Otra advocación que quedó grabada en el alma de san Josemaría fue la de Maria Pötsch, en la catedral de Viena. En 1949, san Josemaría estuvo en Austria, pero no pudo entrar en Viena. Sí pudo hacerlo en mayo de 1955. El 3 de diciembre regresó a Viena y celebró la Misa en la catedral de San Esteban y se detuvo ante la imagen de Maria Pötsch. Allí empezó a rezar la jaculatoria Sancta Maria, Stella Orientis, filios tuos adiuva!. El fundador del Opus Dei rezó con esa jaculatoria durante años por los cristianos perseguidos tras el telón de acero. Así lo expresaba en una carta: “sigo pensando que es Viena un magnífico enclave para el oriente, y que esos hijos darán en estas tierras mucha gloria a Dios Nuestro Señor (...): Un propósito hice hoy, de devoción a la Ssma. Virgen” (AVP, III, p. 336).

7. En oración por la Iglesia. Torreciudad

En 1969, san Josemaría sintió urgencia de rezar muy especialmente por la Iglesia y por la culminación del itinerario jurídico del Opus Dei. Recorrió varios santuarios de la Virgen en romerías de desagravio y de petición por la Iglesia, por el Papa y por la Obra. Visitó Lourdes, en Francia; Sonsoles, el Pilar y la Merced, en España; Einsiedeln, en Suiza; y Loreto, en Italia. Al año siguiente continuó esa peregrinación extendiéndola también a América.

El primero de abril de 1970 inició un viaje penitente a santuarios de España y Portugal. En Madrid, antes de empezar su peregrinación, pudo contemplar de cerca la imagen de Nuestra Señora de Torreciudad, recién restaurada. El 7 de abril llegó a Torreciudad. Un kilómetro antes de la antigua ermita se descalzó y fue rezando el rosario con intensa oración de petición. Después, san Josemaría visitó las obras del nuevo santuario que se estaba levantando, y bendijo las excavaciones donde irían la cripta y cuarenta confesonarios. Regresó a Madrid y el 13 de abril continuó el viaje a Fátima. Junto a la carretera, antes de llegar a la explanada del santuario, le esperaba un grupo de hijos suyos portugueses. Como en Torreciudad, rezó descalzo hasta la capilla de la Virgen. Había ido a Fátima, seguro de que, en su omnipotencia suplicante, la Señora escucharía sus peticiones.

Unas semanas más tarde, realizó su primer viaje a América. Su meta era peregrinar a la Virgen de Guadalupe, en la ciudad de México. El 15 de mayo de 1970, acompañado de don Álvaro del Portillo y don Javier Echevarría, llegó a México. Por la noche les recordaba el programa del viaje a sus hijos de México: “He venido a ver a la Virgen de Guadalupe, y de paso a veros a vosotros”. Su primer encuentro con la Virgen en la basílica de Guadalupe duró hora y media, de rodillas, absorto, con los ojos clavados en la imagen.

Del 16 al 24 de mayo de 1970 realizó una novena, visitando a diario a la Virgen. Después, del 9 al 17 de junio estuvo en Jaltepec, junto a la laguna de Chapala. Un día en que había dirigido la palabra a un grupo de sacerdotes, se retiró fatigado a una habitación, donde reposó unos momentos. Había en el cuarto un cuadro de la Virgen de Guadalupe donde aparecía Nuestra Señora dando una rosa a Juan Diego. Al contemplarlo, san Josemaría comentó: “Así querría morir: mirando a la Santísima Virgen, y que Ella me dé una flor” (Dios oyó su súplica, porque el día 26 de junio de 1975, cuando su corazón dejó de latir, acababa de mirar devotamente una imagen de la Virgen de Guadalupe que estaba en la habitación donde solía trabajar). El 22 de junio, víspera de su salida de México, fue a despedirse de la Virgen de Guadalupe. El santuario estaba abarrotado de gente, fieles del Opus Dei y personas que cooperaban en los apostolados de la Obra. Salió emocionado y con la seguridad de que la Virgen había escuchado su oración.

En 1974 realizó una extensa catequesis por diversos lugares de América. No faltaron en su programa de trabajo algunas visitas a santuarios y lugares marianos. En primer lugar, cronológicamente, a la Patrona de Brasil, Nuestra Señora Aparecida. Estuvo el 28 de mayo de 1974, y allí le esperaban centenares de personas, que le acompañaron en el rezo del rosario.

Unos días después llegó a Argentina. El miércoles 12 de junio de 1974, fue de romería al santuario de Nuestra Señora de Luján, Patrona de Argentina, Uruguay y Paraguay, que se encuentra a unas dos horas en coche del centro de Buenos Aires. En la explanada del santuario le esperaba una gran muchedumbre que rezó con él a la Virgen.

Desde Argentina pasó a Chile. Allí visitó la Virgen del Cerro y el santuario de la Inmaculada de Lo Vásquez, cercana a Santiago, la capital del país. En Perú, en Ecuador y en Venezuela, aunque rezó con frecuencia ante las imágenes de los lugares en que vivió, no pudo por su estado de salud realizar ninguna visita a otros santuarios marianos.

8. La última visita a Torreciudad

La vida de san Josemaría se acercaba a su final. En 1975 acudió en peregrinación ante la imagen de la Virgen del santuario de Torreciudad. Parecía como si la Divina Providencia quisiera que regresara al lugar donde, con tan pocos años de edad, Nuestra Señora le había salvado la vida. El día 23 de mayo llegó al santuario. A primera hora de la tarde pudo contemplar el retablo, todavía sin terminar, y comentó: “es todo un señor retablo. ¡Qué suspiros van a echar aquí las viejas..., y la gente joven! ¡Qué suspiros! ¡Bien!” (AVP, III, p. 761).

Sentía la urgencia de que el santuario se pusiera cuanto antes al servicio de los fieles. Y se propuso, con particular empeño, que no se retrasasen lo más mínimo las obras, consumiendo etapas según plazos previstos, puntualmente, sin demoras. Efectivamente, el 7 de julio el santuario abrió sus puertas para celebrar solemnemente la Misa en sufragio por el alma de san Josemaría.


Voces relacionadas: Catequesis, Labor y viajes de; Torreciudad; Viajes de Catequesis.

Bibliografía: Josemaría Escrivá de Balaguer, “La Virgen del Pilar”, en Aa.Vv., Libro de Aragón, Zaragoza, 1976; AVP, passim; Aa.Vv., Santuarios marianos de Madrid, Madrid, Encuentro, 1987; Quintín Aldea Vaquero - Tomás Marín Martínez - José Vives Gatell (eds.), Diccionario de historia eclesiástica de España, IV, Madrid, CSIC, 1975, pp. 2207-2380; Pedro Casciaro, Soñad y os quedaréis cortos. Testimonio sobre el Fundador, de uno de los miembros más antiguos del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1996; Javier Echevarría, Memoria del Beato Josemaría. Entrevista con Salvador Bernal, Madrid, Rialp, 2000; Fernando Espiago, Santuarios marianos de la Congregación de la Misión en España, Madrid, Santuario de La Milagrosa, 1992; Manuel Martínez, Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei. Peregrino de Fátima, Madrid, Palabra, 2002; Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1993; Id., Una vida para Dios. Reflexiones en torno a la figura de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer. Discursos, Homilías y otros escritos, Madrid, Rialp, 1992.

José Carlos Martín De la Hoz