Hace un año me diagnosticaron cáncer de mama, pero no cualquiera, sino el peor, el más agresivo y el más rápido en crecer. Cuando me enteré en Tenerife, que es donde vivo, rápidamente pedí cita en un hospital de otra ciudad.
Me explicaron todo muy bien y fui consciente de la enfermedad asumiendo lo que me tocaba pasar.
Tengo dos hijas pequeñas y pregunté a Dios por qué me enviaba esto a mí.
Esa noche leí mi diagnóstico y solo podía llorar no por mí, que también, sino por mis preciosas hijas y mi marido. Esa noche no pude dormir y tomé una pastilla para descansar.
Tengo dos hijas pequeñas y pregunté a Dios por qué me enviaba esto a mí
En medio de ese dolor, tuve la certeza sobrenatural de que san Josemaría me ayudaría a llevar bien la enfermedad y de que todo sería para bien.
En efecto, pasé la quimio sin dolor. Parecía que no me pasaba nada. Mi pelo se cayó y aun así estaba bien. Sabía que Dios me estaba escuchando y le hablaba cuando recaía. Cuando terminé la primera parte del tratamiento, mi tumor había desaparecido por completo.
Terminé todo por protocolo y me operé, pero no había nada de enfermedad.
Gracias a Dios y a san Josemaría Escrivá, que con tanta ternura me ayudó.
Tengo una imagen pequeñita de mi santo y rezo todas las noches con mis niñas para dar gracias.
I. S. – España
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