Fallece Heliodoro Dols, arquitecto del Santuario de Torreciudad

Nos hacemos eco de varios obituarios y artículos en medios de comunicación que recogen el legado artístico y vital de Heliodoro Dols, el arquitecto al que san Josemaría encargó el proyecto de Torreciudad.

Diario de Navarra

El pasado 28 de mayo falleció en Zaragoza, a los 91 años, el arquitecto Heliodoro Dols Morell, arquitecto del Santuario de Torreciudad, una de las obras más representativas de la arquitectura sacra española del siglo XX. Discreto en su vida y en su muerte, deja tras de sí un legado arquitectónico profundamente arraigado en la tradición, la modernidad y la autenticidad.

Nacido en Valencia en 1933, Heliodoro Dols se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde se licenció en 1959. Perteneció a la célebre CX promoción, junto a figuras como Fernando Higueras, Curro Inza, Miguel de Oriol, Eduardo Mangada y Luis Peña Ganchegui, entre otros. 

Su carrera profesional se inició en Madrid, en el estudio del ingeniero, pintor y artista Fernando Delapuente, a quien siempre consideró su maestro. Allí participó en distintos proyectos, entre ellos el de la fábrica de embutidos Postigo en Segovia, junto a Curro Inza.

En 1965, en colaboración con el pintor Antonio López, obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura por el diseño de una fuente en la plaza monumental de Pedraza. Como destaca El Debate, esta colaboración fue también el origen de la propuesta para que Antonio López realizara el retablo de Torreciudad, encargo que finalmente asumiría el escultor catalán Joan Mayné.

El encargo de Torreciudad

En los años sesenta, san Josemaría Escrivá impulsó la construcción del nuevo santuario de Torreciudad, junto a la ermita mariana existente en la provincia de Huesca. Para este proyecto fue elegido Heliodoro Dols. Según relata Diario de Navarra, la presentación pública del proyecto tuvo lugar en noviembre de 1964, durante la I Asamblea de Amigos de la Universidad, en el Salón de Grados del Edificio Central de la Universidad de Navarra.

A partir de 1965, Dols se trasladó a Pamplona, donde trabajó intensamente en el desarrollo del proyecto desde la oficina técnica de la naciente Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Allí permaneció hasta la finalización del proyecto en 1969.

En su estancia en Pamplona, además de Torreciudad, llevó a cabo otros trabajos relevantes: la pequeña ermita de la Madre del Amor Hermoso que preside el campus, y la ornamentación de los espacios de la II Asamblea de Amigos de la Universidad, en 1967, presidida por san Josemaría.

Ermita del campus de la Universidad de Navarra, dedicada a la Virgen en su advocación de "Madre del Amor Hermoso"
Ermita del campus de la Universidad de Navarra, dedicada a la Virgen en su advocación de "Madre del Amor Hermoso". La escultura se encargó a Pasquale Sciancalepore.

El rector Francisco Ponz expresó entonces su agradecimiento a Dols: “Deseo expresarte también mi satisfacción por haber podido contar con tu colaboración en diversos aspectos relativos a la Universidad a lo largo de estos años”.

Una arquitectura con alma

Como recuerda El Diario de Huesca, la obra de Torreciudad se convirtió en su proyecto más emblemático. En ella incorporó numerosos elementos de la arquitectura popular del Alto Aragón, inspirándose en construcciones de localidades como Angüés, Graus o Aínsa. También gestionó la ejecución del retablo de alabastro, inspirado en los retablos de Barbastro, Huesca y El Pilar de Zaragoza.

El arquitecto Javier Domingo de Miguel, autor de una tesis doctoral y de un libro reciente sobre su obra, 'Heliodoro Dols. Tradición, modernidad, autenticidad' (Ediciones Asimétricas, 2025), destaca que Dols logró una arquitectura “moderna, pero amable, sincera y madura. Su obra trasciende estilos pasajeros porque está profundamente arraigada al lugar y al tiempo en que fue concebida” (Ecclesia).

Además de Torreciudad, Dols desarrolló numerosos proyectos, especialmente en Aragón: la ordenación de la Plaza de San Bruno y la rehabilitación de la Basílica de Santa Engracia en Zaragoza; viviendas en Logroño junto a Curro Inza; la Casa de los Escrivá… y la iglesia dedicada a san Josemaría en Barbastro, entre otros.

Su arquitectura se caracteriza por el respeto al paisaje, la referencia a la tradición popular, la fuerza expresiva de los materiales y el equilibrio entre las artes plásticas y la construcción. En palabras de El Diario de Huesca, consiguió un “sello propio en sus edificios que hace que su arquitectura sea reconocible y diferente”.

Maestro de arquitectos

A lo largo de su vida, Dols formó a varias generaciones de arquitectos. Como recuerda Javier Domingo, colaborador suyo, en El Debate, “Heliodoro, con generosidad, ha dado trabajo a unos cuantos arquitectos que pasamos por allí y, sobre todo, nos ha formado en los inicios del ejercicio profesional”.

Su archivo profesional, que conserva cartas, planos, maquetas y fotografías, ha sido recientemente depositado en el Archivo General de la Universidad de Navarra, como testimonio de su meticuloso y apasionado trabajo.

Heliodoro Dols descansa ya en paz. Como concluye el autor de su obituario en El Debate: “He descubierto un arquitecto con cuajo, un arquitecto que convertía lo ordinario en extraordinario. Muchas gracias, Heliodoro”.

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