Para el cardenal König, el anuncio de que nada se opone ya a la canonización del beato Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, significa "que Escrivá pertenece ya al tesoro de la Iglesia, que está dentro". König había conocido y mantenido contacto con el fundador del Opus Dei y es en cierto sentido un testimonio de excepción sobre la persona de Escrivá.
Durante su largo periodo al frente de la archidiócesis de Viena, usted llevó a cabo la reconciliación de la Iglesia austriaca con la socialdemocracia, fue pionero de la "Ostpolitik" del Vaticano y también fue usted quien en 1957 dio acogida al Opus Dei en Viena.
¿Qué recuerda de aquella época?
Recuerdo que en 1957 vino a verme un joven sacerdote que había sido médico y un gran deportista en España: era un catalán llamado Joaquín Francés, que me habló de una institución fundada en España y me dijo que había venido para difundir su pensamiento central en Austria. Yo estaba entonces muy interesado por el apostolado de los laicos en la Iglesia, una idea que más tarde, con el concilio Vaticano II, pasó a formar parte del magisterio de la Iglesia.
¿Y antes?
Cuando oí que Francés había sido campeón nacional de salto de trampolín y palanca, pensé: "Fantástico; la Iglesia no estará presente sólo en la catedral de San Esteban, sino en los deportes". Desde entonces, el Opus Dei trabaja en Austria y se ha extendido considerablemente.
¿Cómo conoció al fundador del Opus Dei?
Conocí al beato Escrivá de Balaguer en Roma durante el concilio Vaticano II. Me habían dicho que fomentaba el papel del laico en la vida cotidiana, en las profesiones, para conseguir que la Iglesia actuara en el mundo a través de los laicos, sin alzacuellos ni faja episcopal. Era un hombre que, a mi modo de ver, transpiraba una enorme grandeza de espíritu. Se interesaba por el concilio, supe que viajaba mucho y que estaba interesado por el apostolado de los laicos. Hablaba mucho de lo que sucedía en todo el mundo, y me di cuenta muy pronto de que allí había una Iglesia viva.
Escrivá había crecido en una sociedad muy clericalizada, donde los laicos eran elementos pasivos en la Iglesia. ¿Cómo se explica que en aquella situación surgiera un carisma de este tipo?
Yo diría que existía un sustrato humano sobre el que actuó el Espíritu Santo. Él tenía mucho contacto con jóvenes universitarios, y se dio cuenta de que allí existían dos mundos separados, la vida religiosa y la vida profesional, que en realidad deberían andar unidos.
Lo que entonces predicaba Escrivá era una novedad absoluta, pero, a pesar de que estas ideas se encuentran hoy en los documentos del Magisterio de la Iglesia, la recepción continúa siendo lenta.
Como siempre, cuando surge algo nuevo, inmediatamente aparece cierto escepticismo. La gente se pregunta: "¿Qué quieren?, ¿quiénes son?, ¿qué es lo que hay detrás?" En la historia ha habido muchos movimientos prometedores que luego se han difuminado o terminan teniendo carácter de secta. No es fácil imponerse a la gente que tiende a las dudas negativas. Se requiere tiempo y paciencia. Y el Opus Dei ha experimentado en su propia carne lo que esto significa, hasta que ha encontrado su lugar en la Iglesia.
Unas palabras sobre la canonización: mucha gente no sabe hoy qué significa exactamente...
Yo me alegro de todos los nuevos santos que son canonizados. La canonización significará que Escrivá no es una figura extraña, al margen, sino que pertenece al tesoro de la Iglesia y que forma parte de la multitud de los santos.
Se aprecia que el Opus Dei se ha extendido y asentado no sólo en Austria, sino en la Iglesia. ¿Ha encontrado su lugar en la Iglesia?
Sí, desde luego esta es mi impresión. Veo que la prensa católica informa regularmente sobre el Opus Dei. Ya no hay protestas y voces negativas, gente que diga: "Lo que el Opus Dei hace no puede hacerse así", o "es demasiado cerrado". Estas cosas han pasado. El pensamiento del fundador está empezando a cuajar.