Para Almudena, la preparación para el Jubileo de los Jóvenes pasa por algo muy sencillo y a la vez muy grande: ofrecer la misa por todos los jóvenes. Desde pequeña le enseñaron que el ofertorio es el momento perfecto para poner en el altar nuestras preocupaciones, sueños y deseos. Ahora, cada vez que llega ese momento, deja en la patena una petición especial: que los jóvenes sean verdaderos transmisores de Cristo.
Porque, como dice Almudena, con nuestro ejemplo podemos llevar el mensaje de Jesús a cualquier rincón de la vida: en clase, en el trabajo, en la universidad… Allí es donde podemos marcar la diferencia y ser luz para quienes nos rodean.