El sueño de unos ilusos

El 6 de marzo de 1956, hace sesenta años, un grupo de mujeres del Opus Dei se estableció en Montefalco, entonces hacienda abandonada de Jonatepec, en el estado mexicano de Morelos, y hoy floreciente centro de enseñanza y capacitación profesional y humana de niñas y jóvenes, con gran influencia en su entorno.

Guadalupe Ortiz de Landázuri.

El 5 de marzo den 1950 Guadalupe Ortiz de Landázuri llegó a México. Y el 6 de marzo de 1956, las mujeres de la Obra se establecen en Montefalco para empezar a trabajar, aunque no se inauguró el curso escolar hasta 1958. Se cumple el 60 aniversario de esta labor social en Jonatepec (Morelos).

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“Sin un centavo, están tratando de reconstruirla poco a poco; aquello es enorme. Son unos ilusos, unos apasionados seguidores de un sueño tan lejano. Saben que está lejano y trabajan como si estuvieran ya por ver su terminación”. Así describía el proyecto de Montefalco, en una carta fechada en 1954, una de las asistentes a un curso de retiro bastante precario, que se celebraba en el casco abandonado de la hacienda Santa Clara en Jonatepec (Morelos); antiguo centro de civilización, reducido a ruinas por un incendio durante la revolución de Zapata, cuarenta años atrás.

El estado de Morelos contaba en 1950 con 272.842 habitantes. La población mayor de seis años era de 224.489, de los cuales el 40% eran analfabetos.

Sólo dos años más tarde, en 1956, las mujeres del Opus Dei que habían comenzado la labor apostólica en México hacía poco tiempo decidieron trasladarse a vivir a aquel lugar. Tenían la “ilusión” de poner en marcha una casa de retiros y un centro donde se enseñara a las chicas de los alrededores el cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y de aves de corral, el arte de la industria textil; y a leer y escribir; y se les proporcionara lo necesario para llegar a ser profesoras de primaria. Todo este proyecto se financiaría con la producción agrícola de la granja.

Tenían la “ilusión” de poner en marcha una casa de retiros y un centro donde se enseñara a las chicas de los alrededores el cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y de aves de corral, el arte de la industria textil; y a leer y escribir; y se les proporcionara lo necesario para llegar a ser profesoras de primaria

México por aquel entonces pasaba por una etapa de moderación tras una sucesión de periodos revolucionarios y totalitarios de tendencia marxista que habían sumido a la población en la miseria. A partir de 1950, la política de desarrollo económico del nuevo gobierno puso en marcha la industrialización del país a través del trabajo, la escolarización y el amparo agrario.

El estado de Morelos contaba en 1950 con 272.842 habitantes. La población mayor de seis años era de 224.489, de los cuales el 40% eran analfabetos. A su vez, Jonacatepec tenía una población de 4.737 habitantes, con características similares a las de su estado. Las cifras eran especialmente crueles con la población femenina.

Montefalco, y aquellas mujeres que trabajaron con fe en aquellos momentos de cambio, tienen parte de responsabilidad en la mejora del entorno

Hoy en Morelos, y en todo el país, la población mayor de quince años ha concluido dos grados de secundaria y en el municipio de Jonatepec, que ha triplicado su población, se imparte educación preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y estudios universitarios. Montefalco, y aquellas mujeres que trabajaron con fe en aquellos momentos de cambio, tienen parte de responsabilidad en la mejora del entorno.

Las primeras mujeres del Opus Dei en México

Guadalupe Ortiz de Landázuri, licenciada en Ciencias Químicas de 34 años, llegó a México junto con Manolita Ortiz, maestra seis años menor, el 5 de marzo de 1950, un año después de que abriera camino D. Pedro Casciaro, uno de los primeros sacerdotes de la Obra. Durante esos años pusieron todo su empeño en mejorar las condiciones de las mujeres mexicanas, primero con la puesta en marcha de la residencia Copenhague, que fue también escuela de capacitación de jóvenes de ambiente rural (en México D.F), y después con Montefalco.

Seis años después, en aquella finca empezaba a funcionar una gran escuela de telesecundaria, pionera en la zona.

El obispo de Tacámbaro (Michiocán), Mons. Abraham Martínez, que había puesto a Guadalupe en contacto con grupos de campesinas de su diócesis, escribiría cuatro años después de la muerte de Guadalupe, en el Diario de Yucatán, sus impresiones: “Aún recuerdo a la Dra. Guadalupe Ortiz de Landázuri, que murió santamente, hace cuatro años: una mujer de gran distinción y elegancia, de amplia cultura y, cosa poco frecuente en aquellos tiempos, química de profesión, recorriendo poblados, muchas veces por caminos de brecha, a caballo, hablando con aquellas queridas gentes de mi tierra. ¡Qué bien entendían y asimilaban lo que les transmitía!”.

Aún recuerdo a la Dra. Guadalupe Ortiz de Landázuri, que murió santamente, hace cuatro años: una mujer de gran distinción y elegancia, de amplia cultura y, cosa poco frecuente en aquellos tiempos, química de profesión, recorriendo poblados, muchas veces por caminos de brecha, a caballo, hablando con aquellas queridas gentes de mi tierra

De Guadalupe rememoraba también con afecto una de las primeras campesinas de Michaocán que se inscribió en la escuela: “Cuando la conocí yo era muy chica, tendría 11 años, y supo seguirme hasta que me inscribí en la escuela en México. Fue dos veces a verme y eso que yo vivía a doce horas de distancia. Ella tenía la ilusión de ayudar a nuestras familias, de impulsar labores en favor de los más necesitados y mejorar su nivel de vida, tanto en Tacámbaro, Michoacán, como en Montefalco. Soñaba con una granja escuela al lado de Montefalco, que se convirtió en realidad poco después de que ella se fuera de México”.

Guadalupe vivió pocos años en México. Comenzó las primeras actividades en Montefalco pero no llegó a verlo inaugurado en 1958, porque una afección cardíaca le obligó a trasladar su residencia a Roma en 1956. Pero fueron suficientes para que su nombre y el cariñoso agradecimiento por su entrega alegre y continuada, no pueda desligarse de los inicios de la labor apostólica del Opus Dei en este país.

Guadalupe tenía la ilusión de ayudar a nuestras familias, de impulsar labores en favor de los más necesitados y mejorar su nivel de vida, tanto en Tacámbaro, Michoacán, como en Montefalco

Montefalco, un centro de vanguardia en el entorno rural

Hizo soñar a quienes la acompañaban –y no eran sueños de iluso- con la labor de promoción social y humana que se podría desarrollar con los habitantes de las poblaciones cercanas, una vez que se reconstruyera.

Seis años después, en aquella finca empezaba a funcionar una gran escuela de telesecundaria, pionera en la zona. Con el paso del tiempo, además de bachillerato, en Montefalco se imparten cursos de magisterio y secretariado, y se ofrecen programas de orientación familiar y capacitación de adultos, además de cursos de asesoramiento para empresas familiares. Es un centro de vanguardia que crea riqueza y desarrollo en su entorno rural, en el que el 80% de las estudiantes accede a estudios universitarios y el 20% restante se incorpora al mercado laboral.

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Fuentes de información

Lucina Moreno Valle y Mónica Meza, “Montefalco, 1950: una iniciativa pionera para la promoción de la mujer en el ámbito rural mexicano”. Publicado en https://www.isje.org/setd2008/SetD-2008-06.pdf

Referencias en opusdei.es: https://opusdei.org/es-es/article/una-iniciativa-pionera-colegio-montefalco/

Colegio Montefalco: https://www.colegiomontefalco.edu.mx/

Una nueva partitura, Margarita Murillo

Guadalupe Ortiz de Landázuri, Mercedes Eguibar.

Datos de Wikipedia de Jonatepec, Morelos y Michaocán.