“Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos”
Nunca compartiré la opinión -aunque la respeto- de los que separan la oración de la vida activa, como si fueran incompatibles. Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura. (Forja, 738)
“Bendita perseverancia la del borrico”
Si no es para construir una obra muy grande, muy de Dios –la santidad–, no vale la pena entregarse. Por eso, la Iglesia –al canonizar a los santos– proclama la heroicidad de su vida. (Surco, 611)
“Dar es propio de enamorados”
Tu talento, tu simpatía, tus condiciones... se pierden: no te dejan aprovecharlas. –Piensa bien estas palabras de un autor espiritual: “No se pierde el incienso que se ofrece a Dios. –Más honrado es el Señor con el abatimiento de tus talentos que con el vano uso de ellos”. (Camino, 684)