Siete meses después, mi marido me dio una estampa de Montse Grases y me dijo que, mientras hacía oración, había entendido que yo debía pedirle que me ayudara. Le recé ese mismo día, sábado.
Al día siguiente, el mayor de mis siete hijos había sido invitado a un cumpleaños que se celebraba en el cine, dentro de un centro comercial en el que nunca había estado. Al entrar nos perdimos un poco y fue entonces cuando vi un cartel grande en el que un médico quiropráctico informaba de las enfermedades que él trataba. Lo leí y vi que también estaba incluido lo que a mí me pasaba.
Hable con él y fui después a su consulta. Descubrimos que mi problema estaba en la columna, a nivel lumbar y cervical. Empecé un tratamiento y desde entonces he mejorado mucho.
Sigo aún, pues el proceso es lento, pero estoy muy contenta y doy gracias a Dios porque por la intercesión de Montse me concedió saber qué tenía y cómo se curaba.