Siguió el partido y nos pusimos en ventaja, pero el cuadro contrario comenzó a dominar las acciones y se veía venir el empate. Todo el tiempo me acordaba del gol que había errado. Para mi equipo era muy importante ganar, pues nos permitía mantener posibilidades de pasar a una división superior.
Sobre el final hubo un tiro de esquina para mi equipo; la situación ya era angustiosa porque los contrarios nos estaban dominando. Fui a patear el corner y antes de hacerlo le pedí a Josemaría Escrivá que nos ayudase a ganar el partido, y si era posible que pudiese meter un gol para compensar el grueso error que había cometido antes.
Le pegué muy mal a la pelota pero ésta salió con mucho efecto y se cerró junto al primer palo del arquero; la trayectoria de la pelota sorprendió a todos y cuando el golero y un defensa trataron de alejarla del arco, chocaron entre sí y acabaron por meterla adentro.
Nunca antes había hecho un gol olímpico y en los últimos tres años que llevo jugando en este campeonato no recuerdo haber visto uno.