“Es una fiesta gigante de una semana entera"

Algarabía. Los uruguayos viven con intensidad y alegría la Jornada Mundial de la Juventud en la capital española.

“Impresiona cómo la gente busca el mejor lugar para verlo”, dijo Carmen. (Foto de Assoiated Press, 19-08-2011)

El calor en Madrid no lo aporta solo el tórrido verano que se vive en toda España. También lo pone la multitud que acompaña al papa Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se desarrolla en la capital española hasta el próximo domingo. Los casi 500 uruguayos que viajaron a Europa para participar del evento se sienten en una "fiesta" a escala global. El Observador habló con algunos de ellos.

Juan Pablo, 25 años y licenciado en bioquímica, llegó desde Londres donde estudia un posgrado en biología molecular. El final del curso coincidió justo con el arranque de la JMJ en Madrid. "Vine solo con un amigo que también estaba en Inglaterra, pero acá ya nos encontramos con varios grupos de uruguayos", relata. Durante el encuentro con el Papa ayer en Cibeles, ubicó una comunidad de uruguayos, "unos 40", de la Fraternidad Contemplativa María de Nazaret, y con ellos, que "tenían unas 10 banderas uruguayas", siguieron las palabras de Benedicto XVI.

Juan Pablo

El hombre de ciencias relató el aire de festejo que inunda las calles madrileñas, signo del medio millón de personas presentes en España provenientes de los cinco continentes: "Es una fiesta de mucho color, con personas de todas partes del mundo, es impresionante. Banderas, camisetas, razas, cuadras y cuadras de gente de todo tipo. Está siendo muy divertido. Incluso, a cualquier hora en el metro los jóvenes van cantando".

Carmen, de 30 años, y profesora de educación física, arribó a la JMJ con un grupo de siete chicas del Centro de Apoyo al Desarrollo Integral (CADI), ubicado en el barrio Casavalle de Montevideo. Llegaron a Madrid gracias a la venta de pizzas, alfajores, ferias y una función de cine en MovieCenter. "Todo es espectacular: hoy (por ayer) vi pasar recerca al Papa. Impresiona cómo la gente busca el mejor lugar para verlo", cuenta. Y resalta: "Madrid está lleno por todos lados".

LO DIJO “Estábamos desesperados porque no teníamos ninguna bandera uruguaya. Pero vimos una en un quiosco y la compramos a 10 euros. Era necesaria...” JUAN PABLO, 25 años, bioquímico

"Llegamos el martes a las seis de la mañana y estuvimos sin dormir hasta la medianoche. Nos cruzamos con miles y miles de jóvenes, en un ambiente espectacular. Se trata de una fiesta gigante de una semana entera", dice José, de 23 años y licenciado en gestión agropecuaria. Viajó con un grupo de ocho personas y se está quedando en un colegio a las afueras, en el suroeste de la ciudad. Afirma que el calor hace mella pero que "las ganas de acompañar al Papa" lo justifica. "Todo el mundo tiene las piernas a la miseria, con callos, ampollas, soportando los 38 grados. Pero la buena onda de la gente y estar acá son espectaculares. Los inconvenientes no importan, importa estar con el Papa".

Para los jóvenes participantes es una gran ocasión para conocer otras culturas y entender otras realidades. El mundo entero está representado en la capital española. "Nos sacamos fotos con todo el mundo. Me llegó una bandera de Italia que tenía 200 firmas. Se cambian cosas, como camisetas y banderas", agrega. Y, pese a que algunos capitalinos aprovechan la oportunidad para demostrar su descontento con la visita del Papa -la marcha laica de estos días es prueba de ello-, "los habitantes de Madrid también nos dicen que ven una gran alegría" en la JMJ, dice José.

Rosina, una contadora de 24 años, también destacó el hecho de encontrarse con una multitud proveniente de "distintas culturas" que, en misa, "todos responden lo mismo". "Las calles están engalanadas con la JMJ, de amarillo y blanco como el Vaticano, o de rojo y blanco, los colores de la Jornada", expresa esta sanducera. Incluso el Corte Inglés se acondicionó y colocó en vidriera un maniquí vestido de rojo y blanco. Además, subrayó que en el Parque del Retiro se instalaron 200 confesionarios y "era impresionante ver gente de todo tipo confesándose, todos con un librito que entregan en la entrada para preparar la confesión".

A ella, como a los otros uruguayos, la organización de la JMJ le dejó una muy buena impresión. José y Juan Pablo explicaron que hay unos 20 mil voluntarios y que con la inscripción cada peregrino se lleva una mochila, un pase para viajar gratis en el transporte público, cuponeras para restaurantes asociados con la JMJ, un libro instructivo, mapas, camisetas& Y un abanico, "que nos salvó a todos por el calor que hace", cuenta Rosina entre risas.

Pedro Dutour (twitter.com/pedrodutour) // El Observador, Viernes 19 de agosto de 2011